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El Corte Inglés sigue en familia

La entrada de Marta Álvarez, hija de Isidoro Álvarez, y la próxima de su hermana Cristina perfilan un consejo con características inéditas en la historia del grupo

El Corte Inglés sigue en familia

La incorporación al consejo de administración de El Corte Inglés de Marta Álvarez Guil, una de las dos hijas adoptivas del anterior presidente de la compañía (Isidoro Álvarez, fallecido el 14 de septiembre) confirma la sucesión hereditaria de la segunda mayor participación accionarial en el control del poderoso grupo de distribución. En los próximos meses (quizá en la primavera) se espera que también sea nombrada consejera del grupo Cristina Álvarez Guil, hermana de Marta. Ambas incorporaciones y la designación el pasado septiembre de Dimas Gimeno, sobrino de Isidoro Álvarez, como nuevo presidente del grupo supone la ratificación por El Corte Inglés de su voluntad de continuar siendo una empresa de titularidad familiar.

Isidoro Álvarez (tercer presidente en la historia de la sociedad) y la Fundación Ramón Areces controlaban de forma conjunta más del 50% del capital del grupo -no es posible ser más preciso porque la empresa jamás ha desvelado de forma fehaciente su composición accionarial-. De dar por buena la versión confidencial de algún alto directivo del grupo, la Fundación controla el 40% e Isidoro Álvarez (ahora, sus herederos), el 25%. Ambas cifras deben tomarse como una referencia cualificada pero aproximada.

El destino de las acciones en poder de Isidoro Álvarez (el segundo mayor paquete de títulos tras el que posee la Fundación) era una cuestión capital para determinar las futuras mayorías de control del conglomerado.

Ahora, con la incorporación de Marta Álvarez al consejo, se confirma que Álvarez testó las acciones en favor de sus hijas adoptivas y de su viuda, María José Guil Navarro. Cabía suponer que esto iba a ser así porque en el consejo del 16 de septiembre en el que se nombró nuevo presidente a Dimas Gimeno Álvarez (hijo de la hermana de Isidoro Álvarez) se dejó sin cubrir un puesto en el máximo órgano de administración, lo que permitía presumir que se estaba aguardando a la formalización de la voluntad testamentaria de Álvarez.

El testamento

Aunque lo habitual es que los propietarios (y más en empresas familiares) dejen en herencia a sus hijos las acciones empresariales, esto nunca había ocurrido en los 80 años de historia de la compañía. Ni el primer presidente y fundador, César Rodríguez, ni su sucesor y sobrino, Ramón Areces, tuvieron hijos. Pero además de este hecho biológico, el discurso interno durante más de medio siglo en el seno de la empresa fue contrario a que el dominio de la empresa estuviese sometido al tradicional criterio hereditario. Lo habitual en la compañía es recomprar los títulos a los 1.500 directivos que tienen acciones si causan baja, se jubilan o fallecen. Lo que se transmite por lo común en herencia no son, pues, las acciones de El Corte Inglés, sino su importe, según una valoración que ha dado pie a algún conflicto en los juzgados.

De aquí que cupiera la duda de lo que pudiera haber testado Isidoro Álvarez. De hecho, durante los primeros 60 años de existencia del grupo tampoco hubo sucesión de títulos de padres a hijos entre los accionistas minoritarios. Ni siquiera en la familia fundadora. La primera vez que ocurrió fue en 1999, cuando falleció Celestino Areces, hermano de Ramón. Sus hijos recibieron las acciones en herencia aunque no la continuidad en el consejo.

Desde entonces, y para evitar esto, varios miembros de la dinastía (Luis Areces, David González, José Antonio García) blindaron sus derechos políticos y los de sus hijos traspasando sus títulos a sociedades de cartera, a las que designaron como titulares jurídicos de la participación accionarial y del puesto asignado en el consejo. Esto mismo parece que hizo Isidoro Álvarez, cuyas acciones aglutinó en la sociedad Cartera de Valores IASA.

Con la entrada de sus primas en el consejo se confirma que Dimas Gimeno afronta una etapa inédita en la historia del grupo: es el primer presidente que -hasta donde es posible concluir- no es titular de ninguno de los mayores paquetes accionariales de la sociedad. Hay al menos tres accionistas, incluida la Fundación, con mayor posición.

También es el primer presidente que cohabitará en el consejo con un vocal ajeno a la familia y al equipo directivo (el financiero Manuel Pizarro, que fue designado por Isidoro Álvarez en julio, dos meses antes de que éste falleciera) y el primero también que convivirá con parientes que, hasta donde se colige -dado que el grupo no explica las posiciones accionariales-, disponen de una mayor participación que la suya en la propiedad del conglomerado empresarial.

Gimeno llegó al consejo en 2010 en representación de una sociedad de cartera (Ingondel) que había sido propiedad de sus primos González. Ingondel controlaba en ese momento el 6%. Se estima que los hijos de Luis Areces superan esta posición (se les atribuye el 10%) y la viuda e hijas adoptivas de Álvarez están en torno al 25%. El control de la Fundación Areces, cuyo patronato está integrado por directivos y por dos miembros de la familia fundadora, es por ello capital en la determinación de las mayorías.

Marta y Cristina Álvarez Guil nacieron como Marta y Cristina del Rey Guil. Sus padres regentaban una famoso local de hostelería en el Madrid de los años 50 y 60, el Riscal, en la calle de Marqués de Riscal, que frecuentaban artistas, políticos, gente del espectáculo, empresarios y periodistas. Fue famoso por sus paellas y también por sus espectáculos musicales y de flamenco. Ramón Areces e Isidoro Álvarez lo frecuentaron, sobre todo los sábados, al cierre de las tiendas, y de ahí surgió una creciente amistad con el matrimonio propietario: Alfonso del Rey Cámara (popularmente conocido como Camorra) y María José Guil Navarro.

Un largo noviazgo

Alfonso del Rey falleció en 1967, cuando las dos hijas del matrimonio eran muy pequeñas. La relación de amistad de la viuda con Isidoro Álvarez, soltero, evolucionó a noviazgo, que se prolongó durante más de 20 años. No se casaron hasta 1992 o 1993 (el enlace no se hizo público), cuando Álvarez estaba cerca de cumplir 60 años y llevaba tres en la presidencia de El Corte Inglés.

Durante esa larga relación de pareja, Isidoro Álvarez ejerció a todos los efectos como padre y tutelador de las hijas de su esposa, que siempre vieron en el entonces director general y luego presidente de El Corte Inglés el progenitor del que habían carecido por la prematura muerte de su padre. Álvarez se preocupó de su formación en España y en el extranjero y las animó a desarrollar sus propias carreras profesionales al margen del grupo de grandes almacenes.

Marta y Cristina Álvarez siempre han dicho a su entorno más cercano que Isidoro Álvarez actuó en todo momento como un verdadero padre.

Cuando Álvarez y Guil oficializaron su matrimonio, el ya presidente de El Corte Inglés adoptó a sus hijastras como hijas y les dio su apellido. Poco después las incorporó a la plantilla laboral de El Corte Inglés.

De acuerdo con el rito iniciático habitual en la casa -heredado de la tradición de los negocios cubanos y norteamericanos, en los que se inspiraron tanto El Corte Inglés como su rival y pionero, Galerías Preciados, fundado por un pariente- las hijas de Álvarez pasaron por diferentes secciones de venta en las tiendas y en otros departamentos hasta incorporarse a los servicios centrales de la compañía.

Marta Álvarez Guil es licenciada en Derecho y trabajó en la casa de subastas Sotheby's.

Está casada desde 2000 con Juan Claudio Abelló Gamazo, hijo del financiero Juan Abelló, compañero de algunas cacerías de Isidoro Álvarez, y de Ana Gamazo Hohenlohe, descendiente de una dinastía vinculada a la política y los negocios de la España de la Restauración. El matrimonio tiene dos hijos. Marta Álvarez trabaja en la dirección de Compras de El Corte Inglés.

Cristina Álvarez Guil está casada con Iñaki Álvarez-Valdés Flórez de Quiñones, cuya familia participa en una constructora con relevantes figuras de El Corte Inglés. El matrimonio tiene dos hijos. Cristina Álvarez trabajó en una empresa de su cónyuge (dedicada a la organización de cursos de formación en el extranjero) y ahora forma parte de la plantilla del grupo de distribución.

La llegada al consejo de Marta Álvarez y próximamente de su hermana Cristina afianza la normalización de la presencia femenina en un consejo de administración en el que durante más de 60 años sólo hubo hombres. La primera mujer consejera fue una hija de Luis Areces: se incorporó en 2002. Ahora ya hay tres: un tercio del total. La igualdad de género progresa en El Corte Inglés aunque sigue siendo una asignatura pendiente: la compañía tiene 47.434 vendedoras y 18.283 vendedores, pero en los puestos directivos la mujer aún escasea.

La otra asignatura pendiente para Gimeno será la necesaria renovación a corto y medio plazo, por estrictas razones biológicas, de la mitad del consejo. De sus nueve miembros, cuatro proceden de la dinastía fundadora. Estos se han renovado y rejuvenecido íntegramente entre 2002 y 2014. Pero esto no ha ocurrido en el resto del máximo órgano de dirección. Entre los que son consejeros a la vez que altos ejecutivos (aquellos que proceden de los cuadros de mando del grupo), dos son octogenarios y otro sexagenario, al igual que lo es el único administrador que no procede de las filas ni de la familia ni de la empresa.

Aunque la casa ha sido muy dada a la gerontocracia y ha primado la permanencia mucho más allá de los 65 años como un valor genuino de la organización, parece probable que el actual consejo sea -en la parte que corresponde a los directivos promocionados- un órgano de transición entre la anterior etapa y la nueva: la que desde septiembre pilota Dimas Gimeno, quien este año cumplirá 40.

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