Día Internacional de las Matemáticas

Números y religión

Los números, que constituyen una de las mayores y fascinantes creaciones humanas, están llenos de significados esotéricos

Números y religión

Números y religión

«La interpretación científica no trata de nada especial —dije—. Es la capacidad de distinguir el uno y el dos y el tres, en una palabra, hablo del número y del cálculo. ¿O acaso no es cierto que todo arte y todo conocimiento tiene siempre algo que ver con ello?»

Platón en ‘la república’; tomado de Simon Blackburn

La 40ª Conferencia General de la Unesco proclamó el día 14 de marzo de cada año como Día Internacional de las Matemáticas (40C/ Resolución 30 de 26 de noviembre de 2019). Para este año 2023 se decidió el tema Matemáticas para todo el mundo / Mathematics for everyone.

Los matemáticos ven en cada número alguna propiedad que lo hace «particular». El número icónico para demostrar esto sería el 1729. Se puede encontrar la razón fácilmente en Internet. Quienes quieran profundizar en ello pueden consultar los libros de Wells, D. Números curiosos o Números increíbles de Ian Stewart. Pero la mayoría de los mortales no aprecian esas incursiones intelectuales en el mundo que fascina a estos científicos, lo que no significa que no se valoren determinados números que parecen tener una naturaleza que los hace singulares. Veamos algunos ejemplos en el mundo de las religiones.

Para los pitagóricos, secta religiosa, iniciadores de esta manía por los números, el 1 no era un verdadero número, aunque servía de principio generatriz. Para otros muchos, que lo admiten como primer número natural, el 1 es el número que representa a Dios en las religiones monoteístas: «Dios no hay más que uno». En las cristianas la mayoría, pero no todas, afirman que es también trino, queriendo igualar al Padre con el Hijo y con el Espíritu Santo.

En diversas corrientes dualistas, filosóficas y teológicas, se afirma la existencia de 2 principios fundamentales y basan su doctrina en su oposición o complementariedad. Estos principios suelen ir asociados a conceptos como el bien y el mal, la materia y el espíritu, el orden físico y el moral, lo ideal y lo real, lo divino y lo terrenal o lo natural y lo racional. Ver como ejemplos el yin y el yang, Mazda y Ahriman, el maniqueísmo, el cielo y el infierno.

Un ejemplo de este dualismo numérico lo podemos encontrar en el pensamiento de Leibniz, quien se sintió maravillado porque razonó que el 1, que representa la unidad, era un símbolo evidente de Dios, mientras que el 0 representaba la nada y también existía desde el principio de los tiempos. En consecuencia, seguramente esto es lo mismo decir que Dios creó al Universo a partir de la nada, (tomado de Isaac Asimov, De los números y su historia, libro un tanto desfasado).

La Biblia es un campo abonado para nuestro objetivo. Empieza con el Pentateuco —Cinco cajas, sería su traducción—, donde aparece un libro llamado Números, que recoge datos, estadísticas podríamos decir, que le dan esa naturaleza. Es seguramente el menos trascendente de los cinco que conforman la Torá, y no tiene más valor que demostrar el interés que Moisés, su presunto autor, tenía por los números. Por cierto, casi todos los que lo han estudiado ponen en duda los datos que da, por una vez los números no son creíbles a pesar de estar en la Biblia. Además del ya citado, otro libro del Pentateuco es el Deuteronomio —Segunda Ley o Segunda Vez la Ley—, pero su relación con el dos se limita a su título.

Como ya dijimos en el cristianismo, consultar con san Agustín, Dios (1) es una trinidad (3) de personas. También había trinidad de dioses en Grecia, Egipto y Babilonia. En la mitología griega había 3 Destinos, 3 Furias, 3 Gracias, 3 veces 3 Musas.

La Divina Comedia, una de las obras más famosas de la literatura universal, está estructurada en torno a este número tres. Sus personajes principales son tres: Dante, el hombre; Virgilio, la sabiduría; Beatriz, la salvación. La obra consta de tres cantos, Infierno— que tiene nueve círculos, o sea tres veces tres—, Purgatorio —nueve partes— y Paraíso —con nueve cielos—; cada canto está compuesto por 33 poemas escritos en tercetos, cada estrofa contienen 33 sílabas, … (tomado de Segura Munguía, S.: Libro de los números en la formación del léxico).

En el Apocalipsis el 3 se repite varias veces. Así, hay tres ciclos de sellos, trompetas y copas; tres descripciones de las batallas escatológicas; la tercera parte de la tierra es destruida; la trinidad satánica (Serpiente-Bestia-Pseudo profeta), emite tres espíritus inmundos. Este número tres o la triple repetición significan igualmente la plenitud. Los juramentos se repiten tradicionalmente 3 veces. En el Nuevo Testamento, Pedro niega a Cristo en tres ocasiones.

El 6 significa la impotencia para alcanzar la plenitud. El ejemplo más característico es el número cifrado de la Bestia, el 666: «Aquí hay sabiduría: El que tenga entendimiento calcule el número de la bestia, porque es número de un hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis». (Apocalipsis 13:18). Al ser 3 (plenitud) veces 6 (impotencia) explica la rebelión para ser como Dios.

Sin embargo, para la Biblia el 6 es el número más perfecto de los imperfectos, ya que le falta 1 para llegar a 7 (el número perfecto). Por otra parte, Dios hizo el mundo en 6 días lo que no parece compatible con todo lo malo que hemos dicho del número en cuestión.

Para A. Piñero —ver su libro sobre el Nuevo Testamento que es de donde están sacadas estas citas apocalípticas—, en el Apocalipsis el número principal es el 7: siete comunidades a las que el autor dirige siete cartas; siete espíritus o ángeles; siete candelabros de oro y siete estrellas; siete sellos; siete cuernos y siete ojos; siete trompetas; siete truenos; siete bienaventuranzas o «macarismos»; siete mil personas muertas; siete visiones sobre la llegada del Hijo del hombre; siete copas llenas de desgracias. Hay siete pecados capitales y también siete sacramentos. Para los judíos el Menorá, el candelabro sagrado y litúrgico, tiene siete brazos. Fueron siete las vueltas de los israelitas alrededor de Jericó en el séptimo día de acoso de sus murallas… San Isidoro argumenta incluso que la constelación de la Osa Mayor representa las siete virtudes cristianas.

Para los pitagóricos, el siete representaba el kairós, esto es, la medida correcta, el momento justo o el lugar adecuado, y también el éxito. En su mística numérica, los pitagóricos consideraban que el cielo contaba con siete esferas. Los sacrificios destinados a Apolo se solían hacer en el séptimo día. El dios era conocido en sus cultos con el nombre de Apolo Hebdomaios (el de los siete días) o Hebdomagetes (aquel cuya fiesta se celebra el séptimo día). A Apolo se le representaba como dios del sol —de hecho, su principal iconografía lo muestra engalanado con siete rayos de luz—; su lira tenía siete cuerdas y en su culto participaban con frecuencia siete chicos y siete chicas, que formaban coros.

Como es sabido, los babilonios y los persas tenían una semana de siete días, consideraban que existían siete «planetas», creían en siete espíritus buenos y malos, rodeaban a su rey de siete consejeros, hablaban de los siete corceles de la divinidad solar Mitra, etc.

En la China clásica había nueve campos en el cielo; nueve avenidas en la capital; nueve divisiones del cuerpo humano; nueve orificios; nueve vísceras; nueve pozos en el reino de los muertos, y hasta nueve brazos en el río Amarillo.

Sin embargo, el número perfecto para el Islam es el 10. Solimán II, fue nombrado como el «Perfeccionador del Número Perfecto», porque toda su existencia se encontraba bajo la influencia del número de la buena suerte: el 10 —el número de los Mandamientos, el de los discípulos de Mahoma, de las partes y variantes del Corán, de los dedos de las manos y de los pies, y el de las esferas celestes en la astronomía islámica. Fue el décimo de su dinastía, había nacido a principios del siglo X, el año 901 de la Hégira— (tomado de J. Goodwin). Resulta interesante que el número diez sea también de trascendencia espiritual a lo largo de una variedad de tradiciones religiosas diferentes: hay diez reencarnaciones de Visnú, diez gurús humanos en el sijismo, diez atributos en la cábala, etcétera.

El 13 está considerado de mala suerte, se ha tomado por infausto entre los pueblos del Norte y aún inspira temor a muchas personas. En los países anglosajones el día fatídico es el viernes y trece, en España lo es el martes y trece. Por suerte para nosotros en el ciclo completo de 400 años del calendario gregoriano hay menos martes y trece que viernes y trece.

Quedan otros números significativos en los textos religiosos. Por ejemplo, el 40 que juega un importante papel en la tradición judeocristiana: el diluvio universal de Noé duró cuarenta días, Jesús vagó por el desierto cuarenta días, Moisés pasó cuarenta días en el monte Sinaí, Elías ayunó cuarenta días, Jesús ascendió cuarenta días después de su crucifixión, etcétera [tomado de Caleb Everett].

El número es una de las mayores creaciones humanas, lleno de significados esotéricos. Si elegimos un número, el que sea, y lo buscamos en la historia seguro que encontraremos esa singularidad de la que hablaba al principio, porque los números, todos los números, son fascinantes.

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