¿Qué méritos le han valido para ser nombrado cronista de San Bartolomé de Tirajana?
Bueno, yo no era candidato, ni me presenté a la convocatoria. Fue una propuesta que hizo el alcalde, Marco Aurelio Pérez, a raíz de un trabajo previo de investigación que he realizado sobre los casos de muerte súbita en el municipio. En el reglamento de honores se dice que el perfil de un cronista debe ser el de alguien que esté arraigado, y que haya hecho algún estudio relacionado con el municipio, o haya realizado algunas publicaciones sobre temas históricos. No me veía con ese perfil porque consideraba que era para un historiador, pero, viendo el reglamento, vi que no es necesario.
¿Qué valores culturales pretende promocionar de la historia de Tunte?
A mí lo que me preocupa es dar a conocer la historia y la idiosincrasia del municipio porque al estar en contacto con el mundo del turismo se ha producido un cierto desarraigo. Por eso, todo lo que pueda favorecer la toma de conciencia de la propia identidad social de San Bartolomé es lo que pretendo poner en valor.
¿Quiere decir que el turismo les ha hecho perder esa identidad del pueblo de Tunte?
San Bartolomé es un municipio muy grande, con una zona de medianía agrícola, donde la noción de identidad es más fuerte, y una gran zona de costas, que está sufriendo un embate continuo con el turismo, que hay que ponerlo en valor porque de él nos nutrimos, pero el desconocimiento de nuestra identidad y nuestra historia sí que puede ser un hándicap.
¿Debe tener el turismo reflejo en esas crónicas oficiales?
Lo que habría que posibilitar son dos cuestiones: la mirada al pasado, para tomar conciencia de dónde venimos; y la mirada al presente y futuro, que es lo que te permite vislumbrar a dónde vamos. El Sur de Gran Canaria pasa en un tiempo breve del ámbito rural al urbano, y la comunidad de la costa era eminentemente rural, y a partir de 1961 llega el turismo, y empieza un contacto con otras culturas, que trae cuestiones positivas, pero también crea neblinas en la conciencia histórica y hay que ayudar a que esa conciencia esté más clara.
¿Por qué cree que está desapareciendo este cargo en muchas ciudades?
Esta figura surge en el siglo XVI, a raíz de las crónicas de Indias, con Hernán Cortés y Garcilaso, se ve la necesidad de tener información cronológica de los que sucedía allí. Esto se va desarrollando a lo largo de los siglos, y luego pasa a ser un cargo obsoleto. Se pensó que los cronistas se identificaban con el régimen anterior y se cuestionó el rigor de sus estudios. Sin embargo, el trabajo de los cronistas actuales ha vuelto a revalorizar su labor.
¿Escasean en estos tiempos dedicaciones como ésta que no está remunerada?
Es un trabajo por amor y gracia al municipio. Esto no quita que las acciones no sean respaldadas por el Ayuntamiento.
¿Y cómo se plantea esta labor en plena era de internet ?
En realidad los cronistas son ustedes los periodistas. La persona que describe una realidad en un blog también. Pero hay que replantear la otra visión, es decir, el perfil de la persona que intenta fomentar la toma de conciencia de la identidad sociocultural de un pueblo.
