Los alquileres y el relevo generacional mandan al olvido el comercio tradicional

Las franquicias sustituyen a las tiendas de toda la vida de las calles Triana, en Las Palmas de Gran Canaria, y Castillo, en Santa Cruz de Tenerife

Transeúntes circulan por la calle Tirna junto a un emblemático local cerrado.

Transeúntes circulan por la calle Tirna junto a un emblemático local cerrado. / José Pérez Curbelo

Julio Gutiérrez

Julio Gutiérrez

López, Lurueña, Rubí, Quesada, Galerías Lorens, Chanrai, Bazar Nueva York... Nombres que fueron protagonistas del comercio en la capital grancanaria y que hoy son ya historia. Lo mismo puede aplicarse al 90% de los establecimientos canarios del sector instalados en Santa Cruz de Tenerife. El desorbitado incremento de los alquileres y la falta de relevo generacional están detrás del último descenso de tantas y tantas persianas. Las franquicias han venido a llenar el hueco que han dejado.

Las características de esta evolución no son patrimonio de las Islas. Prácticamente en todas las grandes ciudades del mundo las marcas más publicitadas y conocidas pueblan los enclaves eminentemente comerciales. Además de la falta de interés de las generaciones que alcanzan la edad adulta por continuar con la labor de sus progenitores y la revisión al alza de los alquileres, también el devenir de la economía ha determinado en casos el cambio en la escena comercial de la comunidad autónoma.

El crack de las economías occidentales en 2008 supuso un golpe de grandes dimensiones para una sinfín de empresas. Por supuesto, también para los bolsillos de los ciudadanos en general y son estos quienes compran y viajan. Cayó la llegada de turistas a las Islas y con ella una gran parte del consumo. Si el negocio estaba medianamente apalancado, el retorno de los visitantes al calor de la Primavera Árabe les pilló ya con el cierre echado.

En las vías comerciales de todas las grandes ciudades proliferan las franquicias

«Desde los tres años estoy en contacto con el mundo del comercio, mi padre tenía un negocio textil donde ahora está el Parlamento de Canarias». Lo relata Abbas Moujir, presidente de la Federación de Áreas Urbanas de Canarias (Fauca), que detalla el protagonismo que tenían las tiendas de confecciones en la señera calle Castillo.

Almacenes El Globo, Las Tres Muñecas, Ramírez o la sastrería de Jerónimo Peceña son ejemplos de las puntadas con las que se bordó parte de la historia de la capital tinerfeña. En las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo la actividad estaba en manos canarias; «de familias locales», señala Moujir. Y así permaneció cuando se profetizó que la prohibición del paso de vehículos por la vía supondría una estocada muy dañina; «luego se vio que funcionaba», explica el presidente de Fauca.

Peatonalización

La peatonalización del centro de las ciudadades fue también común a la práctica totalidad de las urbes del mundo occidental. Un rasgo de modernidad y apuesta por la sostenibilidad al que no fue ajena la calle Triana.

Tampoco a la capital grancanaria llegó padecimiento alguno. La población local y los turistas no dejaron vacíos los establecimientos. Al contrario, la paulatina estabilización del país, y el Archipiélago, tras cuarenta años de oscuridad llevó el sector a cotas nunca alcanzadas.

Al principio de la década de los 90 llegó a la calle Castillo la primera franquicia, circunstancia que a decir de Abbas Moujir «no tuvo un gran efecto». Se trató de competir con uno más. Lo que sí provocó un profundo temblor en el sector fue la llegada de la primera gran superficie a La Laguna. Ahí sí que fueron «muchos» los comercios que tuvieron que cerrar.

La llegada de la primera gran superficie provocó numerosos cierres en Santa Cruz

El hecho constituyó también la irrupción del concepto de zona comercial abierta. «El Gobierno impulsó la gestión como si los núcleleos comerciales fueran centros a cielo abierto», detalla el presidente de Fauca. Zona Triana y Zona Centro en Santa Cruz fueron las primeras de estas modalidades de comercio que surgieron en las Islas.

A partir de ahí, los caminos de ambos emblemas capitalinos difieren en su evolución. El presidente de la Asociación de Empresarios de la Zona Triana, Carlos Bethencourt, señala la revisión de los alquileres que venían abonando cada mes los propietarios de los comercios como el momento en que todo dio un vuelco. «Estamos hablando de que por 40 metros cuadrados en una esquina lateral se están pidiendo 8.000 euros al mes», enfatiza.

El precio de los arrendamientos juega en contra de los modestos establecimientos con perfil familiar que históricamente habían poblado uno de los centros neurálgicos de la actividad comercial de Las Palmas de Gran Canaria. Se mantienen aquellos que tienen la propiedad del inmueble, es decir, los que no tienen en su estructura de costes el lastre de un arrendamiento; solo dos en toda la calle.

Guerra de arrendamientos

Ni las franquicias se libran de esta guerra del arrendamiento. Si viene empujando una marca que quiere abrir mercado y que está dispuesta a pagar más, la batalla está servida. Bethencourt expone el caso de una «grande» a la que se le agotan ya los diez años de contrato que firmó y la propiedad quiere subirle de 16.000 a 32.000 euros, «el doble». Una forma poco cortés de invitar a alguien a colgar el cartel de liquidación por cierre.

Esta circunstancia relega cualquier posibilidad de relevo generacional. «Un comercio tradicional de toda la vida se encuentra con una subida brutal del alquiler y es imposible que sea rentable», explica el presidente de la Asociación de Empresarios de la Zona Triana. Menos aún va a embarcarse una siguiente generación en un seguro quebradero de cabeza que puede mutar en quiebra total.

Ni las grandes marcas se libran de subidas de los arrendamientos que las arrinconan

Sí se produce en cambio lo que Carlos Bethencourt denomina «reemplazo generacional». Es decir, la actividad comercial no se mantiene en el ámbito familiar, sino que son otros emprendedores, «jóvenes» y con nuevas ideas, los que aparecen para incrustarse entre franquicia y franquicia.

Otro efecto que tiene la llegada de esas grandes marcas capaces de afrontar arrendamientos de lujo es el desplazamiento del comercio local a las calles aledañas. Ocurre en Santa Cruz de Tenerife, con la concentración en la calle Pérez Galdós de un buen número de «tiendas multimarca», revela Abbas Moujir. También se intenta ajustar el producto a la demanda. En la calle Castillo proliferan las perfumerías que pelean por captar la atención «de los cruceristas», continúa el presidente de Fauca.

Con todos los problemas que haya que enfrentar, a lo que no están dispuestas las tiendas es a tirar la toalla en favor de los centros comerciales. En eso, las pocas de toda la vida que se mantienen y las franquicias van de la mano; incluso también los vecinos. «No aguantamos más», señala Bethencourt, que ya ha remitido al Ayuntamiento y el Cabildo el plan integral Enamoradox de renovación física de los espacios.

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