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José Carlos Guerra
Ver galería >Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
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Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
Casi a las doce en punto del mediodía, tras quince horas que se hicieron muy largas, los pasajeros del ferry encallado en el puerto de Las Nieves pusieron pie en tierra firme y algunos reconocieron que pasaron miedo en los primeros momentos, más por la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo que por el peligro real.
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