Aunque parezca misión imposible siempre logran su objetivo. En un acantilado, un risco, una playa, una montaña o en medio del mar se lanzan para buscar y hallar a la persona desaparecida. El 112 es el encargado de activar este dispositivo de último recurso cuando el siniestro es grave y en un lugar de difícil acceso. El rescatador Diego Sánchez explica que lo primero tras recibir la llamada es encender los motores y levantar vuelo en su centro del Aeropuerto para comenzar la búsqueda. Una vez localizado el objetivo se lanzan a recuperarlo.

"Lo normal es que no se pueda aterrizar porque puede ser en medio del mar, en un pico o en un risco, y uno de los dos rescatadores nos lanzamos por el cable hasta llegar al siniestrado. Somos los primeros intervinientes en asistencia sanitaria y nos volcamos en sacarle del apuro", indica Diego Sánchez. El técnico asegura que lo normal es engancharlo y subirlo al helicóptero para poder asistirlo hasta llegar al hospital.

Un trabajo de alto riesgo, que requiere rapidez, una excelente forma física, capacidad de improvisación y mucha sangre fría porque un segundo puede ser vital, y la víctima puede presentar síntomas muy diversos. "Muchos rescates se dan con el último rayo de luz y arriesgamos antes de caer la noche, lo que supone una gran dificultad y nos arriesgamos todo lo posible hasta que cae la noche", añade. En el caso de incendios, se han llegado a reunir los cinco helicópteros que operan en las siete islas para sofocarlo.

"Lo mejor de la profesión es cuando logramos que las personas recuperen sus ilusiones, y lo peor cuando muere un compañero como ha ocurrido en accidentes en el aire en la Península, y lamentamos mucho cuando tras rescatar a un inmigrante, deportista o turista finalmente no podemos hacer nada y muere", manifiesta el rescatador.

Pateras

En sus cientos de actuaciones del grupo recuerda uno muy especial que sucedió en la víspera de Reyes, al atardecer y en el que se buscaba una patera a la deriva. Tras buscar por la costa encontraron la barca enriscada en una costa abrupta y alejada. Observaron que uno estaba tendido en la playa sin moverse, pero a su lado había otro hombre resguardado del viento y el frío junto al cayuco. El rescatador saltó hasta la playa y decidieron dejar el cadáver y recoger y subir al helicóptero al superviviente. Entonces localizaron a otro inmigrante en el acantilado, por lo que se repitió la maniobra, y recuperaron a un tercero más arriba desorientado. Todos los inmigrantes fueron trasladados al Hospital General con síntomas de hipotermia y deshidratación. Una salida que quedó grabada en la memoria de estos héroes y culminó con el regalo de recuperarlos con vida.

La base del GES en la Isla tiene una media anual de 70 vuelos repartidos en 250 horas, de las que 95 fueron entrenamientos y el resto intervenciones en tierra, mar, evacuaciones sanitarias e incendios.