Esteban Guerra de la Torre nació hace 75 años en Tejeda, pero con dos años fue trasladado a la capital grancanaria. Nunca perdió su vínculo con la Cumbre. Es presidente de la Orden del Cachorro Canario desde 2015, tras ser reelegido en 2019. Antes, fue secretario y delegado de área de la asociación, en la que está desde 1998. Guerra de la Torre conoce muy bien los principios a favor de la canariedad y los retos de esta entidad, que cumple 30 años.

¿Cómo valora que la asociación Orden del Cachorro Canario reciba en su 30 aniversario el Roque Nublo de Plata, en la modalidad folclore, por parte del Cabildo de Gran Canaria?

Es una satisfacción para toda la asociación, sin ánimo de lucro, recibir esta distinción, y lo agradecemos al Cabildo de Gran Canaria; al presidente, Antonio Morales, como a todos los partidos políticos, que acordaron por unanimidad este Roque Nublo de Plata. Eso representa un gran valor por el trabajo que hemos realizado en estos 30 años, que se cumplen el 24 de abril. Es un también un gran estímulo para seguir en estos tiempos difíciles, trabajando por la canariedad y, como dice nuestro estatuto, rescatar, vivir, transmitir y defender, todo lo relacionado con la cultura canaria, señas de identidad y tradiciones.

¿Lo toman como un reconocimiento a ese grupo de amigos que creó la asociación?

Claro que sí. Un reconocimiento a ese grupo de 18 canarios que fundaron con gran entusiasmo la Orden del Cachorro Canario y que sentaron los cimientos y las bases para que sea lo que aún es y representa en el siglo XXI en la sociedad civil, con su prestigio y su reconocimiento por parte del pueblo canario. También hay que agradecer todo lo que han hecho los presidentes, directivos, cachorrúos y cachorrúas durante estos 30 años de existencia de esta asociación. De ese grupo fundacional, quedan con vida: Alfredo Schamann; Juan González Valerón; José Cabrera Tadeo; Emilio Gómez, quien fue el primer presidente; y Juan Socas.

“Luchamos por la vestimenta tradicional canaria y en contra del disfraz de canario en las romerías”

Hubo en su momento críticas de ser o haber sido elitista, cerrada y clasista.

Esa fue una percepción que hubo a mediados de los años 90. Sí, se consideró a esta asociación como elitista, cerrada y clasista. Ahora, no tiene nada que ver con la realidad. Hace bastantes años que es abierta. La casa está abierta para todos lo que se identifiquen con nuestra cultura, costumbres, tradiciones y señas de identidad. Somos todos iguales al entrar por nuestra puerta, con derechos y deberes, y nos tuteamos. Es un colectivo apolítico y aconfesional. Entre nosotros hay hindúes, como musulmanes, y también ciudadanos de muchas nacionalidades, como la noruega, italiana, polaca, argentina, venezolana y uruguaya, entre otras. Y tenemos relación con todas las entidades canarias en el exterior. En estos treinta años hemos tenido unos 2.500 socios y actualmente contamos con unos 30 jóvenes, que tienen mucha iniciativa y ganas de trabajar.

¿Continúan abiertas las sedes de la Orden del Cachorro en las otras Islas del Archipiélago?

La sede de Lanzarote está funcionando muy bien. También están las de La Gomera y La Palma. Las de Fuerteventura y de Tenerife están paradillas. Nos falta por crear la de El Hierro. La asociación matriz es la de Gran Canaria, y las otras son las demarcaciones.

¿La mujer tiene cabida en la asociación?

Claro que sí. La presencia y aportación de las mujeres tienen mucha importancia. Es cierto que desde la fundación no se dejaba que ella formaran parte, hasta que en 1998 aproximadamente se decidió que se integraran. Ellas están aportando mucho. La actual junta directiva está formada por nueve personas, de las que dos son mujeres, y no es porque no queramos que sean más

¿Cuáles fueron los mejores y peores momentos en este colectivo durante sus tres décadas?

Respecto a los mejores, pues lógicamente el de su fundación y también cuando fue presidente Jaime Llinares Llabrés, ya que en esa etapa la orden cogió un gran auge. Con él, esta casa, que está en la plaza Santo Domingo, en Vegueta, pues pasó a ser la sede de la asociación. Jaime Llinares fue un gran presidente. Antes estábamos en un local alquilado en la calle Los Balcones. Esta vivienda es del siglo XVIII. Fue de un canónigo de la catedral. Se la compramos al abogado Sebastián Machado. Sobre los peores, la crisis económica mundial de 2008 y la actual crisis por la pandemia de coronavirus.

¿Cómo afecta esta actual crisis por el Covid-19?

Pues muy mal porque nos ha obligado durante muchos meses al cierre de las instalaciones, incluso el cafetín, y la mayoría de las actividades, como las de los viernes y los sábados. Hemos reanudado algunas, como el curso de calado canario. Nos afecta mucho económicamente. Algunos socios no pueden pagar sus cuotas. Está parado un proyecto de dinamización, ilusionante y ambicioso, con muchas actividades, visitas a municipios y de escolares, y actividades para los jóvenes. También se paró el trabajo en el área de educación con los escolares y la juventud. Eso sí, estamos en la página web y en las redes sociales.

“Somos todos iguales al entrar por la puerta de nuestra orden. Somos apolíticos y aconfesionales”

¿Hay respaldo de las administraciones a la Orden del Cachorro en el tema económico?

No suficiente. El Cabildo ha sido el único que lo ha hecho de forma continua, como yo he sido testigo desde que soy presidente desde 2015, y también lo hacía antes. El Gobierno canario lo ha hecho de forma puntual, siendo presidentes Fernando Clavijo y Paulino Rivero, y José Manuel Soria, como consejero. Ahora no llegamos con las cuotas para pagar todos los gastos, como el mantenimiento de la casa, la hipoteca por la compra de la vivienda, las actividades, agua, luz... Necesitamos socios protectores, como ya son Spar y Quesos Bolaños.

¿Hay suficiente implicación de las instituciones en la sociedad canaria para preservar nuestras raíces y patrimonio?

En general, sí, pero existe una asignatura pendiente que es sobre la defensa del léxico canario. El habla canario debe de adoptarse a todos los niveles, el parlamentario e instituciones públicas.

¿Son obstáculos la globalización y las nuevas tecnologías para que haya más jóvenes entre lo socios?

Cuesta bastante, esa es la verdad. Seguimos con el trabajo, no sólo con la juventud, sino con todos en general, de inculcar nuestra filosofía, que es un sentimiento de canariedad. Habrá relevo generacional en esta institución.

¿Desaparecerá el uso del sombrero canario, el cachorro?

Temo que sí. Nuestra misión es que no desaparezca, y luchamos a favor de la vestimenta tradicional canaria, y estamos en contra de que algunos se disfracen de canarios en las romerías. Defendemos también el sector primario y el folclore canario, como no.

En esta casa de la asociación hay muchos instrumentos, obsequios y cuadros con historia.

Exacto. A todos les tenemos gran cariño. Sin embargo, destacaría la mesa presidencial, que fue donada por la familia de Prudencio Morales, quien fue escritor y el primer director del periódico LA PROVINCIA.