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Gáldar

71 años unidos por la alianza del matrimonio

"Seguiremos enamorados hasta que nos muramos', manifiesta José Moreno y Anastasia Mendoza, una pareja de nonagenarios de Saucillo de Gáldar

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70º aniversario de un matrimonio de Saucillo

Tienen dos hijos, cuatro nietos y cuatro bisnietos. Una cifra modesta para su época. Sin embargo, otros números son dignos de asombro cuando se habla de José Moreno Ramos y su esposa Anastasio Mendoza. El primero soplará en septiembre 99 velas. Y ella ya tiene 90 años "cerrados", como a ella misma le gusta decir. La pareja de nonagenarios lleva 71 años de matrimonio. "Seguiremos enamorados hasta que nos muramos", sentencia ella sobre el primer novio que tuvo.

Anastasia y José residen en el pago de Saucillo, en las medianías de Gáldar, donde siempre se han dedicado a cuidar su ganado, sus tierritas y a la elaboración de un queso artesanal, cuya fama ha sido muy reconocida en la comarca grancanaria, afamada por este producto. "Quien quiera vivir mucho tiene que trabajar mucho, como yo, que trabajé desde que caminaba", responde el casi centenario. A lo que ella añade que también hay que "comer de la tierra". Y nada de 'yoguses', apunta el hombre. "Hemos vivido tanto por el gofio, el quesito y la leche" de sus animales.

En estas siete décadas de unión, más los siete años como novios formales, han tenido que sortear los temores de la guerra, y las penurias de una vida rural que les obligaba a caminar kilómetros y kilómetros diarios para poder negociar sus productos.

Pero, a pesar de todo, han sorteado todos estos malos tragos, manteniendo todavía un espíritu animoso, en el que no faltan en todo momento las sonrisas y las bromas. Tampoco algunos gestos cariñosos espontáneos y hasta algún que otro beso.

Como remarca ella, en las nuevas generaciones es difícil ver parejas que puedan durar tanto tiempo como ellos. "Para eso hace falta mantener el cariño".

José y Anastasia se conocieron en un baile en Montaña Alta, en los altos de Guía, cuando eran todavía unos 'pollillos'. Eso era muy habitual en aquel primer tercio de siglo pasado, en el que el trabajo diario y las falta de transporte dificultaba el contacto entre los jóvenes. "Una vez la robé; y sus padres buscándola", asegura él entre risas, sin aclarar si fue una pillería de aquellos años o una aventura para poder conocerla mejor, sin las miradas de su suegra, como era habitual en aquellos años para guardar las formas. Ella tenía 13 años.

Permanecerían luego casi siete años de noviazgo formal. Hasta que la Guerra Civil se cruzó en sus vidas. José Moreno tuvo que cumplir con el servicio militar, siendo destinado en el último reemplazo a Lugo (Galicia)."Fue duro dejarlo", admite ella, para irse a un conflicto bélico durante un tiempo indeterminado sin saber qué le depararía entre disparos, heridos, muertos y confusión sobre el futuro del país.

Sin miedos camino a la guerra

Sin embargo, él siempre dejó claro que se fue "privado", dejando atrás una vida dura como la del campo. "Yo no tenía miedo, porque desde pequeño había estado trabajando, y nunca había salido de aquí. Ni siquiera dije cuándo tenía que embarcar. Cuando estaba a punto de subir al barco veía a la gente llorando, y con una escandalera; pero yo era feliz allí". Aunque eso supusiera poner en peligro su vida.

Estuvo tres meses y medio en el frente durante los últimos rescoldos de la contienda."Como era chico se aparraba en el suelo", señala con sorna su esposa.

José rememora uno de esos momentos en los que estuvo en peligro su vida, cuando fue a buscar agua con un compañero. Cuando se dio cuenta, estaba en medio de los dos bandos en conflicto. El compañero falleció de los disparos, y "yo tuve que hacerme el muerto".

José está a punto de cumplir 99 años. Y hasta hace muy poco tiempo,seguía saliendo con las ovejas por sus tierras, situadas algo más arriba del núcleo principal de Saucillo. Pero sufrió un pequeño sustillo que le ha retraído de seguir con esas andanzas entre animales y fincas de cultivos, aunque sigue caminando con la ayuda del bastón y sus familiares.

Los malos recuerdos de la guerra permanecen en su memoria. Sobre todo, la sed que sufrió en muchos momentos. "Mejor morir de hambre que de sed. Es desesperante". En más de una ocasión tuvo que echar mano de la nieve para saciarla. Pero supo buscarse la vida. Estando en la frontera de Francia consiguió que una familia le diera de comer todos durante días "un caldito de papas con cilantro". Parece ser que eran de Arucas. "Se me hacen parecer canarios", le preguntaron, y dijo que sí. Primero le preguntaron si había alguien de su pueblo, y él dijo que no, por si acaso les daba a los compañeros ese sustento y no a él.

Anastasia Mendoza se había dedicado hasta escaso tiempo a la elaboración queso artesanal, una actividad que aprendió de su familia con siete años. Bajaba a Guía y Gáldar con los queso sobre la cabeza y allí los vendía."Me lo quitaban de las mano".

José Moreno y Anastasia Mendoza fueron precisamente homenajeado en la Fiesta del Queso de Montaña Alta en 2005. Y en 2017 ella fue protagonista de una exposición dedicada a las queseras en el Museo Antonio Padrón.

Se casaron en Caideros de Gáldar. Hasta allí fueron caminando. En el camino era habitual encontrar los denominados altares, con galletas, caramelos y algunos detalles para soportar el camino con mucha alegría. Ella iba de negro, como era tradición en aquellos años en la zona. Y también recuerdan los ricos manjares que se colocaban en la mesa para la posterior celebración.

Tras casarse se fueron a vivir a una casa cueva con una cocina y una cama en El Fondillo. Luego a la Hoyilla, y terminaron ahora en Saucillo, donde ya disfrutan de una vida muy plácida, en la que no faltan los arrumacos.

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