El sector primario ha sido el motor principal de la economía canaria hasta los años 60 del pasado siglo XX debido al auge del turismo en el Archipiélago. Actualmente experimenta una nueva demanda debido al auge de tendencias como el consumo local o de kilómetro cero que pone en valor los productos de cercanía.  

En Canarias el sector primario, sobre todo la actividad agrícola en combinación con la ganadería, ha sido el pilar fundamental del sector económico de las Islas desde los antiguos canarios hasta los años sesenta del siglo XX, con el auge del turismo de masas.

En cuanto a la agricultura, la accidentada orografía de las islas agudizó el ingenio de los antiguos habitantes de las islas desarrollando una amplia variedad de procesos, que se adaptan a las condiciones de terreno y garantizan la superficie de cultivo. Entre estos sistemas para crear terrenos de cultivo encontramos las terrazas, cadenas o bancales que dan forma a multitud de laderas como las de La Gomera, las gavias propias de Fuerteventura o los arenados típicos de La Geria en Lanzarote. Canarias cuenta con una rica biodiversidad agrícola, con multitud de variedades tradicionales de alto valor culinario, cultural y ecológico. Lamentablemente las semillas de estas plantas locales únicas adaptadas a las condiciones ambientales de las islas, están en peligro de extinción. Para poner remedio a esta pérdida de variedad agrícola existen iniciativas, como el Banco de Semillas, que se encarga de recopilar semillas tradicionales y ofrece ‘préstamos’ a agricultores que tras su cultivo devuelven de nuevo la semilla, comprometiéndose a devolverla con su pureza genética intacta, es decir sin hibridaciones. Una iniciativa que permite preservar las semillas de la agricultura tradicional, pero también los sabores de la cultura gastronómica, los paisajes y las tradiciones canarias.

En la ganadería canaria podemos reconocer dos modelos bien diferenciados, uno de carácter mayormente empresarial y otro de carácter tradicional. La ganadería tradicional se corresponde con explotaciones de tipo familiar, rudimentarias, en pequeños establos o cuevas y con un limitado número de cabezas, cuya alimentación está vinculada fundamentalmente a las actividades agrícolas y forrajeras de la zona. En la ganadería tradicional estabulada encontramos el alpendre o gañanía con las reses del país y sus crías. Ésta puede ser construida artificialmente, o ser una cueva que se aprovecha para este fin. La ganadería extensiva cuenta con un rico patrimonio de útiles y construcciones que facilitan esta labor. La ganadería moderna ha ido introduciendo especies foráneas que producen más cantidad, pero que tanto a nivel gastronómico como ambiental son menos ricas. Las razas de animales vinculados a la ganadería tradicional canaria además de ser valoradas por su gusto culinario, están adaptadas al medio y a las condiciones ambientales propias de las islas. Existe un Catálogo Oficial de razas autóctonas canarias que incluyen, entre otras, a la cabra majorera, la oveja canaria, el cochino negro canario, el camello canario, el burro majorero, la abeja negra canaria, o el perro pastor garafiano.

El ecosistema marino canario tiene unas características geográficas, oceanográficas, físicas y bionómicas que hacen que sus recursos marinos tengan una alta diversidad, pero también una gran fragilidad. La pesca profesional en Canarias es artesanal, polivalente y multiespecífica, ya que la mayoría de las embarcaciones son de pequeño tamaño y usan varias artes de pesca destinadas a diversas especies pesqueras; no obstante, también hay embarcaciones de mayor tamaño, cuyas especies objetivo son, entre otros, los grandes atunes.

El asentamiento de gentes y culturas europeas a partir del Siglo XV en las Islas Canarias, después de la conquista y las influencias americanas, crea en el arte popular una artesanía típica canaria. Los oficios clásicos de los conquistadores, sus propias tradiciones, en un contexto tan precario donde la materia prima era escasa o nula, configuraría una artesanía muy específica. Posiblemente la influencia climática y la funcionalidad, desprovista de todo tipo de ostentación y el destino, principalmente rural, marcó las características de los objetos artesanales, que van desde la alfarería, la tejeduría o los artesanos de la madera y el metal, entre otros, oficios que sobreviven a duras penas en la actualidad.