Hace cinco años que las hermanas Saray y Elizabeth Rodríguez decidieron dar un giro de 180 grados a sus vidas para no dejar morir, o en manos extrañas, el negocio quesero que fundaron sus padres hace más de tres décadas.
Saray, de 35 años, trabajaba como auxiliar de enfermería y Elizabeth, de 29, había terminado la carrera de Relaciones Laborales. "O lo retomábamos nosotras o lo cerraban", asegura la menor de las dos. "Pasito a pasito" dieron el salto al sector primario hasta sumergirse de lleno en él. Con la ayuda de tres empleados, ambas comandan un rebaño de 1.000 cabras y producen 150 kilos de queso al día.
"Desde fuera parecía que requería menos esfuerzo", reconoce Elizabeth, ya que su jornada comienza a las cinco y media de la mañana, o una hora más tarde, en función del día. Pero la dureza del trabajo no es excusa para ellas, que cada día se levantan con la satisfacción de saber que están dándole continuidad al trabajo de sus padres.
La Quesería Felipa toma el nombre de su madre, quien aún continúa "echando una mano" a sus hijas si bien la intención es que se jubile pronto. "Casi me da a luz en la ordeñadora", apunta Elizabeth entre risas. El haber crecido en ese entorno le permitió, al igual que a su hermana, conocer desde pequeña muchos de los entresijos del oficio.
Sin embargo, eso no fue excusa para que las jóvenes se acomodaran en el pasado. Desde Casillas del Ángel, situado a unos diez minutos en coche de Puerto del Rosario, las hermanas han encandilado por su maestría a la hora de aunar creatividad y tradición. La innovación es un pilar fundamental de su quesería.
Además de los quesos con denominación de origen, elaboran este alimento con coberturas especiales bajo la marca Quesos Valbiro. Los de tuno indio, vino tinto, gofio, albahaca, ajo o miel con nueces forman parte del repertorio de 16 variedades que pueden encontrarse entre las paredes de su quesería.
El de tuno indio llama la atención por su color, que no solo se limita a bañar el queso por fuera, sino que también se adentra unos milímetros hacia su interior. La hermanas recurren a ingredientes poco habituales en la elaboración de sus productos para poder "competir" y diferenciarse en el mercado.
"Es una satisfacción personal poder innovar y sacar hacia adelante algo que es nuestro", sostiene Elizabeth. En Fuerteventura, relata, cada vez más jóvenes se lanzan al sector primario para poner en marcha ganaderías o explotaciones de agricultura ecológica. "Siempre hay que hacer algo que te guste o al menos intentarlo", sentencia.
