- ¿Cómo explica el pulso que mantienen los mercados con el poder político?

- El gran problema que tiene Europa en este momento es la deuda soberana. Eso es lo que determina y condiciona el comportamiento de la macroeconomía, las bolsas y las acciones. Por tanto, el asunto realmente grave que se debe dilucidar es cómo resolver la crisis de deuda soberana en Europa.

- ¿No basta con las medidas que se están adoptando?

- Se podría hacer mucho más si hubiera una voluntad política meridianamente clara.

- ¿En qué ámbito debe fraguarse esa voluntad política?

- Siempre en Europa.

- ¿Es poco, por ejemplo, el acuerdo alcanzado esta semana entre Nicolas Sarkozy y Angela Merkel para crear un gobierno económico y obligar a los Estados a mantener el déficit a raya desde sus respectivas Constituciones?

- Son mensajes que están bien, pero esa reunión tendría que haber servido para concretar el calendario y los detalles del paquete de medidas aprobado por el Consejo de la Unión Europea del mes de julio. Allí se acordaron asuntos muy importantes para la estabilidad y el gobierno económico-financiero de Europa que faltan por concretarse y sacar adelante. En vez de concretar esos pasos y avanzar en esa senda, se ha lanzado un mensaje que no está mal y no es contraproducente, pero no era lo esencial en este momento.

- Dicen algunos analistas que es un buen momento para invertir en bolsa, ¿usted también lo cree así?

- Depende de cómo se resuelva la crisis de la deuda soberana. Es que esta crisis pone en cuestión la misma Unión Europea y la moneda única. Estamos en un escenario de ruptura de la moneda única y en este momento nadie es capaz de visualizar cómo sería la economía de cada uno de los países que hoy estamos integrados en el euro, y singularmente de España, fuera de él. La primera duda a despejar es la pervivencia del euro. Mientras eso esté en cuestión, resulta tremendamente difícil hacer ningún pronóstico.

- ¿De verdad podemos pensar que desaparezcan este modelo y esta moneda?

- ¿Por qué no? Será una catástrofe, pero ya hemos conocido catástrofes muy gordas en Europa. Tenemos una cierta capacidad para crearlas.

- ¿Y cuánto suma a la creación de esa situación la indisciplina financiera de los países?

- Insisto en que lo que está encima de la mesa es la fiabilidad del euro, ya no se trata de si hay países indisciplinados como Grecia e Irlanda o, incluso, España. Se trata de un ataque a la permanencia en el euro de España e Italia que, manifiestamente, arrastraría a la Unión Europea. La mejor prueba de ello es que los últimos conatos especulativos fueron contra Francia.

- ¿Hay alguien que juega con las tensiones de la deuda para obtener el máximo rédito?

- Evidentemente hay especulación en el mercado y la gravedad de esta especulación es que se basa en el ganar o ganar. Lo más importante para minimizar el impacto de estos especuladores es enfrentarlos al riesgo de ganar o perder. Ellos apuestan a que Irlanda es insolvente, por poner un ejemplo. Provocan una caída de los precios de la deuda de los países diciendo que ese país es insolvente o lo va a ser, pero están absolutamente seguros de que Europa va a salir al rescate, es decir, no va a haber default. Al final, la UE está salvando, entre otros, a los especuladores.

- ¿Y cómo se puede actuar para evitar estas prácticas?

- La primera regla para frenar cualquier especulación es que el especulador pueda perder dinero. Sirven intervenciones como la realizada por el Banco Central Europeo (BCE) comprando deuda soberana de España e Italia, pero antes y con más energía. También el mecanismo de estabilidad europea aprobado en la cumbre del mes de julio.

- Fue el primer presidente de la CNMV. ¿Cómo ha cambiado la actividad bursátil en estos 23 años?

- Radicalmente. No existe la mínima comparación posible. En el año 1988, la bolsa la movían agentes de cambio, funcionaba por un sistema de corros, no existían productos derivados, no había contratación electrónica, las acciones eran de papel. En aquella época no había un sistema de supervisión mínimamente serio y el volumen de negocio se ha multiplicado por cientos de veces.

- ¿Eran mercados menos agresivos que los actuales?

- Eran mercados muy pequeños, muy poco controlados y muy poco transparentes, en los que era muy fácil la manipulación de precios y donde los agentes de cambio y bolsa tenían una enorme capacidad para adjudicar órdenes ganadoras o perdedoras a unos u otros.

- Pero no podían influir en las economías mundiales.

- Desde luego la española no. Era un mercado muy aislado del mercado mundial.

- Durante dos años fue ministro de Industria y Energía. ¿Qué diferencias encuentra entre la política de hace 25 años y la actual?

- Los gobiernos y los partidos de la transición teníamos la necesidad de tomar decisiones olvidando el coste político inmediato. Un ejemplo es la reconversión industrial. Que el PSOE se lanzara a hacer una reconversión industrial tan dura asumiendo el coste electoral que conllevaba, hoy sería impensable.

- ¿Qué recuerdos tiene de aquella reconversión?

- Fue de una extraordinaria dureza. Conllevó un proceso de cierre de empresas y reestructuración de plantillas muy enérgico y además en los sectores en los que la mano de obra estaba más sindicalizada. Estamos hablando de la siderurgia, los astilleros, la minería del carbón, la industria armamentística...

- ¿Le causó temor la respuesta de los obreros?

- Me causó mucha preocupación. El momento más dramático para mí se refleja en una fotografía publicada en los periódicos con dos guardias civiles acorralados por los obreros en Santander. Cuando vi esa imagen pensé: menos mal que no dispararon. Al verse acorralados pudieron haber reaccionado de otro modo y eso no lo controla nadie.

- En el ámbito del Gobierno, ¿qué diferencias encuentra entre el de Felipe González y el actual de Zapatero?

- La diferencia se deriva de cómo ha cambiado la política en España. Los gobiernos de Felipe González estaban imbuidos de una especie de misión a largo plazo que incluía, por ejemplo, modernizar el país, resolver el problema militar, avanzar en la integración de España en Europa... Todos objetivos a largo plazo, mientras que las consideraciones electorales jugaban un papel secundario.

- Su partido está en el Gobierno de Canarias después de 18 años. ¿Qué lectura hace de esta circunstancia?

- Fue una pena no formar gobierno en las elecciones anteriores. Ahí se cometió un error. Se tenía que haber gobernado cuando se ganó, porque ahora va de acompañante de otro partido que ha obtenido más votos. Es positivo pero me habría gustado mucho más hace cuatro años.

- ¿No aprueba entonces la forma en que condujo la situación López Aguilar?

- Los pactos son inevitables y llegar a un acuerdo en una postura de fuerza siempre es mejor que hacerlo en una posición de debilidad.

- Dicen desde el Gobierno de Canarias que saldremos antes de la crisis gracias al turismo. ¿Cree que será así?

- Los nubarrones que se ciernen sobre la economía española y europea son tan gruesos que pensar que una región puede salir antes de este marasmo económico no es un asunto capital. No concibo que una región pueda salir en medio de estas amenazas de una situación de crisis tan profunda como la que tenemos si no lo hace el conjunto del país y si Europa no tira.

- ¿Va a haber una segunda recesión?

- Estamos en riesgo de que la pueda haber. Tenemos un débil crecimiento económico, tanto en Estados Unidos, como en Japón y en Europa. Esa debilidad proviene de que no se han restaurado los equilibrios básicos después de la crisis de 2008 y 2009. La debilidad del sector financiero internacional sigue estando presente.

- ¿Y cómo influyen los recortes fiscales?

- En el mismo sentido. Los recortes rápidos y profundos que ha acometido Europa tienen un efecto depresivo sobre la economía.

- ¿Pasa la solución por África y otros nuevos mercados?

- Forzosamente hay que mirar hacia allí. De hecho lo que mejor se están comportando en la economía española son las exportaciones.

- Como consejero de Repsol, ¿podrá aguantar esta compañía la aparición de posibles inversores extranjeros?

- No veo ninguna amenaza a la españolidad de Repsol.

- Sacyr es el principal accionista de Repsol y ahí sí existe una batalla por el poder. ¿Tampoco ve la amenaza si hay cambios en esa constructora?

- El 20% que posee Sacyr no amenaza la españolidad de la compañía. Sinceramente, no veo esa amenaza para Repsol.

- ¿Qué va a ocurrir en las próximas elecciones el 20-N?

- Desearía que las encuestas se equivocaran. Poco más puedo decir al respecto.