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El director Gerardo Olivares, el productor José María Morales y Marcial Morales.

Las orcas van al cine en Fuerteventura

El Palacio de Congresos acoge el estreno de ´El Faro de las orcas´, una película protagonizada por Maribel Verdú y que se rodó el pasado abril en la Isla

El Palacio de Congresos de Fuerteventura se llenó anoche con 1.200 personas para el estreno mundial de El Faro de las orcas, en medio de una gran expectación, con la presencia del director Gerardo Olivares y el productor José María Morales, responsable de Wanda Films. El viernes 16 de diciembre se estrenará en 150 salas del país y a inicios de 2017 dará el salto a Argentina.

El Faro de las orcas, de Wanda Films y un presupuesto de unos 5,3 millones de euros, es una coproducción española y argentina que se rodó entre el enclave natural de Península Valdés en la Patagonia y en Fuerteventura, con una semana de rodaje en la isla majorera, entre Sotavento, Las Playitas y Costa Calma, con la presencia del elenco protagonista formado por Maribel Verdú, Joaquín Furriel y el niño Quinchu Rapalini, junto con la presencia de las ballenas articuladas creadas para la ocasión por el equipo del oscarizado David Martí. En el rodaje de Fuerteventura participaron unas cien personas entre técnicos y equipo de producción de la Isla.

Una suerte de triángulo amoroso. El primero el de una madre (Maribel Verdú) dispuesta a cualquier cosa por ayudar a su hijo (Quinchu); el de un guardafauna (Joaquín Furriel) con una relación única en la historia con una familia de orcas; y una última relación sentimental entre la madre y el guarda fauna para completar el triángulo.

La película, basada en un acontecimiento real, cuenta la historia de Lola y su hijo Tristán, que padece un trastorno autista y vive aislado del mundo. El protagonista principal es Beto Bubas, un guardafauna del Parque de Península Valdés que posee la habilidad de comunicarse con una familia de siete orcas salvajes en el único lugar conocido de la tierra en que esta especie marina practica la caza de focas adentrándose en la arena de la playa, un hallazgo que le brindó una beca de National Geographic. Lola acude a Beto para ver si el contacto con los animales produce algún tipo de mejoría en la manera en la percepción afectiva de su hijo, tras ver como éste reaccionaba al ver al guarda y los animales en un documental de televisión.

Se trata por lo tanto en una película en la que la naturaleza se convierte en un personaje más, tal y como Gerardo Olivares planteó en Entre Lobos (una quinta película en la taquilla del cine español en 2010), aunque en un escenario totalmente distinto. Pero el interés de este director, con una extensa trayectoria como aventurero y documenta lista de TVE, no está tanto en ofrecer una aproximación al medio natural desde una óptica externa, sino en ofrecer un retrato de cómo estos dos elementos antagónicos, el animal y el humano, son capaces de encontrarse para ayudarse mútuamente, casi como si el uno fuera una especie de cura espiritual y psicológica para el otro y viceversa.

La mayoría de la película se rodó en Península Valdés y el restante en Fuerteventura, durante una semana en el mes de abril del año en curso, pese a que el filme es en un 80% de producción española. La Patagonia Argentina muestra todo el esplendor de su fuerza como uno de los espacios naturales más relevantes del planeta para el avistamiento y estudio de grandes animales marinos, como la ballena, las focas y leones marinos, así como las orcas de Beto, una persona que se aísla del mundo en este entorno desértico tras la muerte de su mujer. Beto Bubas participó en la película en calidad de asesor.

En Canarias se rodaron planos tomados desde el litoral hacia la tierra, para simular la agreste geografía patogénica, y también el contacto con las orcas. En el filme se trabajó con orcas naturales y otras creadas en formato animatronics por el equipo de David Martí, Oscar al Mejor Maquillaje en 2006 por El laberinto del Fauno y con tres Goyas en efectos especiales por El laberinto del Fauno, Frágiles y El orfanato.

“Es una película de mucha emoción y que transmite lo que yo quería: esa lucha de una madre por su hijo y cómo a través del contacto con la naturaleza, no solo el hijo sino ella, encuentra la felicidad en un lugar remoto e aislado que jamás pudo imaginar por el problema que tiene”, explicó Gerardo Olivares, antes del pase. El director cordobés se mostró nervioso y ansiosos por conocer la reacción del público majorero en la primera proyección de la película. “Estoy contento pero nervioso. Es un día muy especial, ya que llevo seis años involucrado en este proyecto y esta es la primera vez que lo mostramos al gran público y para mí es importante sentir lo que la gente me transmita aquí para saber si he sido capaz de llegarles con esta historia”, aseguró este director que ha convertido la naturaleza, la vida animal y los pueblos indígenas el motivo de su trabajo cinematrográfico hasta el momento.

Amplia experiencia

Olivares explicó que el reto añadido consistía en armonizar la luz y los escenarios de un rodaje realizado en dos continentes. Este cuenta con una amplia experiencia a partir de una veintena de títulos documentales, cinco películas de ficción y el honor de ser el primer español en ganar la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid. Inició su carrera en 1987, con apenas 20 años de edad y nada menos que con un viaje en Vespa al Polo Norte para seguir a un grupo de nómadas en Laponia. Un año después, Olivares recorrió el desierto del Sáhara con un Seat Panda y, posteriormente, su primer gran proyecto documental le llevaría a recorrer América, desde Alaska a Tierra del Fuego, con La ruta de las Córdobas (1992) con la que facturó una serie de ocho capítulos con TVE.

En 1994 realizó un proyecto similar, esta vez en África, con La ruta de los exploradores. El mundo en su extensión es un gran plató de cine para este director. “A mí lo que me importa es llegar al público y que cuando este salga de la sala diga, qué película más bonita hemos visto”, valoró el director, cuyo único objetivo declarado con este título es que me permita hacer otra película a continuación, porque eso es a lo que aspiramos hoy en día la mayoría de directores”.

“Ha sido un placer rodar en Fuerteventura, porque hemos estado muy a gusto. Ahora entiendo por qué viene la gente a rodar aquí”, valoró antes de contar que la abuela de Joaquín Furriel, una estrella del celuloide en Argentina, era natural de esta isla canaria, por lo que grabó un mensaje en el que lo explica y que se proyecto antes del pase de la película con una gran ovación.

Olivares declaró que los atractivos cinematográficos de la oferta de Fuerteventura no se limita a la política de excepciones fiscales, sino que se basa en la grandes posibilidades de sus paisajes y entornos naturales, la tranquilidad y el nivel de sus profesionales, que aunque se encuentran en una etapa de formación nada tienen que envidiar a los del extranjero. “Hay muy buenos técnicos y esto es lo que hace que al final el rodaje sea bueno, como ocurrió aquí”, añadió éste.

“Fuerteventura es una isla de cine en todos los sentidos y aquí tenemos una demostración”, aseguró, por su parte, Marcial Morales, presidente del Cabildo majorero, antes de presumir de los encantos naturales del espacio elegido para el rodaje, como Las Palmitas, Las Dunas y los canarios y que son “tan espectaculares como la Patagonia”.

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