Cuando a las 21.30 horas de este miércoles las puertas de la terminal de llegadas de vuelos interinsulares del aeropuerto de Gran Canaria se abrieron, las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de medio centenar de personas. Al otro lado, una quincena de militares del Regimiento de Infantería Ligera Soria 9 tocaban por fin tierra grancanaria después de casi cinco meses en Afganistán. En total, 150 días que han sido vividos por sus familiares con angustia y nervios, y también con momentos de dolor para todos, incluidos los soldados, que durante este tiempo vieron perder a dos compañeros por un atentado en la peligrosa ruta Lithium. "Pero por fin han llegado, ha sido un calvario", resoplaba Araceli Ruiz, una de las madres al verlos pasar la puerta.

El emotivo momento se produjo después de una larga espera. Los 140 militares del regimiento instalado en la isla de Fuerteventura habían embarcado hacia el país asiático el pasado 4 de abril. "Pensaba que al final iba a decidir no ir, pero respetamos su decisión y partió para allá", explica una de las progenitoras, quien prefirió mantenerse en el anonimato y que ayer esperaba nerviosa, muy nerviosa, "no he podido dormir en los últimos días", poder abrazar a su vástago.

"Ha sobrevivido a Afganistán, pero no sé si podrá sobrevivir hoy aquí cuando lo vea", comentaba entre risas Estrella Álamo, madre de un brigada y quien reconoce que ha vivido pendiente a la televisión. "Estos meses han sido muy duros, por lo que ha ocurrido con los compañeros, y en esos momentos siempre estás atento a las noticias para saber lo que había pasado", apuntaba, y agregaba que durante estos últimos días de espera "te acuerdas también de los que han caído y que no han podido ser recibidos por sus familias".

El vuelo de Binter NT192 procedente de Tenerife Norte, adonde habían llegado en un avión fletado que despegó de Herat, la capital afgana, se adelantó incluso diez minutos. Con los petates a cuesta, los militares comenzaron a salir. Fuera, numerosas personas con pancartas, globos e incluso un muñeco de Bob Esponja aplaudían cada vez que los veían aparecer. Al cruzar la puerta, comenzaron a liberar tensiones.

"Ha sido un sinvivir", comentaba Araceli Ruiz tras poder abrazar, por fin, a su hijo David, quien cumplió 23 años durante la misión.

Entre tantos familiares, los pequeños cobraron protagonismo. Saúl, de tan sólo dos años, aguardaba junto a su madre a la llegada de su padre, Óliver. Pino Padrón, la progenitora del militar, era de las más tranquila. Ya había pasado por esta experiencia una vez ya que era la segunda vez que su hijo se iba a una misión a Afganistán tras once años en el cuerpo.

Entre abrazos, risas y lloros, los protagonistas iban abandonado la sala del aeropuerto grancanario en dirección a sus casas. Tienen por delante varios días para contar historias y disfrutar de sus allegados después de tanto tiempo fuera de la Isla.