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La mutación de Vitolo: de la explosividad a la pausa

Los primeros minutos del grancanario en casa mostraron a un jugador con menos verticalidad y más participación en el juego

Vitolo (d) festeja con Viera (21) el gol que tumbó al Cartagena y puso fin a la incertidumbre en la vuelta de la doble ‘V’. Juan Carlos Castro

Un nuevo Vitolo. Menos explosivo, más pausado. Menos regateador, más combinativo. Así se mostró Víctor Machín en su reencuentro con el público de la UD Las Palmas. Había debutado en la presente temporada la semana anterior con un puñado de minutos frente a la SD Ponferradina en El Toralín, donde no le dio tiempo a contactar con el balón. El domingo, en Siete Palmas, actuó en los 24 finales –20 reglamentarios más cuatro añadidos– y evidenció un juego muy distinto al que acostumbraba a tener en sus mejores tiempos.

Los dos ratos que ha jugado no son concluyentes en cuanto a las capacidades del isleño, pero sí pueden avanzar, sobre todo el último, lo que esperar la UD de uno de los futbolistas llamados a ser determinantes en el camino del equipo hacia el ascenso.

Tal y como él mismo confesó al término del encuentro, la primera posición en la que le situó Xavi García Pimienta en el extremo derecho, con Marvin como lateral, aunque después, cuando entró Moleiro, le cambió de banda. La realidad, sin embargo, mostró a un Vitolo como un alma libre que transitaba sobre todo por el centro, donde la UD llegó a acumular hasta cinco jugadores –Loiodice, Viera, Moleiro, Andone y el propio Vitolo– que provocaron un cierto atasco que, por otra parte, beneficiaba al Cartagena, pertrechado atrás y con un jugador menos desde el minuto 43.

Al jugador cedido por el Atlético de Madrid hasta final de curso se le vio moverse de un lado a otro siempre en busca del balón, sin carreras excesivas, sin cambios de ritmo, con la pausa necesaria para ocupar un hueco libre y tratar de encontrar una vía por la que meter mano al rival.

Había transitado por el partido con esfuerzo por agradar, pero en la intrascendencia para el equipo, lejos de aquel jugador que utilizaba su descomunal fuerza física para irse en carrera de los defensores y regatearlos con cambios de dirección bruscos, cuando la bombilla de genio de le encendió cuando el choque se dirigía hacia un empate sin goles con la frustración como protagonista.

Ayudó el demarque de Benito por la izquierda, pero la acción la inició Vitolo. Primera cambió de sentido con una pisada del balón, luego levantó la cabeza y vio la carrera del de La Aldea y el hueco perfecto para ponerle la pelota en profundidad, por delante, perfecta para que el extremo tomara la decisión clave: centrar el balón hacia adelante o hacia atrás. Eligió bien, porque el pase raso en dirección contraria a la portería encontró a Jonathan Viera solo dentro del área para marcar el gol del triunfo y provocar el éxtasis. Sucedió de la manera más romántica: Vito empezó la jugada y Jony la terminó.

La nueva versión de Vitolo, o por lo menos la que mostró ante el Cartagena, dio resultado. Las combinaciones continuas, sin perder el balón, evidenciaron que la posición de interior puede ser un buen nuevo lugar para él. Quizá ya no esté para otras cosas. Habrá que esperar. Es la mutación de otro hijo pródigo.

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