Amor a los 70

Lorenza Machín Alarcón y Carmen Cazorla, de 77 y 68 años, encontraron el amor cuando menos lo esperaban

La pareja contrajo matrimonio hace cinco años aunque Lorenza estuvo casada más de cuatro décadas con el padre de sus dos hijos

Lorenza Machín Alarcón  izquierda  y Carmen Cazorla.

Lorenza Machín Alarcón izquierda y Carmen Cazorla. / Más Nosotras

Marisol Ayala

Marisol Ayala

Lorenza Machín Alarcón y Carmen Cazorla Castaño, de 77 y 68 años respectivamente, están juntas. «Hasta que la muerte nos separe», dicen. En 2019 contrajeron matrimonio dejando atrás una triste vida. Lorenza estuvo 40 años casada con su marido hasta que, con 58 años y dos hijos fruto de aquella unión, tomó consciencia de que «vivía una mentira», reconoce. No era feliz, así que con esa edad puso fin al matrimonio gestado en la infancia y adolescencia atrapados en una larga y fiel amistad. Nada más. Era tal la tristeza de Lorenza que pidió ayuda profesional para salir de ese agujero, pero nadie jamás le puso nombre a su dolor ni al origen del mismo: un sufrimiento cuyo epicentro se localizaba en el profundo descontento vital padecido que, naturalmente, nutría su infelicidad. Pero a Lorenza, sin embargo, la vida le tenía guardada una sorpresa y un día la abordó en Facebook una desconocida pidiéndole amistad. «¿Puedo seguirte?», le preguntó. Y Lorenza contestó con desparpajo: «no me sigas, camina a mi lado». Aquella desconocida era Carmen que, con el tiempo, se convertiría en el amor de su vida demostrando que nunca es tarde para emprender un nuevo inicio.

No se conocían en persona y aquel contacto en Facebook, poco a poco, lentamente y sin precipitarse, fue armando una historia de amor. Chatearon mucho en esa red pero querían verse, mirarse, tocarse... Se citaron en Madrid, donde Carmen vivía, pero ninguna quería dar un paso en falso. Ya eran mayores para boberías.

Machín Alarcón, nerviosa, viajó a Madrid, experiencia que hoy relata con la ilusión de una quinceañera. «Llegué a la estación de Atocha un poco antes de la hora prevista y entonces escuché: ¡Carmen!», cuenta por su parte Cazorla. «Se giró y me miró; aún tengo grabada su expresión. Tuve que coger aire. Nos abrazamos, nos dimos un beso, agarramos nuestras manos y hasta hoy», recuerda emocionada Lorenza.

El 8 de septiembre del 2019 se casaron en las casas consistoriales de Agaete. La boda fue una fiesta de familiares, amigos y vecinos ante los cuales las novias sellaron un compromiso. «En nuestra boda dejamos por escrito que si a una de las dos nos pasase algo, la otra quedaría amparada. Si los heterosexuales tienen unos derechos en caso de fallecimiento nosotras queremos lo mismo», reivindican.

Hoy Lorenza batalla contra una enfermedad oncológica que de vez en cuando saca la cabeza, pero en ningún caso habla de derrota aunque no se engaña: su salud le preocupa. Tiene claro que con 78 años seguirá luchando por los derechos de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales y, por supuesto, contra su enfermedad «hasta que la fuerza me acompañe». Carmen, su esposa, la cuida, la acompaña y la ama ahora que las idas y venidas a los hospitales marcan la agenda. Dos son una.

Una biblioteca de Fuerteventura lleva su nombre y próximamente se estrenará un documental sobre la vida de Lorenza

Lorenza Machín Alarcón tiene buena memoria y mucho optimismo. «En realidad», dice risueña,«tengo 17 años porque vivir, lo que se dice vivir, comenzó al enamorarme y eso me llegó a los 60 años; ahí fue cuando sentí por primera vez que el corazón se desbocaba y el estómago se me revolvía. En ese momento empecé a sentir como yo deseaba y a expresar mi verdadera realidad», cuenta esta majorera.

Esta mujer valiente, la segunda de ocho hermanos que a los 12 años tuvo que dejar el colegio para ponerse a trabajar y ayudar en casa, fue una niña luchadora y con el paso de los años una persona que no se achicó ante ninguna batalla. Formada de manera autodidacta «buscando y leyendo», señala, cuando Lorenza era una adolescente y vivía son su familia en la localidad de Tarfaya, en Fuerteventura, su progenitor enferma en 1951 del pulmón y tres años de ingreso en el hospital del Sabinal, en Las Palmas de Gran Canaria, le salvan la vida.

Esa circunstancia familiar, sin embargo, la obliga a hacerse cargo de sus hermanos y sus padres, con su papá convaleciente. «A esa edad me puse a hacer mandados a las vecinas y limpiar casas. Hoy lo recuerdo y me pregunto de dónde saqué la fuerza. Mi padre necesitaba agua para bañarse, pero en aquel tiempo no teníamos en casa agua corriente; un día descubrí un chorro en el barrio y cada mañana mi madre me ponía una garrafa en la cabeza, con un trapo de base para que no se moviera, y yo la llenaba de agua para luego transportarla hasta nuestra vivienda. Así conseguíamos asearle y, de paso, cocinar».

«No era amor, era amistad»

Lorenza Machín Alarcón, cuyo relato escucha atentamente su esposa, Carmen Cazorla, parece haber vivido mil vidas y de todas, por muy duras que hayan sido, surgen palabras bonitas que acompaña con una sonrisa. Rememora su periplo vital echando mano de la mesura. La majorera es, sin duda, un regalo para cualquier periodista.

Explica que a los 14 años, en la Tarfaya más humilde, conoció a quien sería su marido. Habla de él sin un ápice de rencor. «Fue el único hombre de mi vida y estuvimos 44 años juntos, 38 de casados, hasta que decidí separarme a los 58 años de edad. Me casé a los 20 y tuvimos dos hijos», cuenta Lorenza, quien reconoce que cuando inició aquella relación ninguno de los dos tenía información alguna sobre lo que significaba una vida en común, sobre una vida en pareja. «No era amor, era amistad», admite ahora.

Presume orgullosa de cómo reaccionaron sus hijos, Jesús y Estrella, cuando les confesó su tendencia sexual. A Jesús le dijo que era lesbiana «y hoy mismo», explicó entonces a su hijo, «una chica de quien estoy enamorada me ha dicho que no puede ser; que ella tiene otro objetivo en la vida y por eso me ha dejado». Su vástago, un hombre de más de 55 años en aquel momento, la sorprendió respondiéndole: «Mamá, ¿crees que no te he visto llorar? Esa muchacha no sabe lo que se pierde. No te ha conocido mamá. Si te conociera no habría hecho eso porque se está perdiendo a una mujer maravillosa». Estrella y Jesús, de hecho, acabarían siendo sus padrinos de boda: para ellos Lorenza es la mujer más fabulosa del mundo.

Esta majorera no duda en definir a sus hijos como «el mayor tesoro que me aportó aquel matrimonio». Hoy son dos personas adultas las cuales, con infinita complicidad, entienden mejor que nadie a su madre, una tolerancia inculcada gracias al ejemplo de Lorenza. Hablar con ella es un aprendizaje sobre el respeto, algo que por la edad y el recorrido vital de la compañera de Carmen Cazorla no deja de sorprender. Tanto que resultan comprensibles la cantidad de reconocimientos que ha recibido.

Esta mujer multipremiada acumula decenas de homenajes, honores y distinciones, desde recibir hace dos años el título de Hija Adoptiva de Las Palmas de Gran Canaria a ser premiada reiteradamente por colectivos LGTBIQ+ de Fuerteventura y el resto del Archipiélago aunque ella se siente especialmente orgullosa de su isla natal, la tierra donde han bautizado con su nombre una biblioteca pública. En su casa de Agaete también destaca una estantería llena de placas y trofeos en reconocimiento a su defensa por los derechos de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales. Tan admirable ha sido el tránsito existencial de Lorenza que pronto se entrenará un documental basado en su historia.

Así, a sus 77 años no cabe duda alguna de que la valiente y generosa esposa de Carmen es una canaria única porque Lorenza, aunque la vida se le puso muchas veces en contra logró ganarle la batalla hasta que, gracias al amor, consiguió transformarse en la mujer que de verdad quería ser.