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Creación de empresas | Emprender en crisis

«Abrí porque prefiero fallar a tener miedo»

Jon Rueda puso en marcha su cafetería Caracolillo Coffee poco antes de iniciares la segunda ola

Jon Rueda en su cafetería Caracolillo Coffee. Juan Carlos Guerra

Jon Rueda llevaba planeando abrir su propia cafetería dedicada al café de especialidad desde 2014 y decidió que la llegada de la pandemia y la crisis económica que la acompañó, no lo iban a echar todo por tierra. En octubre del año pasado, poco antes de que la segunda ola comenzara a hacer estragos y los locales de hostelería tuvieran que enfrentarse a duras restricciones que afectaron mucho a la actividad, Rueda comenzó a recibir a sus primeros clientes en Caracolillo Coffee, su local ubicado en el número 110 de la calle León y Castillo en la capital grancanaria. «Emprendí en 2020 porque llevaba tantos años diciéndolo que me daba igual la pandemia, preferí fallar a tener miedo», asegura este nuevo hostelero que decidió apostar por esta actividad, en uno de los peores momentos que ha pasado este modelo de negocio. «Cuando me dieron las llaves del local se me cayó el mundo encima, pero aunque no estoy en el momento que hubiera deseado tras tantos meses, no me puedo quejar», reconoce.

Apasionado por el café desde que hace ocho años lo descubrió tras finalizar la carrera de Ciencias Políticas, hizo todo lo posible para que se convirtiera en su actividad profesional. Ahora, regenta esta cafetería en la que ya cuenta con varios empleados.

Este hostelero afirma que empezó «con solo 64 euros en la cuenta y muchas facturas que pagar»

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«Emprendí gracias a mis ahorros, con recursos propios y un pequeño crédito», explica, aunque reconoce que no ha sido sencillo, ya que la caída del consumo le ha condicionado mucho. «Los primeros meses trabajaba solo, tenía 64 euros en la cuenta y muchas facturas que pagar», pero poco a poco fue obteniendo respuesta de una clientela que ya se ha aficionado a tomarse el café cada mañana en el Caracolillo Coffee.

Rueda asume que las restricciones que a lo largo de los últimos meses se les han impuesto a los locales de hostelería para luchar contra la expansión del virus no han sido fácil de sortear, pero agradece que no le hayan costado el cierre como sí les ha ocurrido a muchos otros empresarios. «En mi caso, la carencia ha sido mi oportunidad», apunta, ya que hasta el momento de la apertura de su cafetería «no existía en Las Palmas» este tipo de negocio.

Respecto a los trámites para iniciar su actividad, los considera mucho más complicados que en Australia, donde también ha trabajado. «Allí me hice autónomo por internet en 15 minutos y no pagaba cuotas solo un porcentaje por mi facturación» y admite que sin el asesoramiento de la Confederación Canaria de Empresarios «habría sido muy difícil».

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