"Cuando empezamos pensamos hacer el logotipo nuevo y darle modernidad al negocio, y le pusieron Panadería Pulido. Mis abuelos maternos fueron los fundadores de la panadería", dice este hombre nacido en 1956 en el barrio veguero de Los Chorros. Empezaron con un hornito pequeño. Cada vez que había trigo, antes de la guerra, lo llevaban al molino, que se quedaba con una parte y el resto se lo devolvían molido, hecho harina. Con eso hacían unos panes grandes que duraban quince o veinte días en las cajas de galletas típicas de antes, las Tamarán, para que aguantara. Amasaban cada quince días; cada vez que tenían trigo hacían pan. Tenían en La Lechuza la panadería, allí hicieron la casa y luego montaron la tienda. En aquella época había otras tres panaderías en el pueblo. Luego comenzaron a trabajar más en serio: conseguían trigo y harina y hacían pan. Era la época de la cartilla de racionamiento, cuando la gente hacía cola en la panadería.

El negocio dio un salto cualitativo importante cuando se trasladó de La Lechuza al casco de San Mateo. "Empezaron mis abuelos, luego mis tíos y ahora estamos nosotros. Primero repartían al hombro, luego los que trabajaban por la noche amasaban y repartían y después compraron unos burros, que los rifaron entre los que más reparto hacían. Los burros paraban en las casas porque ya se sabían el camino", recuerda. Después del burro su tío se compró un triciclo. Venía de La Lechuza al casco del pueblo con el triciclo cargado de pan para repartir. "Luego al volver para arriba, si pasaba un camión o un furgón, se enganchaba el triciclo".

Paco es uno de los siete hermanos Rodríguez Pulido. "Cuando empezamos mi padre nos echaba una mano. Ahora solo estamos tres trabajando en esto porque los demás se han desvinculado de la panadería, aunque siempre han colaborado con nosotros". Panadería Pulido tiene 72 empleados directos, además de dar trabajo a otros diecisiete autónomos. Esta empresa colabora como patrocinadora en casi todos los eventos deportivos, culturales y recreativos que les piden.

"Mi hija [al frente de la empresa] siempre me dice que me paso", reconoce, "pero yo creo que hay que ser generoso con la gente, sobre todo con el pueblo que te vio nacer y crecer. Colaboramos en muchos actos sociales y en patrocinios deportivos. Detrás de todos los deportes que se celebran en San Mateo estamos nosotros. En lo que podemos echamos una mano. En fútbol nos gastamos mucho dinero, también en lucha canaria, scalextric, ajedrez, futbito, tenemos algún que otro coche corriendo en rally con nuestra publicidad, actos culturales, fiestas de los pueblos, etcétera".

"A mí me cuesta decir que no, sobre todo si veo a gente que lo está pasando mal. Si puedo le echo una mano. Y con el patrocinio deportivo no solo contribuyes a que esa persona haga deporte, sino a quitarla de otras cosas negativas. San Mateo todavía es un pueblo sano y en una mínima parte tendremos culpa nosotros. Mientras yo viva y pueda y el negocio siga funcionando, vamos a seguir colaborando con más o con menos. Eso se lo he inculcado también a mis hijos. Es el pueblo el que nos está dando de comer y nosotros tenemos que dar de comer también al pueblo. Tampoco voy a poner en dificultades a la empresa. Desde mi ventana veo el campo de fútbol y a los niños jugando con camisetas con nuestro patrocinio. Mi hijo es igual que yo, pero mi hija es más fría, más cerebral para estas cosas", asevera.

Asegura que su empresa, a pesar de su proyección, sufre también la crisis. "Clientes que antes te pagaban puntualmente hoy tienen necesidades y no pueden hacerlo. En algunos casos les decimos que dejen la deuda y que le seguimos dejando pan. Es gente que lo está pasando muy mal, aunque hay de todo. Nosotros conocemos bien al cliente del reparto a domicilio desde hace muchos años".

"Tenemos repartidores que salen a repartir a la una de la mañana porque tienen que estar en Cueva Grande, Aríñez o Camaretas de madrugada. Llegamos a todos los barrios y también repartimos a otros municipios, como Tenteniguada, San Isidro o El Madroñal, que pertenecen a Valsequillo, Teror y Santa Brígida. También en Tejeda". El pan a domicilio se hornea a la una de la mañana, "por lo que a las ocho ya es viejo. Así que muchos vienen a la tienda a comprarlo de nuevo por las tardes y se lo llevan caliente". Las ventas en pastelería, según asegura, han bajado más de un 30%. "En panadería también a nivel de domicilio, aunque lo hemos compensado con clientes nuevos que nos llaman. En el pan estamos igual que el año pasado, pero en pastelería sí ha bajado bastante. El que se llevaba cuatro panes se lleva ahora tres, todo el mundo trata de ahorrar. Es lógico con la crisis".

Aunque el pan es un alimento de lo más básico, Pulido conoció hace poco a una familia que jamás lo había comido. "Es el único caso que conozco. Dicen que el pan no les gusta. Una vez lo probaron y nada más. Me los presentaron porque es algo extraño".

Quiere salir al paso de la leyenda que asegura que el pan engorda. "El pan no engorda", dice taxativamente. "Antes la gente comía gofio y pan, eran los alimentos fundamentales. El pan lo acompañaban con cualquier cosa y había menos obesidad que ahora. Otra cosa es con qué lo acompañes".

"Yo adoro el pan, lo saboreo. Un buen pan me lo como solo y conozco gente a la que le encanta. Hasta no hace mucho ibas a un dietista y lo primero que te quitaba era el pan. Hoy no, te recetan cien gramos de pan al día. Es como el pescado azul o el aceite de oliva, que antes te decían que era malo y ahora es lo mejor. Qué cosa mejor que un buen pan con jamón serrano, queso o aceite de oliva". Su panadería hace 70 tipos de pan diferentes. "Ahora estamos haciendo un pan con fermentaciones largas. Cuando mis tíos trabajaban la panadería el pan era muy famoso. Los típicos coches de hora los mandaban de un municipio a otro porque eran de masa muy hidratadas y les daban mucha fermentación. El pan, que se horneaba en horno de piedra, era buenísimo. Yo siempre tuve ilusión por retomar ese tipo de pan. Ya llevamos dos años haciéndolo con mucho éxito".

Panadería Pulido se llama así desde 1976, aunque el negocio existía con otro nombre, El Mesón, desde 1923. Actualmente la empresa la lleva la cuarta generación de la familia. "Cuando empezamos a trabajar las 24 horas del día buscamos el solar donde estamos ahora. Queríamos hacer una panadería más moderna y por eso buscamos un logotipo que no pasara de moda, que siempre estuviera actualizado y creo que lo hemos conseguido".

Pulido siguió el ejemplo de panadería Domingo. "Domingo fue la persona en la que yo me miraba. Cuando era un joven veinteañero me invitaron un día a visitar panadería Domingo y para mí Domingo padre fue un maestro. Me enseñó las instalaciones y me quedé admirado. Nosotros estábamos empezando y para mí fue un modelo a seguir. De hecho yo siempre lo tenía a él como referente".

Paco se queja de que ahora "está entrando mucho pan de la Península y el Gobierno no hace nada. Al pan le ponen solo un AIEM (Atributo sobre la Imposición y Entrega de Mercancías) del 5% mientras que a la cerveza lo suben a un 15%. Eso nos hace mucho daño. En este país los autónomos y las panaderías somos los más abandonados".

Sabe que su trabajo es muy sacrificado. "Afortunadamente tengo un nieto y disfruto de él al máximo ya que con mis hijos no pude. Cuando nacieron ellos dormían mientras yo trabajaba, cuando llegaba a casa ellos estaban en el colegio? fue una vida al revés, muy sacrificada. Si a mí me pesa lo que he hecho ha sido no haber disfrutado más de mis hijos por el trabajo que tenía".