Atrápame si puedes es una película protagonizada por Leonardo DiCaprio y Tom Hanks que reproduce, con algún que otro artificio, la vida de Frank Abagnale. Perseguido por el FBI hasta que se vio acorralado, Frank amasó durante años millones de dólares haciéndose pasar por piloto de una empresa aérea, por médico y por abogado. La falsificación de cheques y pagarés fue su plato fuerte. Algo parecido es lo que ahora se ha descubierto en el Ayuntamiento de Telde, aunque el protagonista de esta historia, real como la vida misma, lo que pudo acumular fue una cantidad inferior: acaso, unos cuantos miles de euros. Eso sí, tras obtener 'a dedo' el cargo del director general de Recursos Humanos del consistorio y desempeñarlo durante seis meses.

J. M. P. (Las Palmas de Gran Canaria, 14 de diciembre de 1982) emergió en la política teldense hace menos de cuatro años. Era un perfecto desconocido en la ciudad de los faycanes hasta que, según cuentan por San Juan, fue presentado en sociedad por el exdiputado regional Víctor Moreno. Aparentemente, Perdomo presentaba dos de las cualidades que la alcaldesa María del Carmen Castellano quería potenciar en su plancha: un chico joven, afín ideológicamente al partido y especialmente preparado, con una licenciatura en Derecho por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, un máster en Recursos Humanos por la ESQC y otro en Ciencias Forenses por la Escuela de Criminología de Cataluña. A todo ello añadía una prolija experiencia laboral que le había llevado a trabajar para Coca-Cola en Londres y a ejercer como director de varias sucursales de Caja Rural en las islas.

Vecino de Salinetas, Perdomo se hizo un hueco en la lista de los conservadores: el puesto 23. Estaba más que cantado que no llegaría a convertirse en concejal en este mandato, pero él, al igual que otros cuatro compañeros, obtuvo como recompensa a su lealtad uno de los puestos de asesor de la Alcaldía. Ese fue su primer destino, tal y como publicaría este periódico en su edición del 15 de junio de 2011, aunque en cuestión de días quedó adscrito al área de Urbanismo, en manos, en esa primera etapa, del concejal Francisco López. Con el exviceconsejero regional de Pesca, J. M. P. congenió y formó un buen equipo de trabajo. Hasta que en mayo de 2013 la alcaldesa tomó una decisión que empezaría a cambiarlo todo: López se quedó sin Urbanismo, y con él también perdió influencia y peso político su entonces asesor.

En el partido, Perdomo fue elegido para ocuparse de transcribir las actas de las reuniones. Una tarea que llevaba al día, sin problemas. Al tiempo, con un carácter abierto y dicharachero, no dejaba de granjearse la amistad y consideración de sus compañeros. Para muchos, era la perla más prometedora que había surgido de Nuevas Generaciones en el municipio, con permiso de Enrique Lázaro.

La carambola con Mena

Todo era miel sobre hojuelas en la azarosa vida interna del consistorio hasta que José Luis Mena fue destronado como director general de Recursos Humanos. En abril de este año, un desencuentro con Castellano lo devolvió, pero como un simple técnico más, a su plaza en Urbanismo. Y entonces la líder de los populares giró la cabeza hacia J. M. P., ya que por ley necesitaba a un licenciado para cubrir el cargo en Recursos Humanos, remunerado en un primer momento con 71.000 euros brutos al año (entre un 20 y un 25% de este dinero acaba retenido por la Seguridad Social).

Con Herminia Demetrio como concejala de Personal se darían algunos tiras y aflojas. Luego surgirían, misteriosamente, una serie de rumores que apuntaban a que los títulos que exhibía Perdomo no eran más que papel mojado, de corta y pega. Esos comentarios cobraron fuerza y llevaron a la alcaldesa a pedir datos a la propia universidad mientras, según Demetrio, el joven se mostraba reticente a aportarle documentos oficiales o simples copias compulsadas de algunas de sus múltiples titulaciones.

En el centro académico confirmaron que se había matriculado en Derecho... y que no había acabado la carrera. Al final fue convocado a una reunión. Se le pidieron explicaciones. Según varios asistentes, se levantó de la mesa y se marchó sin mediar palabra. Al poco, desalojó su despacho y entregó la llave. El miércoles pasado Demetrio aún esperaba por el móvil corporativo. Las indagaciones alcanzaron a los másteres supuestamente cursados. La alcaldesa lo terminó denunciando ante la Policía Nacional por presunta falsedad en documento público tras destituirlo sin miramientos. Los agentes concluyeron esta semana sus diligencias, comparecencia del exasesor incluida, y las enviaron al juzgado. Los tribunales deberán decidir cómo acaba una aventura que para muchos recuerda a la de Frank Abagnale. A otros, por contra, les trae a la memoria a Luis Roldán o a Joana Ortega, la vicepresidenta de la Generalitat que en 2011 estaba licenciada en Psicología con dos asignaturas aún pendientes.

En el PP de Telde, donde antes lanzaban parabienes hacia su figura, sólo se menciona estos días el desengaño que se han llevado. El comité local del próximo martes podría pedir a los órganos superiores su suspensión cautelar hasta que la Justicia hable. "La alcaldesa ha hecho lo que tenía que hacer", fue lo único que apuntó ayer la delegada del Gobierno, María del Carmen Hernández Bento. Él, tal vez atrapado por su pasado, calla.