"Treinta y nueve años de servicio a una misma empresa se dicen fácil, pero son toda una vida de trabajo y esfuerzo". Esta reflexión es de Inés Martín Peña (El Cardón, 1958), una de los 15 trabajadores del antiguo Parador de Fuerteventura que el 28 de febrero serán despedidos por decisión del Cabildo majorero. Con el cierre del establecimiento se da portazo a 45 años de un servicio al sector hotelero insular y se echa por tierra el futuro de numerosas familias que se quedan en la calle, cuatro de ellas formadas en el transcurso de la historia de este emblemático recinto.

Inés y Cecilio Padilla (La Gomera, 1956) se conocieron en el antiguo Parador. Tras formalizar su noviazgo durante varios años decidieron unir sus vidas y formar una familia. Al igual que ellos, otros compañeros como Manuel Brito y Concha Vera; Fernando Ramírez y Rosario Cabrera, y Gonzalo Martín, ya jubilado, y Carmen Rosa Gordillo siguieron sus pasos. La ilusión de encontrar un futuro tranquilo, ya que muchos están por encima del medio siglo de vida y otros a las puertas de la jubilación, se ha convertido en las últimas semanas en una autentica angustia.

La historia de Inés y Cecilio tiene un sello especial. El vetusto edificio ha sido como su casa, no en vano residieron en el mismo durante los años que duraron las obras de ampliación, unos tres años, al margen de su vinculación diaria con su jornada laboral. "Esta es mi casa porque llegué aquí con tan solo 16 años. A los siete días de nacer mi hija Macarena nos pusimos a vivir en el Parador ya que mi marido tenía que realizar las labores de guardián. Estas paredes forman parte de mi historia que ahora por decisión de los políticos se ha transformado en pesadilla", aseguró Inés.

Esta camarera también recuerda cuando fue trasladada al Parador de El Hierro. "Estuve tres meses y tuve que dejar a mi hija pequeña a cargo de mi marido. Fue una situación muy difícil. Luego me reincorporaron de nuevo. Tenga en cuenta que he pasado más tiempo en este hotel que en mi casa. Es difícil otra vida fuera del Parador".

Inés recuerda con cierta nostalgia su ingreso en la Red de Paradores Nacionales, "siendo una jovencita. Llegué en 1974. Ha sido mi primer y único trabajo, incluso aquí nos daban la cama y la comida y recuerdo como mi primer director, Fernando Molina, nos marcaba un horario de entrada, pues no podíamos llegar después de las once de la noche. Como éramos tan jóvenes nos protegía, fue nuestro segundo padre al igual que su mujer Paqui, que era la gobernanta". Además, añade que "también recuerdo con especial cariño a otro director, José Muñoz y su mujer Juana, que también llegó para desempeñar el cargo de gobernanta".

La trabajadora, sentenciada al despido colectivo junto a sus compañeros, tiene un recuerdo especial para una pareja de clientes, Richard Gustón y su mujer, Lisett. "Les llamamos abuelos y todos los compañeros los queremos mucho. Desde hace 40 años vienen cada año a la isla y se hospedan antes en el antiguo Parador y ahora en el hotel Fuerteventura Playa Blanca. Aquí pasan tres meses con nosotros. Se acaban de ir el pasado 16 de enero. Para ellos también ha sido un trauma el cierre del establecimiento porque se borra una gran parte de la historia de la isla y de Puerto del Rosario".

Con la clausura del Parador, que fue rebautizado por el Cabildo como hotel Fuerteventura Playa Blanca, "se nos va una parte importante de mi vida, de la de mi familia y la de todos mis compañeros. Será un día de mucha tensión y nervios, porque lo han querido los políticos".