María Azcárate | diseñadora y propietaria de la firma mia moda regenerativa

La joven que revoluciona la moda desde Canarias: crea ropa tan natural que sirve de compost para plantas

La tinerfeña María Azcárate no solo diseña y vende ropa, sino que utiliza los retales de las prendas como abono para un huerto donde las frutas y verduras crecen con fuerza

Entrevista a Mia Azcárate, una joven diseñadora tinerfeña que apuesta por la sostenibilidad en su producción. | 13/03/2024 | Fotógrafo: María Pisaca Gámez

Entrevista a Mia Azcárate, una joven diseñadora tinerfeña que apuesta por la sostenibilidad en su producción. | 13/03/2024 | Fotógrafo: María Pisaca Gámez / María Pisaca

Clara Morell

Clara Morell

A sus treinta años, la diseñadora tinerfeña María Azcárate lidera, junto a su pareja Emilio Vanrell, uno de los proyectos más revolucionarios de la moda en Canarias: Casa MILO. En este espacio se crean prendas tan naturales que pueden meterse en el contenedor orgánico y volverse compostaje para plantas en cuestión de días. Y esto es solo la semilla, pues planean crear una «granja de moda» donde hacer crecer el lino.

Define a su firma de moda, llamada MIA, como «regenerativa». ¿Qué significa eso?

La industria textil es muy contaminante. Una de las cosas que más se tiran son los retales que sobran tras el corte de las prendas. Se calcula que el 80% del textil queda inutilizado tras ese proceso. Nosotros hemos querido cambiar el paradigma haciendo prendas tan naturales que sirven para compostar y, por tanto, devolvemos a la tierra lo que la propia tierra nos dio. 

Este lugar, más que una tienda convencional, parece un huerto. ¿A qué se debe?

Nos encontramos en Casa MILO, que es la mezcla de dos emprendimientos juntos. Por un lado, está MIA moda regenerativa –que es mi firma– y, por otro, el Proyecto LILO, que es una huerta de agricultura ecológica y regenerativa que ha lanzado mi pareja, Emilio Vanrell, con el eslogan «el proyecto de las Islas de las oportunidades». Ambos emprendimientos están muy unidos porque queremos relacionar la moda con la agricultura, que no son cosas que la gente a priori vincule pero si lo piensas, todo viene de la tierra. En el exterior de Casa MILO puedes ver el huerto y la planta de compostaje –Proyecto LILO– y en el interior, tenemos el showroom en la planta baja, mientras que encima están el taller y la oficina. Aquí se puede ver de forma clara todo el ciclo natural, cómo los retales y los restos orgánicos se van descomponiendo juntos en cajas de madera para después, servir como compostaje para nuestro huerto, que crece solo con esa mezcla y agua. No usamos químicos y, pese a eso, no paran de crecer nuestras espinacas, apio, acelgas, papas bonitas, cebolla, remolacha y coles.

¿Cómo nace esta idea?

Todo parte de las inquietudes que comparto con Emilio. Él estudió Economía en EE.UU. y aprendió que todo viene de la tierra, lo que le impulsó a hacer una segunda carrera, la de Agricultura Ecológica. En mi caso, estudié Diseño de Moda en Madrid. Tuve asignaturas como Ecodiseño donde nos enseñaban lo que la industria textil ya estaba causando, como la explotación o la contaminación. Me caló mucho el mensaje y sabía que no podía ser ajena a esa realidad, sino que debía especializarme en la sostenibilidad. Luego hice prácticas con una diseñadora internacional en el mundo de la artesanía y del textil, Kavita Parmar. En su taller me di cuenta de que no quería trabajar en ningún lugar que no tuviese estos valores como base.

¿Cuándo comienzan este huerto y taller en Casa MILO?

En 2018 surge un terreno en Tenerife y Emilio me propone quedarnos. Él empieza con su huerto y yo, en paralelo, iba estudiando si aquí había concienciación en cuanto a la moda sostenible, me dediqué a visitar mercados de artesanía. La realidad es que la población no estaba en absoluto implicada en esto. El año de la pandemia lancé mi marca y fui generando los primeros pedidos. La covid nos hizo volver a casa, reconectar con la tierra, volver a cultivar, a hacer artesanía, a convivir en familia... Esto generó un cambio muy grande en la sociedad, por lo menos en Canarias. Y me hizo seguir el rumbo que tenía planificado con un mayor respaldo de la ciudadanía.

¿De qué materiales están hechas las prendas de MIA?

Todo es algodón 100% orgánico. Dentro de las calidades del algodón buscamos el mejor, que respete la sensibilidad de la piel y no tenga químicos tóxicos, porque todo lo que hacemos debe volver a la tierra. Todo el proceso de la prenda se hace en el taller, desde el diseño, hasta el patronaje, el corte y la confección, con la excepción de algunas piezas que confecciona la diseñadora Rosalía en su taller de Santa Cruz porque trabaja con mayor volumen. Los elásticos de cualquier tienda se hacen con elastano o poliéster –que son tipos de plásticos–, mientras que nosotros los hacemos con caucho natural y algodón orgánico. Absolutamente toda la prenda es natural. 

El textil natural sirve para compostar y, por tanto, devolver a la tierra lo que nos da

¿Qué es lo más difícil a la hora de producir con materiales naturales?

Sobre todo conseguir tejidos de colores. Lo normal es que el algodón llegue en tonos blancos, por eso nos hemos metido en el mundo de los tintes naturales. Nuestra primera colección fue en tonos naturales. Llevamos años buscando una empresa grande que nos tiñera las prendas para no meternos en ese mundo pero la realidad es que hay muy pocas que usen tintes naturales y las que hay están en la India, así que hemos optado por hacerlo nosotros.

¿Cómo es el proceso de teñir las prendas?

Usamos el índigo, que es una planta, para lograr el color. Para lograr los tonos rosa trabajamos con la cochinilla, un colorante que se extrae de un insecto en una producción de Gran Canaria, que es la última que queda en las Islas y que cada vez es más conocida internacionalmente. Y luego utilizamos el catechu, que es una corteza de árbol.

Trabajamos cada pieza con algodón, caucho de árboles y tintes como la cochinilla o el catechu

¿Qué significado da a la palabra «sostenibilidad»?

Para mí significa que el modelo de producción se sostiene en el tiempo. Una persona puede hacer moda lenta o artesanía, pero luego trabajar con acrílico, que es un material contaminante, lo que hace que su trabajo no sea sostenible en el tiempo porque lo que crea no vuelve a la tierra porque no está en el ciclo natural. Tampoco puedes considerarte sostenible solo por hacer algo local, eso es lo más básico, el primer peldaño, pero debemos seguir subiendo escalones. También hay quien trabaja con materiales reciclados, algo que nos parece muy bien, pero debemos ser conscientes que eso no se descompone. Eso es solo un parche, es trabajar con algo que desde el comienzo se hizo mal.

Con todo esto, ¿considera que su marca es sostenible al completo?

Desde mi punto de vista, quien diga que es 100% sostenible está mintiendo. Hay que tener mucho cuidado con el greenwashing. Nosotros jamás nos hemos vendido como algo 100% sostenible. No obstante, ese es el futuro al que aspiramos. La realidad es que es muy difícil no contaminar en algún proceso, porque si vendes en línea ya tienes huella de carbono. Y si emprendes en Canarias tienes que importar todos las materias porque no hay industria, eso es más huella de carbono. Más que basarnos en conseguir ser 100% sostenibles queremos ser lo más coherente posible. 

Quien diga que es 100% sostenible, miente. Importar la materia prima afecta a la huella de carbono

¿De dónde viene la materia prima con la que trabajan?

La traemos de Holanda aunque nos gustaría, en el futuro, poder producir el textil aquí. Aún así, no nos desmotiva lo que estamos haciendo, pues todo el proceso posterior lo hacemos en Canarias. Hay empresas españolas que compran el textil natural fuera y trabajan sus prendas en países como Portugal, nosotros trabajamos aquí. Estamos empezando a crear redes con artesanos de Tenerife para fomentar el kilómetro cero pero debemos ser también conscientes de que todo esto está empezando, no vamos a crear de pronto textil para toda Canarias. Ese sería nuestro sueño en el futuro, pero hacen falta más terrenos.

Ha dicho que quiere producir textil en Canarias. ¿Cómo?

Queremos hacer una granja de moda. Esto implicaría crear el lino desde la semilla. Una vez creado el lino, nos tocaría ejecutar la parte más artesana, que consiste en convertirlo en tejido. Después vendría el diseño, corte, confección... y tendríamos, por ejemplo, una chaqueta hecha al completo en las Islas. Pero para llegar a eso tenemos que caminar despacio, crecer implicaría vender un montón y nosotros no queremos fabricar de forma masiva ni competir con las marcas de moda rápida porque eso iría en contra de nuestros valores. En definitiva, queremos cambiar el sistema en su conjunto al vincular la moda con la agricultura. 

¿Cuántas personas trabajan para hacer realidad una colección de MIA?

Por lo general somos tres. Una diseñadora de Santa Cruz, Rosalía, mi pareja Emilio y yo. De vez en cuando nos echa una mano Andrea, que nos corta la tela. Y tenemos también artesanos freelances que nos ayudan con las prendas de punto cuando hay pedidos, porque nosotros no fabricamos prendas por tener stock sino porque sabemos que se van a vender y utilizar. Durante estos tres años, hemos sido bastantes más pero hemos ido recortando tras mejorar los sistemas. Ahora somos más eficientes.

Como emprendedora, ¿qué dificultades tienen las empresas de su gremio para desarrollarse en las Islas?

Muchos se quejan de las aduanas. A nosotros no es algo que nos haya frenado porque no estamos esperando la llegada de colecciones o de materias primas para nuevas temporadas. En cuanto a los envíos, es verdad que es un problema vender a la Península porque cuesta dinero al cliente pero deberíamos ser conscientes de lo lejos que estamos. Hay que pagar esa lejanía. Pretender que todo sea más barato no es coherente. Por eso toda nuestra historia se centra en Canarias. Es aquí donde estamos. El día de mañana, si crecemos, lo ideal sería montar un lugar allá donde vayamos y así no estar enviando desde aquí porque sería contraproducente para nosotros, el cliente y el planeta.

Cuando se dice que una prenda orgánica es cara es por desconocimiento. Falta pedagogía

Su marca no tiene período de rebajas ni Black Friday. ¿Por qué?

No apoyamos hacer rebajas porque mal acostumbran al cliente. Las empresas que hacen grandes rebajas pueden permitírselas. Aunque para ti sea barata una camiseta a diez euros, a ellos les ha salido mucho más barata, como mucho un euro. A lo largo del año le sacan a la prenda diez veces su valor y pueden rebajarla cuatro veces y seguir teniendo beneficios. Nuestro margen es mucho más pequeño, está pensado para que sea coherente para mí y para el cliente. Si yo tengo una camiseta que vale 34,90, tendría que ponerla a 84,90 para que me fuera rentable hacer cuatro rebajas. Y te estaría engañando el resto del año. Nosotros sí hacemos descuentos por pack. Dos camisetas te salen más baratas que una, porque sabemos que tener dos es necesario ya que se usan todos los días. También rebajamos los conjuntos porque nos hace ilusión que te lleves la camiseta y el pantalón a juego. Esto lo tenemos todo el año. No queremos hacer rebajas y que de pronto la gente venga a consumir sin pensar.

¿Entiende el consumidor que debe pagar más por esa sostenibilidad?

Cuando hay desconocimiento se peca al decir que esta ropa es cara. No es lo mismo que algo sea caro a que no nos lo podamos permitir, que es comprensible. Debemos enseñar cuál es el trabajo que hay detrás, la historia del producto y por qué sale este precio. Ya estamos recibiendo visitas de colegios en el taller.