«Se alquila habitación de cinco metros cuadrados por 500 euros en La Laguna con un fiador solvente y dos meses de fianza». Este es uno de los numerosos anuncios que aparecen en los portales digitales inmobiliarios sobre alquileres de habitaciones en Tenerife. La fórmula de arrendar un solo cuarto por mensualidades que hasta hace poco correspondían al precio de toda una vivienda está cada vez más extendida en el mercado inmobiliario de Tenerife. En este y otros postales digitales se ofrecen en este momento más de 220 opciones de este tipo, una cifra nunca antes vista.

El arrendamiento de habitaciones ha dejado de ser una práctica circunscrita a los universitarios en la Isla. La drástica reducción de la oferta de alquiler de larga duración, la proliferación de las viviendas vacacionales para periodos de corta duración, el incremento desmesurado de los precios y el déficit de casas de protección oficial han llevado a Tenerife a una crisis sin precedentes en el mercado de la vivienda. Chema Blanco, el gestor inmobiliario que colgó en su perfil de X (antigua Twitter) el anuncio mencionado, asegura en esta red social: «El problema del alquiler en Tenerife: una laguna en la ley de vivienda hace que haya aumentado un 20 por ciento la oferta de alquiler de habitaciones en pisos compartidos. Este es un ejemplo: 500 euros, dos meses de fianza y además pones tú la cama».

Cada vez son más los cuartos que aparecen en estos anuncios y cada vez valen más caros. Y no solo en Tenerife, sino en el resto de las Islas. Los precios oscilan entre los 200 euros por un cuarto en Buenavista del Norte, los 250 euros por otro en Los Baldíos (La Laguna) y los 280 euros en una casa del barrio chicharrero de Santa Clara hasta los 1.900 euros en un chalé de La Caleta de Adeje. Llaman la atención las exigencias de los propietarios para ser generalmente habitaciones que no pasan de los 10 metros cuadrados. «Persona responsable y trabajadora», se pide en una de las ofertas, mientras otras exigen «avalistas con buena posición económica».

Los datos de los portales inmobiliarios corroboran este fenómeno. La oferta de pisos compartidos se ha incrementado un 85% en Santa Cruz de Tenerife durante el último año, un incremento de la oferta que ha supuesto un aumento de los precios en un 18%, hasta los 400 euros mensuales, según un informe publicado por Idealista, que agrega que en el caso de Las Palmas de Gran Canaria, la oferta y el precio (380 euros/mes) se han mantenido sin variación. En el conjunto de España, la oferta ha subido un 42% interanual, mientras que el precio ha aumentado un 5%, hasta los 400 euros mensuales.

Cada vez más caro

Compartir una vivienda en Canarias cuesta como media 393 euros al mes, es decir, un 13,8% más que hace un año y un 42% más respecto a hace 8 años (2015), según el estudio de Viviendas compartidas en España en 2023 basado en los precios de la vivienda en alquiler de los últimos ocho años del Índice Inmobiliario Fotocasa.

Si se comparan los precios de 2023 con los de 2015 (hace 8 años) se observa que la diferencia se dispara hasta alcanzar el 42%, es decir, se pasa de los 277 euros al mes de diciembre de 2015 a los 393 euros al mes de diciembre de 2023. En diciembre del año pasado en tres de las comunidades autónomas analizadas se incrementa el precio de las viviendas compartidas por encima del 10% en los últimos 8 años. Compartir una vivienda en País Vasco se ha incrementado un 14,8%, en Canarias un 13,8% y en Murcia un 11,3%. Le siguen muy de cerca Galicia con 8,6%, Comunitat Valenciana con 7,5%, Madrid con 7,5%, Cataluña con 6,7%, Asturias con 5,4% y Castilla-La Mancha con 0,6%. Por otro lado, en tres comunidades desciende el precio de la vivienda compartida en 2023 y son: Aragón con -0,8%, Castilla y León con -0,9% y Andalucía con -1,2%

La crisis inmobiliaria y la desesperación de muchos tinerfeños por encontrar un alquiler razonable ha disparado la picaresca, los abusos y las irregularidades, según denuncia el secretario general de la Unión de Consumidores de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (UCE), Raúl Alonso. A esto añade la falta de medios y normas claras para el control de estos comportamientos por parte de los propietarios.