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Nuevo varapalo al sector turístico

"Me siento más segura aquí"

Cientos de británicos aterrizan en Gando a pesar de la cuarentena decretada por Londres - "En mi país estamos peor", asegura Elizabeth

Un hombre aguarda en la zona de llegadas del aeropuerto de Gran Canaria. JUAN CARLOS CASTRO

Reino Unido comenzó a gestionar la crisis del coronavirus con la controvertida estrategia de buscar una inmunidad colectiva a través del contagio de casi toda su sociedad. Una vez fracasado este atrevido modelo, el país se sumó al inevitable confinamiento que ya habían asumido la mayor parte de las naciones europeas. Ahora, con una tasa de 13,9 positivos por cada 100.000 habitantes, frente a los 5,8 de Canarias, ha extremado el celo a la hora de evitar una segunda oleada de contagios en su país que vuelva a descalabrar la sanidad y la economía, desaconsejando viajar a España -con los dos archipiélagos incluidos ayer- y estableciendo una cuarentena para todos aquellos que lleguen procedentes del territorio nacional. Dos semanas de reclusión obligatoria, controlada por la policía y cuyo incumplimiento puede acarrear multas de mil libras -más de mil euros-. Un escollo insalvable para el turismo canario y balear que, sin embargo, ayer se saltaban centenares de turistas británicos que llegaban al aeropuerto de Gran Canaria. A la misma hora, a las 10.45 horas, aterrizaban en Gando dos aviones, uno de Ryanair procedente de Bristol y otro de TUIfly de Manchester -donde apenas hubo cancelaciones, según explica la compañía-, con decenas de ingleses deseosos de pasar sus vacaciones en tierras grancanaria.

Una medida "excesiva"

"Yo me siento más segura aquí que en mi país", afirmaba Elizabeht nada más bajar de su avión procedente de Manchester. "A pesar de que mi Gobierno recomiende no volar a España, yo sé que en Canarias la incidencia del virus es menor porque sigo de cerca las noticias", aseguraba esta trabajadora de marketing de una pequeña empresa que decidió proseguir con su viaje porque podrá teletrabajar cuando regrese a su ciudad. Sin embargo, dos amigas con las que iba a encontrarse en Gran Canaria optaron por cancelar sus vacaciones ante la imposibilidad de quedarse encerradas durante dos semanas en sus casas y no acudir a sus puestos de trabajo.

"A mí me parece excesiva la medida", explicaba Elizabeth, "aunque es cierto que a veces igual es mejor pecar de ser demasiado precavidos que volver a los errores del principio, que luego hemos pagado muy caro". Ahora, le esperan diez días de desconexión en el sur que no piensa desaprovechar aunque, eso sí, va a hacerlo con todas las medidas de precaución que dictan las autoridades sanitarias y el propio sentido común.

"Sólo quiero tomar el sol"

Mucho más radical que esta empleada de marketing se mostraba un joven mecánico de Bristol que prefería no decir su nombre ante la contundencia de sus declaraciones. "Mis vacaciones son sagradas, me da igual si me despiden", aseveraba con rotunda franqueza, aun a sabiendas de que el teletrabajo en su profesión no resulta factible.

Con los ojos brillantes por la ilusión de desconectar, este británico criticaba duramente la medida tomada por el Gobierno británico. "Ahora están intentando hacer lo que no hicieron al principio, cuando casi hunden a todo el país con su idea de que era mejor hacer como si no pasara nada. No sé en qué estaban pensando, no sé si creían que el virus iba a pasar de largo sólo por ser los más listos y los más guapos", ironizaba este joven de Bristol que tenía dos planes muy claros que pensaba cumplir a rajatabla: "tomar el sol y no hacer nada de nada".

Con mucha más cautela se expresaba Peter Stone, un jubilado que junto con su mujer no dudó en montarse en un avión y venir a un país en el que sus autoridades no confían. "A mí Canarias me parece seguro, siempre me lo ha parecido. Hemos venido varias veces, tanto a Gran Canaria como a Tenerife, y estamos encantados con la amabilidad de sus gentes y con el trato que nos dan. Nunca nos hemos sentido intranquilos y esta visita no va a ser una excepción", aseguraba Stone.

"Nos da igual encerrarnos"

No obstante, y a pesar de esta paz que le transmite el Archipiélago, no cuestionaba la cuarentena establecida por el Gobierno de Boris Johnson y defendida por todos sus ministros, embajadores y secretarios de Estado. "Si Johnson dice que esta medida es necesaria, será que lo es", aseguraba sin dudarlo. Ni él ni su esposa, también jubilada, tienen problemas a la hora de quedarse dos semanas sin salir de casa. "Ya estuvimos encerrados en lo peor de la crisis del coronavirus porque los dos somos mayores y temíamos enfermar. Hacíamos la compra por internet y tenemos un pequeño jardín, así que para nosotros fue muy llevadero, fue incluso muy agradable", aseguraba Stone.

"No puedo pagar la multa"

Una visión menos idílica del confinamiento tiene la joven Susan Warren, a quien con apenas 22 años lo que menos le apetece es volverse a ver entre cuatro paredes. Sin embargo, y a pesar de las noticias y de los consejos de su Gobierno, esta estudiante no dudó a la hora de seguir adelante con este viaje que había programado con su novio. "Mis padres me dijeron que igual era mejor que no viniera, pero nosotros teníamos claro que no íbamos a cancelarlo", explicaba convencida de que había tomado la mejor decisión.

De nuevo, y tal y como argumentaron también sin éxito las autoridades españolas y canarias ante el Gobierno británico, Susan hacía hincapié en los buenos datos epidemiológicos de las Islas, que se había aprendido de memoria. "Aquí apenas hay casos de coronavirus y ha habido muy pocos rebrotes, me parece injusto que se trate a las Islas con el mismo rasero que al resto del país, cuando aquí en Canarias la situación es muy diferente", se quejaba esta joven que, aunque no comparte la cuarentena, explicaba resignada que no le quedará otra que cumplirla. "Yo no tengo mil libras ahorradas para pagar la multa y estoy segura de que mis padres tampoco van a estar dispuestos a pagarla por mí", bromeaba.

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