Proliferan las voces pidiendo a Europa que afloje un punto. ¿Le parece que toca?

Bruscamente ha habido un parón de la economía, con lo que ha desaparecido una importante cantidad de empresas. Dicen que estas situaciones de crisis sirven como purga y regeneran la sociedad y a las empresas. No estoy de acuerdo, muchas empresas podrían haberse salvado, pero hemos llegado tarde a tomar las decisiones. Ahora se han tomado todas deprisa y corriendo porque no quedaba más remedio. No echo la culpa a nadie, pero está claro que no se reaccionó a tiempo.

¿En la época buena llegó a pensar que se nos venía esto encima?

En el sector privado algunos tuvimos la visión de que había que cambiar las estructuras y ponerse la boina porque se veían venir tiempos malos. Algunas empresas lo hemos conseguido hacer, otras por tener una estructura más grande lo han tenido mucho más complicado. Pudieron hacer parte, pero no todo. Entre otras cosas por las trabas de la reforma laboral. Lo cierto es que no éramos competitivos y ahora empezaremos a serlo, pero mientras tanto, seis millones de parados. Además, no tenemos financiación y el nombre España está en entredicho.

Volvamos al principio. ¿Hay que cambiar la fórmula única de los recortes?

Lo van a tener que hacer, no va a quedar más remedio. No pueden seguir apretándonos, porque vamos a llegar la situación no de hace diez años, sino que el país va a retroceder cuarenta o cincuenta años y con unas infraestructuras que no podemos mantener. Éramos el octavo país más industrializado del mundo y se nos ha ido casi todo al traste. Ha sido un apretón muy fuerte de Europa. ¿Que lo hemos hecho mal? No pongo en duda que hemos gastado sin cuento, pero nos tienen que dar un respiro porque, de lo contrario, no vamos a poder escapar.

¿La clase política ha sabido conducirse en esta situación?

No ha sabido sobrellevar todos estos cambios. Ni ahora, con las consecuencias de lo que no se hizo en su momento, ni supo determinar que no debíamos meternos en la boca más de lo que podíamos cuando estábamos en pleno auge y desarrollo. Todos los alcaldes, los concejales, los políticos, los parlamentarios de las autonomías, etcétera, se han conducido por el y yo más. Hablo de todo el espectro político. Le sumamos la burbuja inmobiliaria, la politización de las cajas... Las noticias escandalosas no solo afectan a la bolsa y a la prima de riesgo, sino también a la moral de los españoles. Deberían de sanearse no solo las cuentas con Europa, sino también las internas, entre nosotros, y que los políticos asuman de verdad lo que tienen que asumir y los cambios que hay que hacer, estructurales, dentro de la política y del Gobierno de España.

¿Mejorar la transparencia también?

Hombre, evidentemente. Todos los cambios de los que hablo conllevan un aumento de la transparencia. No puede ser que haya capítulos económicos que no se conozcan. La historia del fondo de reptiles no puede ser universal. Cualquier estado tiene sus sótanos, pero tienen que estar controlados también. Todos los países deben tenerlos, pero eso no se paga contra facturas, y no hablo de dinero negro, sino de los fondos que tiene que tener cada país para emergencias y otras situaciones. Pero que sean los lógicos. Los presupuestos, cuando se hacen, que sean efectivamente finalistas. Y si hay que cambiar algo, ha de hacerse por la vía legal.

¿Le sorprende que surjan casos de financiación ilegal?

¿Financiación ilegal de qué?

Me estoy refiriendo a un hecho como el de Bárcenas.

Yo de todo eso no me creo casi nada. Hay un trasfondo político muy importante en todas estas noticias abracadabrantes. El problema es de todos los partidos políticos. Esto se parece más a un país bananero que a uno normal. Llevamos poco más de un año con un nuevo gobierno y ya estamos planteando un cambio. Se han hecho muchas cosas que había que hacer, otras están a medias e, incluso, otras mal, pero esto ha sido terrorífico, no se han dado ni los cien días de gracia a este gobierno. Ahora mismo no me gustaría ser de ningún partido porque la situación es complicada.

¿Se le ocurre alguna fórmula para mejorar esta situación de atoramiento?

Deben unificarse criterios entre partidos para hacer una pax romana y decir, vamos a lo que vamos, que es acabar con el paro o crear empleo o intentar cumplir los objetivos. Dejar las peleas de patio de vecinos a un lado y el partidismo al otro. Parece que es infantil lo que digo, pero es lo que un país con unos políticos con sentido de Estado debe hacer, tienen que dar al pueblo ejemplo de concordia para poder llegar a buen fin. Si no, esto parece una comunidad de vecinos en la que uno no paga, el otro no limpia... Eso no puede funcionar. España tiene que coordinarse y hablar.

¿Nos ve con pesimismo?

No. Lo que pretendo es dar una ilusión: España es otra cosa, por lo menos lo era y debe volver a serlo. No puede ocurrir que todo esté girando alrededor de los partidos políticos y que cada uno decida rápidamente cómo no dejar ni cumplir los mandatos de gobierno al oponente. La separación de poderes se ha perdido en España. Ni el judicial es independiente, ni ninguno, están mezclados y esa separación es lo que provoca seguridad en un país y, en definitiva, lo que produce el efecto democrático.

¿Cree eso de que Canarias saldrá antes de la crisis?

Antes era así, éramos los primeros en salir. Teníamos una serie de ventajas como los puertos francos, además del turismo, éramos los fenicios del Atlántico, pero eso ha cambiado. Además, había mucha emigración, no olvidemos que casi todos somos hijos de emigrantes que han retornado y han traído su riqueza y han dado a estas Islas otro nivel. Ahora tenemos además un paro muy elevado.

¿Le defraudaron los bancos?

A mí como persona, no. Los bancos han estado gravísimamente afectados por la crisis. No voy a echar la culpa a nadie, ni me voy a remitir a Lehman Brothers. En la banca ha habido una gran catástrofe. He hablado con algún banquero y le he comentado que se perdieron los modos. Es normal que se den facilidades para que los ciudadanos puedan acceder a determinados bienes, pero en Españ se ha hecho una cosa de locura, se ha prestado a quien no tenía ni una propuesta de futuro para poder devolverlo. Ni se puede pedir un préstamo desmesurado ni te lo pueden dar. El efecto es que se han descapitalizado los bancos, no cobran por la morosidad y viene el desastre. Por todo ello, la banca se ha vuelto desconfiada, se ha retraído absolutamente y ha pasado del todo a la nada. A las pequeñas empresas les han dado un palo terrible porque no hay futuro de crédito inmediato.

Y en medio de esa vorágine, ¿qué le parece lo ocurrido con La Caja?

Con esta y con todas. Es el gran escándalo y ha ocurrido por politizarlas, por conducirlas políticamente y no con actividad privada o con unos responsables propios. Se metieron las diputaciones, cabildos, etcétera, y el final es el que tenemos.

Se ha inyectado dinero público a los que peor estaban, se ha creado un banco malo para que alivien sus balances. ¿Hará falta algo más?

La señora Merkel tiene que plantear que la guerra económica, la tercera guerra, la han ganado ellos, y ahora tienen que ser clementes con el vencido. Deberían levantar ya las inapropiadas actuaciones para convertirse en liberalizadores del mercado de nuevo y que pueda volver a correr el crédito. Si solo es austeridad, aquí se acabó la guerra, no tenemos futuro.

¿Le perjudicó ser presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE)?

Hacía las declaraciones que tenía que hacer. No podía estar dejando de decir lo que había que decir y nos han castigado por ello.

¿Tardan menos en pagar las Administraciones ahora?

Con que se cumplieran los plazos normales que la ley manda..., pero no es así. Con nosotros la situación parece un despropósito y sé que afecta igual al resto de clínicas privadas. Cobrar se va cobrando, pero no nos pagan los intereses de demora y eso significa unas cantidades importantísimas.

¿Cuál es el clavo ardiendo al que puede agarrarse?

Han aumentado los seguros privados y nos defendemos más o menos con eso. Tiene también su inconveniente. La crisis también ha afectado a los precios de las pólizas privadas, que han tenido que abaratarse mucho para encontrar demanda y por algún lugar hay que romper el cable. Normalmente es por nuestra parte. Las aseguradoras intentan ponernos unos precios bastante difíciles de sostener.

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