Entrevista | Juan Manuel Caballero Investigador de la ULPGC, especialista en contaminación acústica

Juan Manuel Caballero: «Los efectos psicológicos del ruido no están cuantificados ni regulados»

El ingeniero en Telecomunicaciones de la ULPGC, especializado en Acústica Ambiental y Arquitectónica, desvela las claves para abordar la contaminación acústica en las ciudades

Juan Manuel Caballero en el Edificio de Elctrónica y Telecomunicación de la ULPGC en Tafira.

Juan Manuel Caballero en el Edificio de Elctrónica y Telecomunicación de la ULPGC en Tafira. / Juan Castro / Juan Carlos Castro

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

Juan Manuel Caballero, ingeniero en Telecomunicaciones, profesor e investigador de la ULPGC, especializado en Acústica Ambiental y Arquitectónica, desvela las claves para abordar la contaminación acústica, el segundo riesgo medioambiental más importante para la salud de la población.

¿Qué es el ruido y a partir de qué límites se considera nocivo?

La definición más fácil y elemental del ruido es cualquier sonido no deseado, pero no es suficiente. Podemos hablar del ruido como el sonido que tiene influencias negativas sobre las personas, no sólo en el campo fisiológico, también psíquico. Hay unos efectos del ruido que no están cuantificados ni regulados, que son los psicológicos y los psiquiátricos. Siempre se piensa que el problema radica en las molestias ocasionadas en la pérdida de audición, pero eso es en muy poquitos casos y en ambientes laborales fundamentalmente donde la persona está durante mucho tiempo expuesto a mucho ruido a lo largo de su vida.Pero niveles de ruido muy bajitos también son muy molestos, aunque se cumplan las normativas. En cuanto a los niveles, están regulados en las ordenanzas municipales. Como referencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los años 80 o 90 publicó un libro específico sobre los efectos de ruido sobre las personas y ahí recomendaba que no se supera los 65 decibelios en exteriores, y para poder tener un descanso adecuado, los niveles no deben superar 25 decibelios durante la noche y dentro del dormitorio.

¿Por qué los expertos ponen ahora el foco en los ruidos de baja intensidad?

Sé de personas que han sido tratados en la consulta psiquiátrica por problemas de niveles de ruido muy bajos, del orden de 22 decibelios, tres por debajo del límite recomendado por la OMS. La capacidad psíquica de las personas es tan vulnerable en ocasiones, que autoamplificas ese nivel de ruido. Es muy subjetivo, si en tu casa no tenías ningún ruido y de repente te ponen un compresor que produce 22 o 23 decibelios, cuando antes había 18, ambos valores están dentro del límite, pero para ti eso es un ruido insoportable. Por supuesto, no te va a producir molestias en el sistema auditivo, pero a nivel psicológico si te va a afectar y puede producir estrés, ansiedad, problemas psiquiátricos, falta de sueño... Que sea bajo no quiere decir que no se escuche. Es un terreno que es muy difícil de regular porque es muy subjetivo. Las consecuencias del ruido se pueden cuantificar cuando sus relaciones respecto a los efectos son directas, pero cuando aparece el carácter subjetivo, los efectos psicológicos, es más difícil de regular.

«Las normativas contra el ruido se quedan en papel mojado si no hay quien vigile que se cumplan»

¿Qué tipo de control ejercen las ciudades respecto al ruido y cuáles son las principales causas de contaminación acústica?

La legislación española tiene desde el 2003 una ley del ruido, que es una transposición de una directiva europea, que obliga a todos los Estados miembros, a cumplir una serie de requisitos y en este caso es el control del ruido ambiental en las grandes ciudades, en las grandes infraestructuras y en los grandes aeropuertos. En el caso de las grandes ciudades, obliga a realizar cada cierto tiempo, cuatro o cinco años, un mapa estratégico de ruido. El último, por ejemplo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria fue en 2021. Y estos mapas regulan fundamentalmente el ruido de tráfico y el industrial. Las principales causas de contaminación dependen de las características de la ciudad, una ciudad turística como Las Palmas de GranCanaria o Santa Cruz de Tenerife concentra el ruido fundamentalmente en las zonas comerciales y de ocio, pero ese tipo de ruido no está cartografiados en estos mapas. Los campos más conflictivos son el tráfico rodado, las zonas industriales, las zonas comerciales y las zonas de ocio.

¿Han cambiado los mapas de ruido en las últimas décadas en Canarias?

No sé si habrá cambiado mucho, aunque hay que reconocer que las ciudades capitalinas, los dos núcleos más poblados, han hecho una apuesta importante por el transporte público, el transporte eléctrico -patinetas, motocicletas...-, y por peatonizar la zona baja a la ciudad, que rebaja mucho la densidad del tránsito de vehículos que había antes en las calles e incorpora vehículos prácticamente sin ruido. Fuera de ahí, no creo que haya cambiado mucho más.

¿Son eficaces las normativas en vigor para frenar este riesgo medioambiental?

Más que la normativa, el problema es que si no hay quien la ejecute, quien vigile que se cumpla, lo que se apruebe en el pleno del ayuntamiento se queda en papel mojado. Y eso es lo que está ocurriendo, normativas hay, pero no hay técnicos, no hay agentes municipales de seguridad, porque el control del ruido es seguridad para la población, velar por su salud frente a este contaminante. Las leyes en realidad son un marco de voluntades, que si no se desarrollan con reglamentos se queda en una declaración de intenciones nada más. Por ejemplo, la ciudad de Las Palmas de GranCanaria está haciendo sus mapas estratégicos de ruido, pero su Ordenanza Municipal de protección de Medio Ambiente frente al ruido y vibraciones es del año 2001, ya han pasado 22 años. En el 2007 salió el reglamento que desarrollaba la ley del ruido y que obligaba a todos los municipios a actualizarse, con límites y protocolos de medidas distintos, pero la capital grancanaria sigue con la ordenanza de 2001, donde no está penalizado si el ruido es de baja o alta frecuencia, si es en una banda de frecuencia solo, si es impulsivo... En este sentido ha habido cierta dejadez en todos los gobiernos municipales que han pasado por el Ayuntamiento capitalino, y no es el único.

¿Qué tiene que hacer un vecino cuando se enfrenta a un problema de ruido?

En el tema de contaminación acústica, las competencias están delegadas en la administración municipal, y a través de su ordenanza debe velar por el descanso de sus vecinos, y si hay alguna infracción por cualquier actividad, tiene que verificarla. Actualmente lo que se está haciendo es que el vecino que tiene un problema, que se pague su informe técnico, se debe buscar un abogado y presentar la documentación en el Ayuntamiento y a ver si éste actúa. Pero no creo que ese sea el camino, igual que te ponen una sanción porque te pasaste de velocidad, deben sancionar a quien se pasa de nivel de ruido, y eso lo tiene que verificar el Ayuntamiento, no el vecino, igual que tienes radares en las carreteras, que pongan radares acústicos para esos temas.

«A veces le sale más rentable al dueño de una actividad comercial que genera ruido, pagar la sanción»

¿Cómo se puede combinar ocio y descanso?

Zonificando, creando áreas acústicas específicas para actividades concretas, áreas para ocio, y áreas residenciales. Eso está articulado en la propia ley de ruido que, junto con los mapas del ruido permiten, primero, sacar una fotografía de la contaminación que hay en la ciudad, y actualmente sólo se está haciendo del ruido de tráfico e industrial, pero debiera incluirse también los de ocio comercial, con el objeto de que si encuentras zonas conflictivas de ruido, intentar crear planes de acción para disminuir los niveles. Si no se consigue, pues se crean zonas específicas, zonas de ocio, alejadas de las zonas residenciales. Hay que buscar zonas del extrarradio, el problema es que estamos acostumbrados a la cercanía, bajarte a la calle, encontrarte con los amigos e ir al bar de enfrente. Hace falta también educación medioambiental, debería introducirse en los colegios, formar sobre la contaminación que provocamos.

¿Habría que actualizar las normativas con el auge de las viviendas vacacionales, las terrazas, las obras, los perros...?

Todo eso está regulado, menos las casas vacacionales, que es algo nuevo y un problema grave, que no sé como se puede regular. El tema de perros, actividades domésticas, lavadoras a la una de la mañana, todo eso está regulado en la Ordenanza de Convivencia Ciudadana. En el caso de las terrazas, creo que ha habido manga ancha por parte de los ayuntamientos, fundamentalmente después del covid, donde el espacio público se convirtió en un espacio privado para las actividades en locales que no podían desarrollarlo dentro por problemas sanitarios. Y ahí hay muchas zonas que se han perpetuado. El tema es que todo está regulado por horarios y en ocasiones los horarios no se cumplen tampoco, no hay una vigilancia continua del cumplimiento de los horarios estipulados para cada tipo de actividad. Después están los problemas de aglomeración, hay calles peatonales donde existen cuatro o cinco terrazas, y es distinto el nivel de ruido que produce una sola terraza con 20 personas, que cuatro o cinco, ya son 100 personas las que están produciendo ruido. Hace poco estuve haciendo unas medidas en una calle de Las Palmas con terraza de un restaurante, y el escándalo era espectacular, no se podía vivir en la casa desde las 12 de la mañana hasta las 12 de la noche, que era cuando cerraba, pero es que después seguía una coctelería que había al lado hasta las 3 de la mañana.

¿Cómo se soluciona tremendo problema?

No dando licencias. Si esto es una zona residencial es residencial, no se puede abrir una coctelería, aunque tenga usted un local debajo. Y ese es un problemas de núcleos residenciales como 7 Palmas. La solución es crear islas o áreas acústicas, de forma que por un lado esté el área residencial y por otro el área comercial. A la hora de crear planes urbanísticos habría que tener más en cuenta el problema de la contaminación acústica, la zonificación o la creación de áreas acústicas concretas.

«El argumento del dinero y laboral de los festivales no se debe poner por encima del descanso vecinal»

Las fiestas es otra de las grandes fuentes de ruido. Hablamos de celebraciones que son el sello de identidad de muchas ciudades, de interés turístico y económico, como los Carnavales en Canarias, y los festivales de música. ¿Su desplazamiento hacia zonas de la periferia causa malestar entre la población que no residen en la zona, hay alguna otra solución que contente a todos?

Lo primero es que debemos procurar que el dinero no nos gobierne, porque eso es lo que ocurre también con muchas actividades de ocio nocturno, se genera mucho dinero y empleo, pero eso no puede ser argumento para fastidiarle la vida a nadie. Más que el desplazamiento a las zonas periféricas, yo hablaría de desplazarlo a un espacio adecuado, acondicionado, creado de forma especifica para esas actividades. Y una gran ciudad como Las Palmas debería tener esos espacios. Siempre hay que mantener la barrera de separación entre una actividad y otra, si esta zona es de descanso, es una zona de descanso, no podemos meter ahí una fiesta o un festival, por mucha tradición que exista. El argumento del dinero y del impacto laboral que tienen muchas de estas actividades no se debe poner por encima del descanso de las personas que viven allí, y las sentencias están ahí. Yo creo que hay que velar por los vecinos, esa es la política básica de un ayuntamiento, primero velar por los vecinos y después generar actividad.

¿Y como se aborda el ruido proveniente de actividades industriales, como la de los puertos situados en el corazón de la ciudad?

Hay algo que nunca entendí cuando empezaron a ampliar el Puerto y pusieron la estación de contenedores frente a la Avenida Marítima. Tenían espacio hacia atrás, en la zona de la Esfinge donde han puesto ahora el de Armas. La estación de contenedores produce mucho ruido, se oye la maquinaria de movimiento de los contenedores. Salvo eso, el impacto del muelle, el tránsito de los cruceros, transportes de pasajeros y transporte mercancía, fundamentalmente, no es muy ruidoso. Está todo zonificado, la mayoría de las instalaciones portuarias no están delante de la ciudad, lo único que falla es la estación de contenedores delante de la ciudad.

¿Las obras de insonorización de viviendas han ido en aumento o la batalla vecinal contra el ruido se juega más en los juzgados?

En general se juega en los juzgados, salvo las nuevas construcciones, que si están obligadas a cumplir unos mínimos de aislamiento acústico.Bueno, en realidad, las nuevas y las viejas construcciones, siempre ha habido unos mínimos de aislamiento acústico a cumplir en las viviendas, ya no solo frente a la fachada y al exterior, sino entre las distintas propiedades laterales y la superior y el interior, el suelo y el techo también tiene su aislamientos mínimo a cumplir, fundamentalmente ruidos de impacto. Siempre ha habido una normativa que regulaba eso, lo que pasa es que con el Código Técnico de la Edificación, en el documento específico de protección frente al ruido, que sale también de la ley de ruido, no solamente establece la realización de mapas de ruido y actualizar la ordenanza para el ruido ambiental en exteriores, sino también para la protección de los edificios, y como estamos hablando de protección, pues mejora los valores de aislamiento en situaciones conflictivas. Entonces, las nuevas edificaciones si tienen que cumplir ese código técnico y ese documento básico de protección frente al ruido que mejora el aislamiento. Pero, en general, si se cumple el aislamiento de la antigua normativa para los edificios que están construidos antes de la ley del ruido. Sobre la insonorización de viviendas, yo sigo pensando que el vecino no es el que tiene que aislarse, sino la fuente del ruido. El vecino no tiene por qué gastarse nada para solucionar un problema que está sufriendo por alguien que se está beneficiando al generarlo, el que se está beneficiando a generarlo es el que tiene que aislarse. Muchas veces le sale rentable al propietario de una actividad que genera ruido, pagar las sanciones municipales y seguir con la actividad abierta, porque genera muchas más riqueza económica con la actividad a pesar de la sanción que le están poniendo, con lo cual habría que endurecer las sanciones. Y en otros casos, hay dejación de las funciones del propio ayuntamiento cuando no inspecciona una queja vecinal de ruido provocado por una actividad, y eso le duele poco al ayuntamiento porque cuando se llega a juicio, y el juez condena al consistorio por dejación de funciones y lo sancionan con 10.000 o 30.000 euros, al alcalde le da exactamente lo mismo porque lo pagan los fondos municipales. Frente a eso, pediría que si hay una condena a un ayuntamiento por dejación de funciones debido a que la política municipal no se ha ejecutado correctamente, que lo pague el alcalde de su bolsillo. La solución también pasa por la creación de unidades de vigilancia ambiental municipales y unidades ecológicas.

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