Francisco García, vecino de Tejeda de 65 años, aún mantiene en su memoria cómo, a la edad de 13 años, los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local llegaron al pueblo a reclutar a los vecinos para ir a luchar contra las llamas de un incendio forestal que se había declarado minutos antes en Pajonales. "Recuerdo que muchos hombres estaban en misa y otros en el cine, pero ninguno se escapó; los montaron en camiones y los llevaron a apagar el fuego", rememora este vecino, días después de darse por controlado el incendio que ha arrasado 1.164 hectáreas en la cumbre de la Isla.

Él mismo participó años después en una de esas cuadrillas improvisadas para evitar que los conatos que se declaraban en la zona fueran a mayores. Un sacho y la propia tierra eran las dos herramientas principales para combatir el fuego. "Hacíamos grandes cortafuegos para evitar el avance de las llamas; es un momento que se vive con mucho miedo, porque además no íbamos preparados con trajes ignífugos como van hoy los bomberos y los agentes forestales, sino con lo puesto, a veces incluso con la misma vestimenta con la que acudíamos a misa", recuerda este vecino tejedense.

Y es que por entonces no se contaba con los medios aéreos, materiales ni personales de los que se dispone en la actualidad. Pero tampoco eran necesarios, puesto que no se producían incendios forestales de grandes dimensiones como el de esta semana porque el territorio estaba libre de maleza. "Usted se iba el domingo por la noche a apagar el fuego, y el lunes por la tarde volvía con el incendio apagado", contó ayer Francisco García, durante un paseo por las calles del pueblo de Tejeda, "y eso era posible porque los campesinos tenían el campo limpio y había pastoreo; hoy no es así, y una vez que se provoca el fuego, camina por las laderas con mayor rapidez, porque la pinocha o las cañas son un gran combustible".

"Todos a una"

Francisco vivió este último incendio con gran angustia. "He sido un mero espectador, y me he enfadado, porque conozco el terreno y sé que el fuego se pudo haber apagado antes en el mismo sitio donde se inició", relata este vecino, "y más me enfadé cuando encima tuvieron que evacuarme".

Desde su perspectiva, cree que las instituciones deberían revisar los protocolos de actuación para intervenir con mayor rapidez. Y es la misma opinión que tiene Julián Jiménez, exalcalde de Tejeda durante el mandato 1986-1991. "Desde el momento en el que se tiene conocimiento de que se ha iniciado un incendio, habría que activar el máximo nivel que permita el protocolo porque, si esperamos más, tomar grandes dimensiones y llegamos tarde", afirmó.

Él también recuerda cómo antaño se reclutaba a los vecinos, pero también cómo éstos se organizaban por sí mismos. "Nos organizábamos todos a una, con agua, con sacho y con tierra, todo el mundo colaboraba y los vecinos éramos siempre los primeros en llegar", añadió, "no había helicópteros, pero éramos capaces de evitar los grandes incendios forestales".

Eran otros tiempos. A veces, incluso, era el propio alcalde y sus concejales quienes se encargaban de organizar y dirigir la extinción del incendio. "En aquella época no teníamos otra alternativa", rememora. "Pero cuando el Cabildo comenzó a tejer un sistema en el que asumía la competencia, parecía que solo los técnicos conocían el terreno, y fue cuando empezaron los impedimentos para llevar a cabo las labores de pastoreo en el campo que todos los campesinos y lugareños veníamos haciendo desde hacía muchos años", relató, "y así está hoy el campo, que no se puede ni caminar; es una bomba".

A Julián también se le heló la sangre cuando supo de este nuevo incendio. "Imagínese qué hubiese ocurrido si el incendio hubiese subido por el barranco de Tejeda; hicieron bien cuando ordenaron la evacuación de todo el municipio", dijo.

Un poco más arriba, en la Cruz de Tejeda, a las empresarias Ana Rodríguez y Yolanda Quintana, solo les vino a la cabeza el incendio del 20 de septiembre de 2017 en el que las llamas se llevaron por delante el comedor de su restaurante. "Pero ahora no temía que pasase lo mismo, porque al originarse en la misma zona, el terreno está quemado y poco tenía el fuego para alimentarse y volver a llegar hasta aquí", contó Ana. Recuerda aquel incendio con "pánico". "Una cosa es ver que hay fuego o ver el humo, y otra encontrarte las llamas justo delante de ti", relató la empresaria.

Por su parte, la cronista oficial de Tejeda, Josefina Suárez, lamentó que la cobertura informativa de algunos medios se haya centrado más en los daños y no en la recuperación que ha tenido el municipio. "Tejeda ha vuelto a la normalidad después del incendio; llevamos años intentando vivir de los recursos naturales que tenemos e intentando crear negocios y todo ese trabajo se echa por tierra porque asusta a los turistas".