Amor y odio a capote

‘Feud: Capote vs. The Swans’ (HBO Max) es una producción de Ryan Murphy sobre el enfrentamiento del escritor con sus antiguas amigas de la alta sociedad neoyorquina

Amor y odio a capote

Amor y odio a capote / LP/DLP

Juan Manuel Freire

La primera entrega de Feud, otra serie antológica del megaproductor Ryan Murphy, cocreador de American Horror Story, entre otros mil títulos populares, se centró en la conocida enemistad entre las actrices Joan Crawford y Bette Davis, que alcanzó su cenit de intensidad durante el rodaje de la mítica ¿Qué fue de Baby Jane? Dar continuación a tan glamurosa contienda iba a ser complicado; de hecho, Murphy y sus productores descartaron proyectos sobre Carlos y Diana y los debates del icono conservador William F. Buckley con el liberal Gore Vidal, quizá porque no hacían falta en un mundo donde ya existen The Crown y el documental Best of enemies.

Un camino se abrió ante ellos gracias a Capote’s women, el libro de Laurence Leamer sobre el escritor Truman Capote y las damas de la élite social neoyorquina con las que congenió, a las que traicionó y que, finalmente, acabaron enviándole al ostracismo. Escrita por Jon Robin Baitz y dirigida casi íntegramente por la leyenda viva del cine indie Gus Van Sant, la serie de ocho episodios Feud: Capote Vs. the Swans (HBO Max) es una traducción visual, apropiadamente lánguida, de ese relato de la lenta espiral descendente del ilustre autor de Desayuno con diamantes.

El actor británico Tom Hollander (villano gay de la segunda temporada de The White Lotus) aborda (y borda) un personaje ya encarnado antes por Philip Seymour Hoffman y Toby Jones en, respectivamente, Truman Capote e Historia de un crimen, ambas películas sobre el proceso creativo de A sangre fría, su famosa novela de no ficción sobre el brutal asesinato de una familia de Kansas. Aquí el afán es, sobre todo, explicar el epílogo de ambas películas: qué fue de Capote tras aquel gran éxito, por qué no volvió a publicar otro libro y acabó muriendo en 1984 por complicaciones derivadas de su alcoholismo.

Para aquellas mujeres bellas, glamurosas y elegantes, expertas en maneras y moda, Capote era «un accesorio deslumbrante en su mesa de comedor», según nos dice el propio Hollander en rueda de prensa virtual. Pero no lo tenían ahí solo para poder presumir de tener en casa a uno de los mejores escritores de su generación. Él sabía elevarles el ego, les recordaba que eran más listas que unos maridos poco atentos: «Estaba llenando un gran vacío en sus vidas emocionales», dice el actor. «Ellas sacaban mucho de aquello. Hasta que todo se torció».

Varios cisnes noqueados

La publicación en Esquire de un extracto de Plegarias atendidas, la que Capote pretendía que fuera su obra magna, una especie de revisión estadounidense de En busca del tiempo perdido, dejó noqueados a varios cisnes. El capítulo La Côte Basque 1965 se basaba en parte en la triste relación de Barbara Babe Paley (Naomi Watts) y su marido, Bill Paley (Treat Williams), el fundador de la cadena CBS, que le era infiel. Explica la propia Watts: «Babe abrazó su amistad con Capote como si fuera el mayor romance que hubiera tenido; sin sexo, pero eso solo ayudó a que fuera todo más profundo. Cuando llegó la traición, se desmoronó, igual que el resto, porque todas confiaban en él».

Para aquellas mujeres bellas, glamurosas y elegantes, expertas en maneras y moda, Capote era «un accesorio deslumbrante en su mesa de comedor», según nos dice el propio Hollander en rueda de prensa virtual

En aquella crónica semificcional de asuntos de sociedad, el personaje que más indiscreciones parafraseaba era Lady Ina Coolbirth, trasunto de Nancy Slim Keith (Diane Lane), icono de la moda por, así es, su delgadez y altura. «Creo que vio de lejos que Truman necesitaba ayuda y le ayudó en algunos momentos», recuerda Lane. Encargada en principio de llevar los acuerdos de Capote por A sangre fría, Keith acabó consiguiéndole al fiero Swifty Lazar como agente, colaborando así en que el escritor acabara llevándose más de dos millones de dólares por el libro.

Un hombre desesperado

El reparto de cisnes se completa con Chloë Sevigny como C. Z. Guest y una regresada Calista Flockhart como Lee Radziwill; además, tenemos a Demi Moore como Ann Woodward, aspirante fallida a miembro del clan, y Molly Ringwald como Joanne Carson, que nunca pretendió serlo, ni lo fue, y quizá por ello vemos convertida en algo así como la última amiga de Capote.

El veterano dramaturgo y guionista Baitz, creador de Cinco hermanos (cuyo reparto lideró la propia Flockhart), ha descrito esta historia como «la caída mortal de un hombre desesperado». De modo que no, no esperen la comedia negra, muy negra y caricaturesca, de la anterior Feud; esta entrega es más dramática, de tono a veces casi fúnebre, aunque a los más cinéfilos les divertirá la referencia a La burla del diablo, cuyo guion coescribió Capote con y para John Huston, o la recreación del rodaje de Un cadáver a los postres, un quién-lo-hizo en clave paródica con Capote como actor.

Misoginia de la sociedad

Pero a Ryan Murphy parecía interesarle menos Capote que los cisnes, a quienes describe como «las primeras influencers, solo que no hacían posts sobre ello». El productor quería hablar de «una generación de mujeres atrapada entre El show de Dick Van Dyke y la píldora, muy frustrada en muchas ocasiones con la misoginia de la sociedad». Según Murphy, «en la sociedad de diez años después, estas mismas mujeres habrían tenido negocios o marcas de éxito». Si la serie tiene ese tono apesadumbrado, debe ser porque, al fin y al cabo, habla de «lo más deprimente del mundo: el potencial perdido».

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