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Inversión Las sicav y la inestabilidad de los mercados

La convulsión de los mercados riega de pérdidas las fortunas del Archipiélago

Las sicav canarias no logran escapar de la fuerte volatilidad que mostraron los mercados el año pasado

La convulsión de los mercados riega de pérdidas las fortunas del Archipiélago

Ningún inversor financiero logró eludir la volatilidad registrada por los mercados en 2018. "El mejor fondo [de inversión] perdió un 0,11%", expone el director de Renta 4 Banco Gran Canaria, Mariano Sanginés. Dadas las circunstancias, un signo negativo de dimensión reducida se convirtió en un gran resultado. No hubo un solo resquicio por el que escapar y, lógicamente, tampoco pudieron hacerlo las sociedades de inversión de capital variable (sicav) canarias, los vehículos a través de los que las grandes fortunas buscan rentabilizar su patrimonio.

Según los datos que obligatoriamente deben depositar en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), al cierre del tercer trimestre del año pasado solo dos sicav de raíz canaria conseguían eludir las pérdidas: Maui Investments y Sau D'inversions. La primera, presidida por Gansham Mirwani, administrador único de, entre otras, Desarrollo de Negocios Mir Canarias, dedicada a la intermediación financiera, se anotó un meritorio 0,62% de beneficio. La segunda, con Luis Suárez al frente, sumó el 0,07%.

Esos números del último día de septiembre dejan intuir el tamaño del batacazo que tuvieron que digerir las sicav isleñas cuando las campanadas dieron por finiquitado el último ejercicio. "La sangre llegó precisamente en el último trimestre", expresa de modo gráfico Mariano Sanginés. Complementa este apunte "el 3%" en que se redujo "el patrimonio de los fondos en España", según expone el socio director de Pharum Capital, José Ignacio González.

La confluencia de diversos factores elevó la inquietud de los inversores de todo el mundo, lo que devino en la mencionada volatilidad que regó de números rojos los mercados. En el último trimestre del año recién finalizado, la premier británica, Theresa May, se sentó con los rectores de la Unión Europea (UE) para negociar la desconexión de Reino Unido. El brexit es un proceso que tendrá consecuencias de grueso tamaño para los intercambios comerciales, además de tener por protagonista al país que concentra la mayor actividad financiera de todo el continente.

Eso provocó que las bolsas iniciaran el descenso, que se detuvo cuando pareció alejarse la posibilidad de un brexit duro. La calma no se despojó nunca de la condición de presunta, tenía la fecha de caducidad a la vuelta de la esquina. Allí aguardaban las dificultades a las que desde entonces se enfrenta May para convencer a la mayoría de los Comunes de que el documento pactado con Jean-Claude Juncker -presidente de la Comisión Europea (CE)- no es un mal acuerdo y siempre mejor que un intempestivo portazo de inquietantes consecuencias para ambas partes.

La UE abordó, además, estas conversaciones en un clima enrarecido por los desaires italianos. Hasta el último octubre, Bruselas había puesto algún pero a proyectos presupuestarios de diferentes países miembros -España incluida-, pero nunca antes los había tirado a la papelera y había pedido que se rehicieran. "Los italianos están primero", contesto el primer ministro Matteo Salvini, quien añadió que su país había decidido dejar de "ser un sirviente de unas reglas tontas".

Ya en la segunda mitad de diciembre llegó un principio de entendimiento, pero para entonces los mercado habían hecho una muy mala digestión el rifirrafe, traducida en caídas apreciables en las principales plazas europeas.

Sin abandonar el proyecto común, se cumple un mes desde que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció el fin de la política de compra de deuda soberana puesta en marcha en el verano de 2012, cuando la ofensiva especuladora puso a España al borde del rescate e hizo trastabillar al euro. Desde entonces, las adquisiciones de deuda de países miembros ha supuesto 2,6 billones de euros a las arcas europeas. A partir de ahora solo se recomprarán los títulos que se amorticen, es decir, los bonos que alcancen su plazo de vencimiento.

Ni la renta fija pudo escapar, por tanto, del fuerte resfriado, con lo que ni las sicav más conservadoras, aquellas en cuyas carteras tiene mayor peso la deuda de los estados y la de las empresas, lograron acabar el año con buena salud. Por más que tuvieran descontado ese anuncio, n contaron con un refugio de garantías en el que guarecerse.

Las tensiones comerciales entre la Administración Trump y el gigante chino y la aparición en la mesa de debate del tamaño que tendrá la segura desaceleración de la economía terminaron por hacer el resto. Más madera para terminar de convertir un año inestable en decididamente horribilis para la inversión.

Por todo ello, Mariano Sanginés asegura que incluso las sicav que lograban esquivar los números rojos en el tercer trimestre "puede que cerraran el año" con pérdidas de entre "el 5% y el 6%". Peor les fue a las que como Escopeldos, presidida por Ignacio Díaz de Aguilar, acumulaban ya una caída del 6,99% en el último día de septiembre.

Por otro lado, parece que, al menos de momento, se ha frenado la desaparición de este tipo de vehículos para la inversión. Cuando Ciudadanos incluyó la entrada a fondo en las sicav para poner orden como condición para apoyar la investidura de Rajoy, desaparecieron ocho con pedigrí canario.

La normativa exige que en cada una ella haya al menos cien partícipes reales. Es decir, no sirve que uno acapare el 99% de los títulos y los otros 99 integrantes - mariachis, según el argot en casos como este- se repartan el 1% restante. Ante la llegada de ojos fiscalizadores, muchas prefirieron convertirse en fondos de inversión, con lo que continúan pagando al fisco solo el 1% de los beneficios. Ahora bien, tampoco es esa una medida aséptica, como lo demuestra el hecho de que Hacienda tenga abiertos varios expedientes para comprobar que la maniobra de conversión no tiene como único objetivo eludir el pago de impuestos.

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