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La flota pesquera de las Islas cierra la peor zafra de atún de la historia

La temporada de patudo acaba con un 70% menos de capturas que en 2019 | Los pescadores culpan a los atuneros vascos y franceses de la escasez de peces

Imagen de archivo de descarga de atún en el puerto de Arguineguín, al sur de Gran Canaria. | | LP/DLP

La flota atunera canaria pasa por su peor momento. «No recuerdo un año tan malo como este en las cuatro décadas que llevo pescando», afirma el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Arguineguín, Ricardo Ortega. Durante la zafra que acaba de terminar su barco ha capturado apenas dos toneladas de bonito listado, frente a las 25 que apresó el año pasado. Una situación que no es nueva para los pescadores. Llevan años observando la disminución del número de túnidos que llegan a las aguas canarias y con un tamaño cada vez menor. Los pescadores canarios capturaron 2.470,29 toneladas de patudo durante esta temporada, que se cerró el 15 de septiembre, mientras que en 2020 la cifra alcanzó las 6.902 toneladas, un 65% más, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca y del Gobierno de Canarias. Si se compara con los datos anteriores a la pandemia, los atuneros canarios han reducido el número de capturas de patudo en un 70% con respecto a 2019.

Para encontrar parte de la explicación a la delicada situación por la que atraviesa el sector en las Islas hay que mirar hacia la flota cerquera vasca y francesa, que se trasladan hasta las costas de África para la captura del atún. «No tienen un control del tamaño del pescado, todo va a la bodega», de nuncia Ortega. «Están haciendo un desastre».

El principal peligro de estos atuneros es que emplean dispositivos de concentración de peces (DCP o FAD, por sus siglas en inglés). Se trata de unos instrumentos equipados con sensores que atraen a los túnidos, que se van acumulando en ese punto. Así, desde tierra, los pesqueros saben a dónde acudir para capturar una mayor cantidad de peces con sus redes. Además, estos objetos actúan como «muros» que frenan el tránsito de los atunes, con lo que difícilmente llegan hasta las aguas canarias. «Llevamos años quejándonos de esto, pero nadie hace nada porque la política pesquera europea es una mentira basada en palabras como pesca sostenible», sentencia Ortega.

Frente a estas capturas masivas está la pesca tradicional de los atuneros canarios, basada en el sistema de «un hombre, un anzuelo», por lo que los pescadores de las Islas no tienen manera de competir con los grandes buques de arrastre. «El bonito listado no tiene cuota y se ensañan con esta especie. Además, hemos detectado que el atún de aleta amarilla (Thunnus albacares) está prácticamente desaparecido y tememos que ocurra lo mismo que con el atún rojo», relata el patrón mayor de Arguineguín, una cofradía que alberga unos cuarenta barcos que dependen de la pesca del atún.

Manuel Díaz, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores Nuestra Señora de Las Mercedes de Los Cristianos, apunta que otra de las claves de la eterna crisis del sector son las cuotas, el número de toneladas que se puede pescar durante una temporada. Díaz lamenta que «si no abren la mano la flota va camino del desguace, porque la base del 80% de los barcos es la pesca del atún». Muchos pescadores, detalla Ortega, se han visto obligados a reinventarse y salir a faenar a la captura de otro tipo de peces para evitar quedarse atracados en el puerto y paliar, en la medida de lo posible, las pérdidas que supone no pescar atún.

La temporada de bonito del norte o bonito blanco (Thunnus alalunga) empieza en enero y semanas después arranca la de atún rojo (Thunnus thynnus), para el que la cuota canaria de captura es muy escasa; y ya en marzo se empieza a pescar la tuna o patudo (Thunnus obesus). Para esta especie se establecía una cuota de 2.300 toneladas, asignadas a 35 barcos atuneros cañeros canarios, más otras 223 toneladas repartidas entre otros 200 buques polivalentes de las Islas. En pleno verano, entre junio y julio, se abre la veda del atún listado (Katsuwonus pelamis) hasta finales de noviembre. «Quedan unos meses de zafra y nunca se pierde la esperanza, pero me da la impresión de que esto va a ser año sí y año también, si no se controla la flota industrial», lamenta Ortega, quien reconoce que los malos resultados le han afectado a la salud y los médicos le han prescrito tratamiento para sobrellevar la situación.

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