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Mogán

Un funicular camino al sol

Riosol alberga el premio internacional Elevator World a la obra del arquitecto Ramón López-Neira

Ícaro eligió las alas para ascender al sol, pero bien podría haberse subido a una de las cabinas que iluminan el costado del Hotel Riosol-Island of Stars de Puerto Rico para hacer la carga más ligera y, claro está, no incendiarse en el último suspiro. El funicular más emblemático del sur de Gran Canaria recibió el premio Elevator World a mejor proyecto e instalación del mundo el mes de diciembre y, su artífice, el arquitecto Ramón López-Neira de la Torre señala que este es un reconocimiento que da pie a apostar por una visión empresarial que incremente la innovación y las sinergias de las construcciones para con el cliente y la sociedad en su conjunto.

El estudio de arquitectura Atelier LopezNeiraCiaurri fue el encargado de realizar la renovación de la instalación mediante una experiencia única, y José Mariño Faro, subdirector del complejo, recuerda que hace más de tres décadas, cuando se estrenó el primer funicular de la isla de Gran Canaria, llegaban lugareños y turistas de todos los rincones para poder montarse y observar el aparato. Con la ocupación llena y el tiempo soleado y despejado de sur, el hotelero comenta que los visitantes "están bastantes contentos y fascinados con el actual funicular, ahora que es de cristal tiene unas vistas espectaculares. Aporta todo a la esencia del hotel", ratifica, "en su momento se decidió tirar por esta infraestructura para no cambiar la proyección del hotel".

El plan ha supuesto cuatro años de trabajos y una inversión de alrededor de 3 millones de euros que Ramón López-Neira tilda como una experiencia única para el usuario. El aparato cuenta con dos ascensores inclinados que están revestidos por cabinas panorámicas de vidrio amarillo. La capacidad es de 20 pasajeros por cubículo y tiene cinco paradas cada uno de ellos con una inclinación de 42 grados que permite una visión amplia de la costa. Además, como complemento a esa visión ocre que emula al interior del astro, se ha acompañado a los funiculares de unas alfombras azules como el refrescante mar.

Canario de nacimiento, López-Neira escenifica un lugar que sea capaz de mantener "la lógica de contrastes entre la nueva y la antigua instalación que mantenga la esencia del complejo". En muchas ocasiones es difícil enfrentarse a un reto de este calado y no encontrar un hito más allá de la propia conservación del complejo, "tenemos como profesionales que tener un olfato fino al analizar esos principios para saber dónde está el proyecto y, por supuesto, mantener la historia habida siendo capaces de incrementarla". Por ello, distinciones como el Elevator World proporcionan el suficiente sustento para demostrar "que vale la pena salirse de la zona de confort".

"Hemos logrado convertir el funicular en arquitectura, no en una mera construcción", reflexiona. A lo que se refiere el arquitecto es a la capacidad de integrar la estructura en el entorno y dotarla de una entidad propia que la identifique: "Es a lo que llamamos una arquitectura estratégica, además de resolver las cuestiones básicas -presupuesto, objetivo y lugar-, les damos una respuesta inesperada que produzca retornos a la sociedad, al cliente, al planeta, de manera que genere un círculo virtuoso que fomente la innovación y nos haga sentir que es posible hacer las cosas de otra manera y que son, sobre todo, rentables".

Las dificultades no han sido pocas. Por ejemplo, el funicular primigenio llegaba solo a cuatro plantas y tenía graves problemas de accesibilidad, "pasamos a levantar dos cabinas con paradas nuevas". La primera, segunda y tercera parada van a las habitaciones de los apartamentos que componen el hotel, mientras que la cuarta estación está dedicada a la piscina y al bar y la quinta, un pasito más arriba, al solarium disponible para los huéspedes y, por último, la estación a la sexta planta. "Hay que ir saltando todas esas dificultades y tener la tenacidad adecuada y la idea clara para poder bucear en una arquitectura muy burocratizada, con muchísimo reglamento y en ocasiones desactualizada", añade López-Neira.

Una anécdota que se le viene a la mente fue cómo, en el trajín de la obra, el equipo del Hotel Riosol montó una carrera por las escaleras del complejo "para gestionar de forma creativa este problema". Una competición a pie de escalón que a más de uno seguro que le haría desear que lo elevaran por los aires en el funicular.

Las vistas de Puerto Rico ponen en relieve la alta densidad de la zona, pero "puede ser una ventaja", describe el profesional. No solo por el hecho de estar aislada de la ciudad y gozar de una personalidad y planificación original sino por la oportunidad de invención: "Hay que confluir un futuro que no borre necesariamente lo que ha habido sino que contribuya a una innovación arquitectónica". Por ello, López-Neira apuesta por la proyección de laboratorios donde se hable de vanguardia y se permita al usuario disfrutar de varios espacios donde pueda aislarse, interactuar o contemplar cómo sería estar dentro del sol.

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