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Arquitectura y Medio Ambiente | Historia y futuro de un establecimiento hotelero singular

Costas va a por el hotel Tres Islas, emblema de Fisac

«Un hotel de lujo en una playa maravillosa y desierta es siempre una tentación y un problema de conciencia ecológica», admitió el arquitecto

El hotel Tres Islas, de Miguel Fisac, plantado sobre las dunas de Corralejo, en el norte de Fuerteventura, con las islas de Lobos, cuya silueta imita, y Lanzarote al fondo. De ahí, su nombre. La Provincia

Construido en los 70 en Fuerteventura, el hotel Tres Islas es considerado una obra significativa de Miguel Fisac, que ya expuso sus dudas ambientales. Transición Ecológica busca «el cumplimiento estricto de la ley de Costas en lo que atañe al dominio público marítimo-terrestre y a quienes lo ocupan».

En 1972, Miguel Fisac, uno de los mejores arquitectos españoles del siglo pasado, recibe el encargo de una empresa alemana para proyectar un hotel en las dunas de Corralejo, por entonces un paraje absolutamente virgen en Fuerteventura. Fraga ha abierto España al turismo y hay furor constructor.

En ese momento, él mismo deja por escrito las dudas que le surgen: «Un hotel de lujo en una playa maravillosa y desierta es siempre una tentación y un problema de conciencia ecológica. Ya anteriormente, y en una situación análoga, me había negado a construir el rascacielos más alto de Europa en una playa, entonces desierta y que ha pasado con el tiempo a ser la más densa e inhumana del Mediterráneo. Cogiendo la silueta de la isla de Lobos, que es parecida a las dunas de la playa de Corralejo, y colocando los diferentes cuerpos del edificio como pantalla de los vientos dominantes, obtuve la silueta que proyecté».

Casi 50 años después, el Ministerio de Transición Ecológica ha resuelto el dilema de Fisac. El pasado agosto inició el trámite de caducidad de la concesión de ocupación de dominio público marítimo-terrestre, lo que conllevaría su derribo. El hotel, única obra de Fiscac en Canarias, no está protegido por su valor arquitectónico. La Fundación Fisac muestra su sorpresa con una posible demolición. En 1999, el Ayuntamiento de Madrid derribó la Pagoda de Fisac, último edificio icónico derribado del arquitecto, y generó un enorme escándalo.

El hotel, único edificio de Fisac en Canarias, peligra, ya que no se halla protegido por su valor arquitectónico

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Esta es una historia de 50 años de vaivenes en la política de Costas, de un Gobierno -el de Zapatero- que intentó tirar dos hoteles emblemáticos en Fuerteventura; de otro –el de Rajoy– que los indultó y de la segunda oportunidad que ve ahora el equipo ministerial. Pero, sobre todo, de un debate endiablado entre el patrimonio natural y el arquitectónico.

Para entender la historia hay que retroceder hasta 1970. La empresa alemana EWE Verwaltungs und Bereilingus compra unos terrenos en las dunas de Corralejo. Alemania ha aprobado una ley que da ayudas fiscales a quienes inviertan en países en desarrollo, lo que incluye España, y eso dispara la inversión. Los alemanes llaman a Fisac, un genio, un arquitecto reconocido que entonces tiene 60 años.

«Se proyecta la realización de un hotel de alrededor de 700 camas, en un solar situado en las playas de Corralejo, frente a la isla de Lobos, en Fuerteventura. El programa previsto es el correspondiente a un hotel de cuatro estrellas en el que se ha seguido estrictamente las características que para hoteles de esta categoría están ordenadas en el Estatuto de las Empresas y de las Actividades Turísticas del Ministerio de Información y Turismo…», escribe en el proyecto del hotel Tres Islas.

Miguel Fisac, en su estudio. | | LP/DLP Rafael Méndez

El presidente de la Fundación Fisac, Diego Peris, explica que Fisac era consciente de lo sensible que es la obra: «Él sabe que es una ubicación delicada, pero intenta hacer un proyecto que responda a esa ubicación. Estaba muy preocupado siempre por el paisaje y el impacto. En Mallorca hizo el Eurotel y años después comentó que había introducido una pieza que tiene un excesivo impacto en el medio ambiente».

Encofrados flexibles

Javier Rodríguez Cabello, historiador del arte y experto en arquitectura contemporánea, da más detalles sobre la obra: «El Tres Islas es uno de los grandes exponentes de Miguel Fisac en el uso de encofrados flexibles. Se trataba de un sistema de arquitectura prefabricada que patentó Fisac para trabajar de una forma más creativa el hormigón. Con él se conseguían unas texturas como de almohadillado, de formas blandas. Hay que decir también que, a pesar de su novedad, a algunos arquitectos, por su curiosa y rara estética, no les parece de lo mejor de Fisac».

El hotel se encuentra en medio de unas dunas. «El cromatismo en este paisaje es de ocre muy claro; casi blancos, salpicados por unas canchas de piedras o grupos de piedras de un negro intenso. El efecto del contraste de que, al lado de unas rocas, casi negras, procedentes de un río de lava que llega hasta el mar, se continúa con una playa de varios kilómetros de longitud de una finura coloreada de arena muy clara, es extraordinaria», escribe el arquitecto en el proyecto que conserva su fundación.

Para un lego puede parecer un mamotreto de hormigón, pero está todo estudiado. Es un ejemplo perfecto de la arquitectura de los 70 de un hotel de mar. «Para conseguir el confort máximo dentro de su categoría y una visión directa del paisaje de costa y mar, sin olvidar las características climatológicas y muy especialmente las correspondientes a los vientos reinantes, consiguiendo, en una gran mayoría, que todas las terrazas tengan un ángulo de más de 120º de visión, y completamente desenfiladas de la vista de otros habitantes cercanos o lejanos del hotel».

La fachada está realizada con un hormigón armado y recubierto con unos encofrados prefabricados flexibles marca de la casa. Fisac ha usado esos materiales en otras obras. Nadie en su época era capaz de usar esos encofrados. Fisac pretendía que la fachada recreara las dunas de alrededor. «Las siluetas del edificio recuerdan las dunas y montículos circundantes». El presupuesto era de 180 millones de pesetas, según el estudio Los hoteles de Fisac.

Peris admite que, décadas después, el impacto del Tres Islas en el entorno es discutible: «Ha cambiado mucho la conciencia, pero eran los 70». De lo que no duda es del valor arquitectónico. «Tiene un interés especial, está muy bien resuelto».

«Es una fachada extraña, pero no hizo falta rematar con petos ni pintar. Cuando vinieron los inversores a verlo nos reímos mucho, porque se asustaron diciendo: «¡Esto lo hemos hecho en Alemania y ha sido un fracaso, porque el plástico envejece muy rápido!»; o sea, terminaron confundiendo el acabado del encofrado flexible con un panel de plástico y no se lo creían cuando les dijimos que era hormigón blanco, un material que sigue bien después de treinta años», contó Fisac.

A pocos metros, otra empresa alemana había levantado el Oliva Beach en mitad de las dunas de Corralejo. La propiedad fue cambiando y acabaron los dos hoteles en manos de la cadena Riu, el gigante español del turismo. También era suya la isla de Lobos, un islote deshabitado frente a la costa.

La caducidad de su concesión, que era hasta 2037, se adelanta por irregularidades en la obra de restauración

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Las dunas de Corralejo fueron declaradas parque natural en 1982 y seis años después, en 1988, el Gobierno de Felipe González aprueba la Ley de Costas, que establece que toda la playa es dominio público marítimo-terrestre. La ley da un plazo de 30 años a los edificios que, como el Tres Islas, estuviesen sobre la arena. El hotel pasaba a ser una concesión administrativa de 30 años ampliable a otros 30 desde que en 1992 se deslindó la zona.

La Ley de Costas funcionó más o menos al ralentí hasta que en 2004 Zapatero llegó al Gobierno. Entonces, Cristina Narbona impulsó la recuperación del litoral. La Dirección General de Costas buscó un acuerdo con los Riu para demoler los dos hoteles, el de Fisac y el Oliva Beach, de Fernando Higueras, un premio nacional de arquitectura que fue discípulo de César Manrique. Higueras ha hecho obras emblemáticas, como la Corona de Espinas, en Madrid, pero no quedó nada satisfecho del Oliva Beach. «Le sobran seis plantas», declaró después: «Lo mejor que construí en Canarias fue lo que no hice».

El Oliva Beach era el principal objetivo del ministerio, porque está en medio del parque natural. El Tres Islas, en una esquina, cantaba menos. José Fernández fue director general de Costas en aquel Gobierno y recuerda la negociación: «Cuando llegamos nosotros acordamos que Riu renunciaba a parte del plazo de la concesión. El Oliva Beach vencería en 2017 y el Tres Islas en 2037, plazo suficiente para amortizar las obras que necesitaban hacer. La idea es que se extingue la concesión, se derribaba y se restauraban los terrenos».

Detalle de la fachada del Tres Islas Fisac. | | LP/DLP Rafael Méndez

En el pacto, los Riu cedieron al Estado la isla de Lobos. «La íbamos a expropiar, pero decían que para ellos no tenía interés porque no iban a poder construir. Se habló de que fue en contrapartida pero realmente eso vino después del acuerdo de la concesión», señala Fernández.

Los Riu hicieron su obra en los hoteles y se acercaba la fecha para tirar el Oliva Beach cuando el PP llegó al Gobierno y cambió la Ley de Costas. El Ejecutivo ofrecía ahora la posibilidad de dar 75 años más de prórroga, algo que pidieron rápidamente para los dos hoteles.

En 2018, con la moción de censura, Teresa Ribera volvió al Ejecutivo. Ella había sido secretaria de Estado con Narbona y el ministerio retomó el plan de rescatar la concesión. Fuentes del sector explican que en el ministerio se sintieron traicionados por Riu, que había pactado que demolerían uno de los hoteles pero que llegado el caso se acogió a una nueva concesión y dejó aquel acuerdo de 2007 en papel mojado.

Expediente de caducidad

Inicialmente, el Ministerio de Transición Ecológica inició el expediente de caducidad de la concesión del Oliva Beach, pero gestionó mal los plazos y el trámite acabó caducando. Así que en agosto pasado fue a por el Tres Islas. El ministerio alegaba que la demarcación de Costas encontró un exceso en las obras de 2007 autorizadas y que en agosto de 2020 una inspección encontró irregularidades.

Riu había construido más de lo autorizado al haber techado un solarium en la sexta planta, entre otras pequeñas obras. Recibió una sanción de 10.855 euros que fue notificada hace 13 años pero que nunca pagó. Tampoco demolió el solárium ejecutado sin permiso.

Con ese motivo, Costas iniciaba la caducidad de la concesión. Ni Costas ni la empresa valoran apenas el interés arquitectónico de la obra. En la documentación, a la que ha tenido acceso este diario, Costas sí menciona que la obra nueva ejecutada por Riu incluye bloques «de muy pobre imitación de la placa modular diseñada por el arquitecto Miguel Fisac para cubrir toda la fachada del edificio».

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