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Distinciones

Los abuelos de la artesanía insular

Con más de 85 años a sus espaldas, los cuatro homenajeados ayer por el Cabildo de Gran Canaria pidieron a las nuevas generaciones que se preocupen más por perpetuar su labor

Los abuelos de la artesanía insular

Cuando ellos comenzaron a trabajar los bordados, el latón y la cestería de junco o de palma aún no existía la televisión, los teléfonos eran un lujo al alcance de unos pocos y la vida se movía en Gran Canaria a un ritmo en el que no se conocía el frenesí de los tiempos modernos: los cuatro artesanos de más de 85 años que ayer recibieron el reconocimiento a su esfuerzo han visto cómo el mundo cambiaba sin remedio mientras ellos mantenían vivas tradiciones que se remontan tan atrás en el tiempo que resulta difícil fijar su origen en un calendario. Natividad Cruz Pérez, Eusebio Ojeda González, Juan Ramírez Pérez y Antonio Yánez Dávila, Yeyo, fueron anoche los protagonistas de una velada llena de emoción en el salón de actos de Infecar, donde el Cabildo de Gran Canaria les agasajó con isas, folías, trofeos y hasta un documental.

Los cuatro asistieron al homenaje sorprendidos y agradecidos. "Lo bueno es que sea en vida, porque después de muerto estas cosas ya no le sirven a uno", reconoció Yeyo, que a sus 85 años sigue fabricando con esmero sorprendentes artilugios de latón -acaba de terminar un bidón de más de 100 kilos para un cliente de Fuerteventura- para venderlos a quien se acerca a visitarle y compartir un poco de conversación en su Teror natal.

Lo cierto es que aunque logre sacar algunos cuartos con sus piezas, el suyo, como el de los demás homenajeados, no es un oficio que busque el lucro. No podría serlo, porque poco beneficio pecuniario se saca de su labor. Lo que ellos hacen es mantener vivo el patrimonio cultural. "Somos responsables de seguir con esto para que no se pierda, porque hay que recordar que los primeros pobladores de Canarias ya eran artesanos: aprendieron a curtir la piel para tener ropa con que abrigarse, a trabajar la palma para tener esteras, a moldear el barro, porque en aquellos tiempos había que hacerlo todo", recordó durante el homenaje la más veterana de todos, Natividad Cruz Pérez, que dedica su vida al bordado desde que un día llegó a Firgas procedente de La Palma.

Ayer todos expresaron su preocupación por la falta de sucesores que quieran perpetuar su labor. "Morirá si no se saca adelante", advirtió el santaluceño Juan Ramírez Pérez, que aun así intenta transmitir sus conocimientos a los alumnos del curso que estos días imparte en Vecindario, a los que cada vez que puede les recuerda que "hay que trabajar mucho".

"Es una pena que se pierdan estas tradiciones en Canarias, pero es que además la artesanía tiene que ser libre", reclamó Eusebio Ojeda González, que no dejó escapar la ocasión de pedir más apoyo institucional en el fomento de estas labores. Atento a las reivindicaciones, el presidente del Cabildo, Antonio Morales, que durante su discurso puso en valor el papel de la Fedac, quiso recoger el testigo: "Esa es nuestra tarea, darles un marco para que se sientan protegidos y defendidos", afirmó.

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