Los acordes de las isas resonaron ayer durante gran parte del día en las calles de Tejeda que, un año más -y ya van 49 ediciones-, se vio desbordado por la afluencia de canariones, grancanarios adoptados y visitantes en general para honrar al Almendro en Flor en su día grande. La jornada cálida y soleada acompañó a los cientos de personas que se congregaron para celebrar la canariedad, degustar los productos locales y darse un belingo por uno de los pueblos más bonitos de España.

Tras el éxito del Día del Turista, el sábado, en el que decenas de tours incluyeron en su agenda una visita al pueblo cumbrero, ayer llegaron gentes de toda la Isla para pasar un domingo al amparo del Nublo y bajo la sombra del Bentayga. Desde muy temprano, los atascos se hicieron notar por la carretera que une Cruz de Tejeda con el casco del municipio, mientras las calles adoquinadas eran un hervidero de transeúntes, que paseaban amenizados por la música de varias rondallas dispuestas a lo largo de la calle Dr. Domingo Hernández Guerra. Mientras, entre la plaza del Socorro y el parque municipal se sucedían las exhibiciones de deportes autóctonos como la lucha canaria o el juego del garrote, así como talleres de silbo gomero y percusión. Los más aventureros pudieron ver una presentación de salto del pastor en el aparcamiento del cementerio.

Los olores de las papas arrugadas, las sardinas a la brasa, la carne de cochino al carbón o las aceitunas en mojo se unieron en una simbiosis perfecta para animar al paladar en medio del ambiente festivo. Las tonalidades rojas de los quesos espolvoreados con pimentón o verdes de la salsa autóctona del Archipiélago también formaron parte de la jornada. En definitiva, el día se saldó con un auténtico recital para los sentidos que favoreció la algarabía generalizada. Todos los ingredientes para convertir la fiesta en un éxito absoluto de cara a coger fuerzas para la edición del medio centenario, que tendrá lugar en 2021.

Unos de los que arribaron temprano a la fiesta fueron María Dolores Falcón y su esposo Domingo García, quienes, junto a otros dos vecinos, se animaron a honrar al almendro en flor un año más. En esta ocasión, a diferencia de en la anterior en la que fueron en una excursión organizada, se aventuraron a coger el coche y disfrutar "sin horarios". Sobre las 9.00 salieron de sus casas, en el pago firguense de Casablanca, para llegar a Tejeda nada más comenzar la jornada. Y eso que el sábado estuvieron bailando en Gáldar hasta la medianoche, reconoce entre risas Falcón mientras su marido asiente tras ella para reforzar la idea.

"Nosotros nos apuntamos a cualquier fiesta", asevera la mujer mientras tira de su marido para que la acompañe en sus declaraciones a la prensa. Animada relata cómo decidieron "llenarse el buche" con un bocadillo de chorizo de Teror con queso y un café como forma de matar el gusanillo. Y, claro, después de eso la única opción de reabrir el estómago para seguir comiendo es quemando las calorías. Por ello, se arrancaron a echarse unos bailes agarrados al son de la rondalla más cercana, que cantaba una melodía por todos conocida: "¡Andrés!, ¡Andrés! Repásate el motor. Que se te sale el agua por el carburador".

Y es que, para esta doble pareja -y no en referencia a una buena mano en el póker- lo más importante es que no se pierdan las tradiciones. Aunque tienen claro que la canariedad no está en crisis. "Al contrario, los canariones siempre estaremos aquí, eso nunca se pierde", asegura Falcón, que a sus 71 años se mueve ágil sobre los adoquines. Lo que sí admite es que, en días como este, es cuando más se puede mostrar ese gen grancanario del que, tanto ella como su marido, hacen gala. Y tras despedirse, vuelve a la carga con otra melodía muy bailable. La energía no entiende de edad.

Inculcar las tradiciones

No muy lejos de María Dolores y Domingo, se encontraba bailando igual de animada una pizpireta de dos años, mientras su padre, con la sonrisa de oreja a oreja, la guiaba y evitaba que un tropiezo truncara su alegría. Su madre, Vaitiare Sánchez, observaba en un segundo plano que todo siguiera su curso. "A ella le encanta todo esto, hemos tratado de inculcarle las tradiciones canarias desde muy pequeña", comenta. De hecho, esta es su segunda vez en estas fiestas del almendro, la tercera para sus progenitores.

La familia Sánchez González, natural de Telde, vio con buenos ojos subir a la cumbre porque, "a parte de ser el pueblo más bonito de España", Tejeda les ofrecía la posibilidad de disfrutar de las tradiciones autóctonas y de vislumbrar el colorido de los almendros en flor que rodean el municipio. Vaitiare asegura que, si hubiera podido, no se lo habría pensado dos veces "para alquilar una casa rural y quedarnos aquí el fin de semana entero", pero la demanda sobrepasaba con creces la oferta. Y aunque opina que las costumbres se han perdido un poco con el paso del tiempo, se muestra esperanzada porque, cada vez más, hay fiestas que tratan de devolverlas a la palestra.

De Telde también llegaron Nelson Bermúdez, su mujer y sus dos hijas. Aunque el padre se podría decir que es de mucho más lejos. Colombiano afincado desde hace dos décadas en Gran Canaria, Bermúdez señala que le encanta "todo" de Canarias, y enumera con gran acierto alguno de los platos típicos que más le agradan: el potaje de berros, el sancocho o las papas arrugadas.

Esta es su segunda vez en las fiestas del Almendro en Flor de Tejeda, ya que a su mujer le gustan mucho las celebraciones en las que las tradiciones canarias juegan un papel importante, y reconoce que a las niñas "les divierte mucho este ambiente".

Otro nutrido grupo de grancanarios decidieron vivir las celebraciones del Almendro en Flor con sus casas a cuestas. No es que decidieran llevar en un macuto todas sus pertenencias, sino que desempolvaron sus caravanas para acampar en la cumbre y disfrutar del fin de semana festivo en su conjunto. Fue el caso de cuatro amigos que llevaban desde el viernes por la tarde instalados en un aparcamiento de tierra en las afueras del casco de Tejeda. "Es la primera vez que venimos a estas fiestas, aunque en mi caso es la primera vez que subo a Tejeda en toda mi vida", explica una de ellas.

El ambiente que se respiró estos días en el municipio les llamó la atención, si bien lamentan que no se haya acondicionado ningún espacio exclusivo para las muchas caravanas que subieron al pueblo. De hecho, a ellos les ha costado 15 euros por vehículo el quedarse los tres días en el lugar que ocupan, al final de una larga hilera de vehículos que van a tener que salir antes de poder emprender ellos el rumbo de regreso a casa. A pesar de todo, están decididos a repetir la experiencia en el futuro. Y es que las costumbres propias de la tierra tiran mucho. Y eso bien lo sabe Tejeda.