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Juan Carlos Castro
Ver galería >Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
Juan Carlos Castro / LPR
Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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Por la Avenida Marítima transitan cientos de personas ya sea por la mañana, tarde o noche. Los viandantes, a través de su larga extensión y emperchados en sus mejores galas deportivas, caminan, corren o montan en bicicleta mientras respiran la brisa del mar. Sin embargo, la vista en ocasiones puede ser monótona con el marino manto azul que no cambia más allá del horizonte, los barcos se mueven al golpito y queda más bien poco para entretener el cerebro mientras ejercitan el cuerpo. Como solución a este problema o como simple forma de expresión artística, desde hace unas semanas aparecieron unos dados pintados en las piedras del rompeolas
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