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CRISIS DEL CORONAVIRUS Los comercios, entre las ganas y la incertidumbre

Del desayuno continental al insular

Los comerciantes de Arguineguín añoran al turismo escandinavo predominante en el pueblo pesquero

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Desescalada en Canarias | Comercios abiertos en Arguineguín, en el sur de Gran Canaria

El bacon y los huevos fritos frescos de cada mañana han dado paso al café con leche, el sándwich mixto y el zumo de naranja. Ese pequeño cambio en el menú del desayuno ha sido la forma de reinventarse que ha tenido Emma Cordero, propietaria del Bar Las Marañuelas, ante la falta del turismo escandinavo predominante en Arguineguín y el que más dinero dejaba en su negocio. Y lo ha hecho para adaptarse rápidamente a la demanda local y sacar a flote a su establecimiento en esta fase 1 de la desescalada. "Yo he tenido que reinventarme cambiando el menú, y al menos los vecinos del pueblo están siendo fieles", sostuvo ayer mientras preparaba varios cafés para atender a su clientela, "hemos arrancado bien, estoy muy contenta". Y no es para menos porque así lo atestiguan, a las 10.00 horas de la mañana de ayer, sus 11 mesas de la terraza, todas llenas. "Pero queda mucho, necesitamos a los noruegos y los alemanes", señala.

Como ella, la mayoría de los negocios de Arguineguín dependen en gran medida de un turismo que no existe, y así es muy difícil poner en marcha nuevamente la economía. De hecho, diez días después de que Canarias entrase en la fase 1, todavía son muchos los negocios, tanto comercios como de restauración, que permanecen cerrados. Quien se ha atrevido a reabrir ni siquiera ingresa lo suficiente como para que sea rentable mantener la persiana subida. A Arguineguín le falta vida, y va para largo.

A Carmelo Roccheta, propietario de la cafetería Le Patio, no le está siendo rentable haber abierto porque de las 55 personas de aforo que tiene habitualmente en su establecimiento, ahora solo tiene capacidad para 20 en las cinco mesas de su terraza, y encima hasta las 10.00 horas de la mañana de ayer tan solo habían pasado tres. "Normalmente, con turismo, este local estaría lleno a esta hora y mi esposa y yo no tendríamos manos suficientes; pero ahora ya nada, ni 80 euros al día ingresamos", lamenta.

No tiene la cantidad de clientes que necesita para que le salgan las cuentas. "Pero tengo que abrir, si no ¿qué hago? Las ayudan llegan, pero es para pagar deudas; con el local abierto ni siquiera cubro costes, me da para comer y poco más", relata. Y tampoco cree que la entrada en la fase 2 de la desescalada, que permite aforo en el interior del negocio, sirva para algo. "De nada sirve si no tenemos clientela para llenarlo; y encima la gente está pendiente de que le vayas perdonando el céntimo", critica. Sin turismo no cree que aguante demasiado, y no descarta volver a cerrar las puertas del establecimiento.

Misma perspectiva tiene Yong Liu en su cafetería. "Si no llega pronto el turismo me mantendré muy a raya y tendré que cerrar y buscarme la vida", dice, "por salud, me habría quedado en casa si no fuera porque tengo que pagar el alquiler; estoy agobiado por el tema del dinero". Con 11 mesas en su terraza, muy lejos de las 24 habituales, iría más desahogado si hubiera turismo. "Normalmente cierro a las 23.00 horas, pero estoy cerrando a las 17.00 de la tarde, vivo del turismo y apenas ingreso para cubrir costes", señala el empresario.

Comercio bajo mínimos

Pero en el pueblo pesquero de Arguineguín no solo está afectada la hostelería, íntimamente ligada al turismo, también otros sectores como el inmobiliario. Carlos Fernández, socio de Ferie og Eiendomssenter, también echa de menos al turismo escandinavo ya que su empresa inmobiliaria se dirige directamente al mercado nórdico. "Esta empresa se nutre de clientes noruegos al 100% y desde el principio de la pandemia tenemos cero clientela", lamenta. El negocio ha pasado de recibir una treintena de consultas diarias a no registrar ni una. "Todo ha desaparecido de golpe y ahora por delante solo hay incertidumbre", añade.

No obstante, su empresa ha continuado operando durante todo este período de confinamiento y ralentización de la economía porque trabaja en pequeñas reformas en distintas propiedades de clientes. "Esto es lo único que nos ha mantenido un poco", dice, por eso se une a las voces que reclaman que se impulse ahora el sector de la construcción para que sirva como locomotora del resto de sectores que conforman el tejido económico isleño.

"En las primeras semanas del confinamiento solo se registraron cancelaciones de reservas de clientes", recuerda Carlos, "estamos añorando a los noruegos como nunca antes porque la población escandinava es la que nos salva en Arguineguín y si no fuera por ellos ya estaríamos arruinados desde hace tiempo". La incertidumbre puede con el empresario. "El Gobierno noruego le está diciendo a su gente que veranee allí, así que no sabemos qué pasará, porque entonces los únicos que vendrán son los que pasan aquí la temporada de invierno, pero para eso todavía falta mucho tiempo aún", reflexiona.

En este pueblo pesquero el sector náutico también ha caído. Si bien es cierto que Náuticas El Gallego ha dado servicio a los marineros durante el confinamiento y eso le ha permitido mantenerse, sus ventas han caído hasta un 70% porque también sirven a los barcos de recreo, una flota parada con el cero turístico, como recuerda la propietaria del negocio, María González. Confía en que el establecimiento remonte rápido, pero es consciente de que hasta que no vuelva el turismo crecerá muy lentamenta.

En el sector del comercio textil radicado en Arguineguín la situación no está mucho mejor. Ana Suárez, propietaria de la Boutique Tere, pudo abrir su negocio el 4 de mayo con cita previa, pero no lo hizo porque consideró "una locura" este modelo ya que en su establecimiento la gente compra por impulso. Abrió el 11 de mayo y desde entonces su negocio está "bajo mínimos". "Ahora mismo esto es más un servicio que un negocio, solo estamos vendiendo pequeños detalles para cumpleaños, y casi estamos abiertos por intentar que el pueblo se anime, es muy necesario ver que las tiendas están abiertas para que la gente se vaya espabilando; debemos ir caminando poco a poco y levantar cuanto antes la economía", dice.

Y aunque es optimista, nota aún reticencias en la ciudadanía. "La gente tiene ganas de salir y comprar, pero tiene miedo, nadie se prueba la ropa y si pueden me la piden desde la puerta; hay pánico y yo lo comprendo", indica.

Ana tiene la tienda abarrotada de artículos; su mes más fuerte es marzo y había hecho una gran compra a sus proveedores pero tuvo que cerrar a mitad de mes. "Tengo muchos clientes noruegos, ahora no hay turismo y tengo la tienda a tope", señala. Por delante, espera que vengan tiempos mejores para poder sacar del ERTE a su compañera.

A Davinia Santana, encargada de la tienda Dadavi, la cosa parece que le va algo mejor. "Estamos cubriendo gastos, pero también es cierto que notamos una cierta mejoría y se han superado las expectativas que teníamos antes de abrir", explica. En su caso, añade, no depende tanto del turismo sino que trabaja sobre todo con el público local de Arguineguín, así como con el insular, y el modelo de venta online ha supuesto un respiro para su negocio. "La caída del turismo nos afecta, pero mucho menos, y la venta online es lo que nos ha permitido mantenernos durante toda esta etapa", sostiene. Tanto, que ha sacado a tres de las cinco trabajadoras que incluyó en el ERTE.

A pocos metros, Minerva Oliva no pensó que hace unas semanas tuviera que enfrentarse a la tercera apertura en un año de su estudio Photography Art Decó. La primera, la inicial, la segunda tras sufrir un robo y la tercera en crisis económica. "Valorando cómo está siendo el comienzo creo que estaba mejor confinada que viendo todo lo que se me presenta ahora", razona. Esta semana ha entrado poca clientela en su negocio y Minerva pasa las horas muertas. "Te sientes indefensa, prometen ayudas pero todos los días miro mi cuenta y no veo un euro", lamenta, "no tengo beneficios, no cubro costes y solo tengo pérdidas".

Su negocio depende también del turismo por la venta de cuadros y su estudio fotográfico. "Sin turismo poco podemos hacer, y creo que me merece más la pena estar cerrada", agrega.

A pesar de que los comercios y la restauración pudieron abrir desde la semana pasada, aunque con restricciones, lo cierto es que los pequeños empresarios de Arguineguín no están para tirar voladores. O el turismo vuelve pronto, resumen, o una buena parte de los negocios se verá abocada nuevamente al cierre. Temporal, esperan.

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