Cuatro turismos totalmente destrozados, varios animales muertos (dos ovejas y una baifita) y un matrimonio que se ha visto obligado a desalojar su domicilio, y que varias horas después del incidente todavía seguía con el miedo metido en el cuerpo, es el triste balance del derrumbe de una ladera, de varios cientos de toneladas, en la zona conocida como Hoya de la Prensa, en el barrio de Montaña Alta (Santa María de Guía), hecho registrado poco después de la una y media de la madrugada del domingo. Datos obtenidos por este periódico apuntan a que el derrumbe afectó a una pared de 20 metros de altura y unos 40 metros de largo ubicada junto a la Casa del Queso de Montaña Alta de Guía.

"Las piedras nos podrían haber alcanzado si hubiéramos estado en el jardín. De hecho, cuando no estamos dentro de la casa, estamos en esa zona, trasteando o tomando café", recordaba ayer Ana Martín, la propietaria de la casa terrera, que a punto estuvo de ser alcanzada por las rocas, mientras atendía a aquellos vecinos que se interesaban por lo ocurrido.

"Estábamos recién acostados, en torno a la una y media de la madrugada, cuando oímos como un remolino de viento y a continuación comenzaron a sonar las alarmas de los coches. Salimos a la calle creyendo que había un vendaval o que alguien nos quería quitar un vehículo. Entonces nos llevamos una sorpresa porque parte de la montaña se había derrumbado y las cuevas en las que teníamos los cuatro coches y unos animales estaban taponadas por las rocas", indica Ana Martín, que lleva más de 25 años residiendo en la zona y que nunca había sufrido un episodio idéntico.

"El único superviviente de este derrumbe fue un perro ratonero, de sólo tres meses. De hecho, por la noche, los bomberos nos dijeron que estaba muerto, pero esta mañana [domingo] lo llamamos, nos respondió y lo encontramos a salvo", indica la mujer, mientras acaricia al can en la azotea de su vivienda terrera mientras captamos imágenes del efecto del derrumbe.

Ana Martín indicó a este periódico que "cuando las placas que hay entre las islas de Tenerife y Gran Canaria se mueven, nosotros lo notamos, pero nunca habíamos sufrido estas consecuencias. Una vecina de aquí al lado me dijo esta mañana que anoche sintió cómo se le movía el sillón y uno de los cuadros de su vivienda".

Como consecuencia del derrumbe, Ana Martín y su marido, que actualmente se encuentra en el paro y que había encontrado algo que hacer en el cuidado de las dos ovejas y la pequeña baifa, han tenido que abandonar su hogar y refugiarse en casa de una de sus hijas, que vive en las cercanías, ante la posibilidad de que se produzca un nuevo derrumbe.