No hay Rama en Agaete en la que un participante, o grupo en serie, entre en catarsis y se sienta como un indígena que de repente se cree viviendo la parranda cinco siglos antes, como los verdaderos antiguos canarios. La mitología de la fiesta incluye el origen en la petición de agua a los dioses mucho antes de la Conquista, y una buena parte del independentismo agarró el poleo por el mato e hizo del hecho una enseña.

Así, a día de ayer y según la Enciclopedia Guanche, que la hay, "el 4 de agosto tiene lugar la Bajada de la Rama, acto festivo con reminiscencias rituales de los antiguos aborígenes", conclusión sin ningún aporte documental conocido hasta la fecha.

El agaetense Valentín Barroso es arqueólogo e historiador. Empezó a investigar el fenómeno con ánimo de encontrar esa magia que nace en la noche de los tiempos, "del que tan orgulloso estaba", pero se encontró otra cosa. O más bien, nada, ni una sola prueba. Solo un quizá.

El de José Antonio García Álamo, primer alcalde de la democracia, el que en un afán por dignificar una fiesta que en los 50 los padres no veían con buenos ojos que participaran sus hijos, el que aportó en los 60 en el periódico Falange la posibilidad de que proviniera del rito de la lluvia. El propio García Álamo, cuya cultura está fuera de duda, entonó posteriormente un mea culpa por una opinión que con el tiempo se saldría de madre.

Pepe Dámaso, con su película La Rama. Collage, de 1988, presentaba la enramada como una rogativa pluvial, con indígenas dando toletazos a las ramas en el mar, ocurrencia que hasta entonces no había entrado en el guión y que hoy solo practican los de lejos, los que vieron la película, o los que participaron en ella. Un poco antes, en el 72, fue declarada de Interés Turístico Nacional. Y mucho después, la confluencia en la villa de César Manrique o Martín Chirino dio a la cosa un empaque delicioso que cautivó la isla paraíso que sin duda en Agaete tiene parte de su sede. Las retransmisiones televisivas, la mayor difusión de los periódicos, que hasta esos años solo se leían en casinos y barberías, hizo el resto.

A medida que Barroso iba buceando en su investigación las contradicciones alejaban la mayor. Los abuelos se asombraban por la petición de agua en pleno agosto, mes de barbecho agrícola. Además las Nieves es virgen marinera, a la que se le ofrendan maquetas de barcos, de pesca y mar, como se ve en su iconografía, y no una patrona de tierra.

En una carta del médico y poeta Francisco de Armas, en el frente de guerra en los 30, se quejaba con amargura de no estar en la fiesta "de la Virgen", sin mencionar la rama. Y rebuscando entre las fechas, ese 4 de agosto se celebraban plenos municipales, algo impensable hoy en día. Y Sebastián Jiménez Sánchez, comisario de Excavaciones de la Provincia de Las Palmas, en el 42, describe el asunto como la tradicional enramada que se celebra desde La Isleta a Mogán. Jiménez, arqueólogo, no dice nada del rito aborigen, algo que probablemente le hubiera encantado.