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La doctora Sarai Cruz el pasado viernes en la capital grancanaria.YAIZA SOCORRO

Ingenio Festival Internacional de Folclore

"Se están perdiendo los cantos de labor agrícola y es necesario rescatarlos"

"Servían para matar el hastío y sobre todo para acallar el silencio en aquellas largas jornadas de trabajo", afirma Sarai Cruz Ventura, doctora en Filología Hispánica por la ULPGC

Los cantos de labor son muy relevantes en el folclore canario, pero no tan conocidos como otros aspectos, ¿por qué?

Los cantos de trabajo pertenecen a un grupo de manifestaciones culturales, de expresiones orales, que pertenecen al patrimonio inmaterial de Canarias. Muchas veces no son conocidos porque estos cantos, desgraciadamente, ya han ido desapareciendo a medida que la industrialización del sector agrícola y las innovaciones tecnológicas han hecho que todas esas labores hayan ido evolucionando y por lo tanto, como los cantos se daban en ese contexto, han ido también desapareciendo. Quedan con carácter testimonial en las personas mayores que recuerdan esas labores agrícolas. Forman parte del patrimonio y también quedan como coplas en el folclore popular, que hoy en día se interpreta por los grupos folclóricos.

Pero ahora ya desvinculados de su origen?

Sí, salvo algunos como los aires de lima, que hoy cantan muchos grupos y que en realidad eran cantos de trabajo en su origen. Eran los cantos que se daban durante las descamisadas del millo con picardía de desafío entre hombres y mujeres y han pasado al folclore porque aunque en principio no tenían un acompañamiento instrumental, pasaron a convertirse en juego social una vez terminaban las labores agrícolas en los bailes de taifas o en los velorios de parida. Se interpretaban y también empezó poco a poco a incorporarse acompañamiento musical y baile. Por eso quedan en el folclore hoy en día, pero en su origen fueron cantos de trabajo.

El Sureste fue históricamente una tierra agrícola. ¿Qué suponían los cantos para los trabajadores?

Servían para matar el hastío y sobre todo para callar el silencio en aquellas largas jornadas de trabajo. Son muy importantes sobre todo los cantos de la zafra del tomate, aunque no eran los únicos, evidentemente. También los cantos del boyero, porque estas zonas también tuvieron que ser aradas para plantar el cereal antes de que llegara la zafra. Eso sí, no sólo se escuchaban en el Sureste, porque eran propios de todo el Archipiélago y también del mundo en general. En todo el planeta siempre ha habido cantos de trabajo.

¿Son un patrón común en el folclore universal?

Sí, yo creo que es por esa necesidad de callar el silencio y de hacer más entretenida esas labores que eran muy complicadas y muy duras. Tenemos que ponernos en ese contexto, en momentos en los que no había nada, ni las innovaciones que hay hoy, cuando paradójicamente tenemos un mundo extraordinario de tecnologías que nos mantienen callados, en silencio y en solitario. Antes se buscaba lo contrario, mantener una dinámica social en la que pudieran interactuar todos colectivamente y que hoy también se está perdiendo con todas estas innovaciones que nos permiten estar muy comunicados con el mundo exterior pero que a la vez hacen que no hablemos con nuestros padres o con nuestros nuevos vecinos.

¿De qué hablan las letras?

Hay de todo, pero depende del tipo de trabajo. Los individuales hablaban de la función en sí. Por ejemplo, los de arada, acerca de todo lo que tenía que ver con el gañán, con sus vacas o el ganado. Igual en los de pastores, pero podríamos decir que el hilo conductor en la temática, en muchos de los cantos, es el amor en todas sus manifestaciones y en todas sus connotaciones. Eran usados de una manera muy pícara, como con los cantos picados o las coplas de desafío? Hombres y mujeres entonaban esos cantos para enamorar a la persona, incluso para decirle todo lo que sentían de una manera muy discreta que a lo mejor abiertamente no se podían decir, pero a través del canto sí.

¿Iban desde el momento del galanteo hasta el desamor?

Sí, incluso muchas veces las discusiones eran entre mujeres porque a la zafra del tomate llegaba mucha gente de las zonas del interior de la Isla que emigraba a las franjas costeras, a partes como el Sureste. En el tiempo de zafra se daba ese pique entre las mujeres foráneas y las de la zona. Hay cantos que hablan de esa situación, de cómo venían las de fuera a quitar los novios a las de la zona.

¿Y no ocurría al revés? ¿No había cantos de piques entre hombres?

También, sí, pero como la mujer estaba muy presente, sobre todo en el empaquetado, los cantos de mujer son predominantes aunque sí es verdad que también hay de hombres, sobre todo de hombres con mujeres.

¿Los cantos también eran una especie de 'manual oral de ingeniería agrícola'?

El canto es una transmisión de generación en generación y sí es verdad que en cantos que tienen una función específica se enseñaba con vistas a que se pudiera realizar esa función. Por ejemplo, los cantos de morena eran cantos de llamada para atraer a las morenas a la orilla y así poder atraparlas con el anzuelo. Ese canto se enseñaba específicamente para cubrir esa función, pero los cantos de zafra del tomate y de todas las labores colectivas son canciones que muchas veces daban pie a la improvisación.

Así que predominaban el entretenimiento y la evasión...

Exacto. También hay que tener en cuenta que el marco laboral se convertía en marco social, porque eran tantas horas las que dedicaban a las labores agrícolas que fuera de ese ámbito laboral eran pocos los núcleos sociales o las reuniones, salvo los bailes de taifas, los velorios de parida? Como el trabajo era un marco social en el que se interactuaba, los cantos cobraban mucha importancia, porque eran una manera de relacionarse.

¿Existía también algún tipo de reivindicación social o laboral en las canciones, como en los cantos de labor de la América esclavista del siglo XIX?

Sí las había. En menor medida y más sutiles, pero existían. Había uno, por ejemplo, que se dirigía al encargado, al capataz de los almacenes de empaquetado. Se hacían a través de alguna metáfora y sobre todo eran quejas por todas las horas de trabajo. Cuando se hacían muy largas las jornadas se le decía a los capataces que a ver cuándo tocaban el pito para que pudieran salir.

¿Dónde hay que mirar para encontrar los símiles del canto de trabajo canario?

Podemos mirar hacia varias partes, porque Canarias es una vía de comunicación entre Europa y América. Muchos de los cantos de trabajo llegan de Portugal, por toda la emigración que viene en el siglo XVI. De ahí proceden los aires de lima, por ejemplo. También los cantos de llamados de morena se documentan en el archipiélago de Madeira, aunque su origen se cree que puede venir desde Grecia. Canarias es un cúmulo de distintas culturas que han creado nuestro acervo cultural.

¿Quién los sigue conservando hoy en día?

Lothar Siemens hizo un trabajo interesantísimo y muy riguroso sobre los cantos de trabajo en Gran Canaria y la suya es una de las obras de referencia. El proyecto comunitario de La Aldea hace una labor muy importante sobre esos cantos, porque tiene a un grupo de personas mayores que los interpretan e incluso llevan a colegios para enseñarles cómo se hacían. Además hay otros proyectos en Fuerteventura, y por supuesto está también el Atlas del Patrimonio Inmaterial, a cuya confección nos dedicamos varios equipos en todo el Archipiélago entre los años 2010 y 2012.

¿Y encontraron ustedes apoyo institucional?

Sí, últimamente se ha hecho una labor de rescate muy importante. Hay ada vez más interés porque se están perdiendo y es muy necesario hacer un rescate. Desgraciadamente, las personas mayores que saben todas estas tradiciones nos están dejando: muchos ya han fallecido y otros ya no conservan en su memoria todos estos saberes. Yo creo que el Atlas del Patrimonio Inmaterial es importantísimo en este sentido. Aunque tarde, por fin empezamos a ir por el buen camino.

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