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«Soy mujer y vasca, me he enfrentado a ataques potentes»

Itziar Ituño, que alcanzó la fama internacional gracias a ‘La casa de papel’, tiene una nueva serie en Netflix. En ’Intimidad’ interpreta a una política que sufre un vuelco cuando difunden un vídeo sexual suyo

Itziar Ituño LP / DLP

En 'Intimidad', la nueva serie española de Netflix, Itziar Ituño (Basauri, Vizcaya, 1974) interpreta a Malen, una política con serias opciones a ocupar la alcaldía de Bilbao. Pero la difusión de un vídeo sexual suyo pone su carrera y su matrimonio en peligro. La actriz que se ganó sus primeros sueldos en una fábrica de electrodomésticos y que tiene un grupo de rock en euskera sabe bien lo que siente su personaje. Recuerda «el ataque» que sufrió al ser víctima de un boicot en las redes cuando se estrenó la serie que le dio fama mundial, 'La casa de papel'. Le recriminaron que hubiera participado en un vídeo que pedía el acercamiento de los presos de ETA.

Intimidad es una ficción, pero trata un tema de nuestro día a día, las consecuencias de la difusión de vídeos privados en las redes. ¿Es importante que el audiovisual hable de estos casos?

Para mí el audiovisual siempre es una herramienta de cambio, aunque muchas veces solo se use para el entretenimiento. A mí lo que me llena como actriz es poder generar pequeños sismos en la gente para ver si podemos cambiar un poco este mundo que a veces está terriblemente organizado.

¿Cree que hemos evolucionado a la hora de perseguir judicialmente la violación de la intimidad?

El desarrollo tecnológico trae una parte de mejora y, como contrapartida, conlleva una impunidad, porque cualquiera puede atacar a otra persona, amenazarla, destrozarle la vida, sin que pase nada. Poco a poco se encontrarán las medidas para evitar todo este sumidero que es, por ejemplo, Twitter, que tiene una parte buena de noticias al instante y otra venenosa, donde la gente descarga su peor faceta. Y los ataques a la intimidad en las redes a las mujeres son mucho más cruentos. Quien más quien menos, todas lo hemos sufrido alguna vez.

¿Comprende entonces bien el calvario por el que pasa su personaje, Malen?

Sí, porque a mí me ha tocado. Soy mujer y soy vasca, y me ha tocado enfrentarme a ataques potentes. Así que un pedacito de Malen lo he llevado desde mi propia experiencia.

Le ocurrió en la época de La casa de papel.

La serie empezó con un boicot contra mí, algo que quiero olvidar, pero que está ahí. Me amenazaron impunemente y no pude hacer nada porque la gente se esconde detrás de un seudónimo, te insulta y te machaca y no hay manera de pararlo. Por eso entiendo tan bien a Malen. A ella le pasa en su ámbito privado y sexual, pero es un ataque a su persona en lo laboral y lo familiar. Es tremendo que sea algo que ocurre cada día. En ese sentido creo que hemos evolucionado poco como especie.

En Intimidad hay algunas escenas en euskera, cosa a la que no estamos demasiado acostumbrados en las series de las plataformas.

No es una serie hecha en euskera, pero hay unas pinceladas que te acercan a que se ambienta en Bilbao. Al principio no había diálogos en euskera, pero se propuso, Netflix aceptó, la guionista también y ahí está. Es testimonial, pero hace que parte de nuestra historia esté ahí.

Esta serie es su primer gran proyecto después del boom de La casa de papel. ¿La sombra de Lisboa, su personaje, es alargada?

Me están llegando propuestas bastante diversas y estoy tratando de escoger cosas distintas para no encasillarme haciendo lo mismo. Lisboa siempre se va a quedar ahí, pero no creo que me estén proponiendo más de lo mismo.

Pero el éxito de la serie a nivel internacional le estará abriendo muchas puertas.

Después de La casa de papel me llegan proyectos interesantísimos. No solo cine en el País Vasco y series como Intimidad, sino también una película que estoy rodando ahora en Argentina, Pensamiento lateral. Es la ópera prima de un director muy joven, Mariano Hueter, en la que tengo un papel protagónico con Alberto Amman, César Bordón y Mauricio Paniagua.

Rueda la película en Argentina, pero hace de española.

Sí, de una psicoanalista. ¡Imagínate hacer ese personaje en Argentina, la meca del psicoanálisis! Mi personaje da clases en la facultad y, de pronto, la secuestran tres tipos para sacarle información. Ella se ve perdida, es golpeada y maltratada, y se enfrenta a esa violencia con la única herramienta que tiene, que es la psicología. Trata de salir del agujero aplicando el pensamiento lateral, que es la manera de afrontar los problemas de la forma más original posible, la que nadie espera.

¿Se ha dado cuenta de que en todos sus proyectos la hacen sufrir?

Bastante, y no sé por qué. Pero tengo una propuesta para rodar en julio una serie de comedia en Chile.

No sufriría tanto en Mask singer Francia, donde fue una de las enmascaradas.

Al principio pensé que no lo haría, pero como tengo un grupito de rock me tiré a la piscina. Fue divertido porque la gente tiene una imagen muy seria de mí y yo no soy para nada así.

Con su grupo canta en euskera.

La cosa se desmadró a raíz de La casa de papel, que la gente empezó a escucharnos y a pedirnos discos. ¡Hasta fuimos a cantar a Brasil y la gente se sabía las letras! Fue impresionante.

Sus inicios en el mundo laboral están muy alejados de la interpretación. Fueron en una fábrica de electrodomésticos en la que trabajaba su padre.

En Fagor. Estudié sociología y, al no tener posibilidad de trabajar como socióloga, acabé en una cadena de montaje. Era matador, pero te da una visión interesante de lo que es el ámbito laboral en otro sentido. Era un trabajo duro, pero me aportó muchísimo como persona.

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