El pergamino de Clío

El camello como animal de guerra

El camello como animal de guerra

El camello como animal de guerra

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

El caballo es más veloz que el camello, se doma con más facilidad y es más sociable. Además, su fisionomía otorga mayor estabilidad al jinete. Sin embargo, el camello es mucho más resistente ya que soporta cambios drásticos de temperatura y puede sobrevivir durante días sin beber ni comer nada. La forma de su cuerpo hace que pueda soportar mayor cantidad de peso, algo que los caballos no toleran por mucho tiempo. Otra ventaja de este animal es que se mantiene con poco sustento, mientras, el caballo fue durante siglos un bien de lujo al alcance de unos pocos afortunados.

Los árabes, durante su expansión territorial, aprovecharon al camello arábigo y al dromedario como animales de guerra. Precisamente, los camélidos son animales adaptados a los territorios áridos y desérticos y, por ello, fueron aprovechados durante tres mil años como caballería militar.

No obstante, la historia del camello como animal de guerra no comenzó con el Islam. El primer documento que atestigua el uso de los camélidos en una batalla es de un texto del 853 a.C. en donde se explica que un rey los utilizó para evitar que el imperio asirio terminara con su pueblo. Otros reinos como los imperios persas emplearon también al dromedario y al camello y los romanos tuvieron unidades de caballería de este animal, los dromedarii, utilizados en las provincias orientales del imperio.

La forma de su cuerpo hace que pueda soportar mayor cantidad de peso, algo que los caballos no toleran por mucho tiempo.

Los persas y los bizantinos descubrieron que el olor de los camellos hacía que los caballos huyeran despavoridos, así que los usaron en el campo de batalla para disuadir a la caballería tradicional.

Al concluir la conquista de Persia en el 651 d.C., los caballos desplazaron al dromedario, el cual quedó relegado a animal de carga. Aun así, su papel siguió siendo crucial para apoyar algunas conquistas, sobre todo en el norte de África. Además, descubrieron que la combinación de ambos animales era ideal. Para alimentar a los caballos de guerra ocuparon largas caravanas de camellos que viajaban cargados de follaje y agua.

Al desarrollarse la tecnología armamentística, se aprovechó al camello arábigo como animal de tiro para cargar munición y cañones. El imperio persa safávida incorporó artillería ligera a la silla de montar conocida como zamburak, algo que adoptaron también los otomanos.

Los persas y los bizantinos descubrieron que el olor de los camellos hacía que los caballos huyeran despavoridos, así que los usaron en el campo de batalla

Más tarde, los ejércitos europeos también se fijaron en las ventajas del camello como animal de batalla. De hecho, Napoleón llegó a crear un pelotón de dromedarios que utilizó, principalmente, para trasportar a los soldados y los suministros. Más tarde se emplearon camellos para colonizar el norte africano.

Durante la Primera Guerra Mundial, bajo el mando de Lawrence de Arabia, una fuerza rebelde árabe atravesó el desierto en dromedario para sorprender a los otomanos que defendían la ciudad de Áqaba en Jordania. La resistencia del animal fue clave para lograr finalizar el durísimo viaje por el desierto, algo que el caballo no habría podido superar.

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