La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Lazareto y la gripe de 1918

El médico David Ramírez Acosta y la monja María del Jesús Rodríguez, de origen ingeniense, tuvieron un especial protagonismo en la lucha contra la epidemia

El Lazareto y la gripe de 1918

Desde su inauguración el 21 de marzo de 1893, aquel moderno edificio levantado en el istmo de Gando para recluir en cuarentena a los viajeros sospechosos de ser portadores de enfermedades, no cumplió con las expectativas para el cual fue construido. La administración por el Estado hasta 1916, el usufructo por el Cabildo Insular de Gran Canaria (1916-1937), reconversión en prisión militar (1937-1940) y vuelta al Estado para su uso por el Ejército del Aire en 1941 hasta la actualidad, responde a lo que se podría denominar historia de un despropósito, en razón a “un conjunto que nació para ser y sin embargo no fue”. Durante distintas épocas estuvo abandonado, invadido por la arena del litoral, dedicado a otros usos sin relación con la sanidad y desmantelado de su mobiliario. Solo en pocas ocasiones se destinó a la misión para la cual se creó.

El médico David Ramírez Acosta.

El médico David Ramírez Acosta.

Un imprevisto acontecimiento va a cambiar el rumbo en el destino que se proyectaba dar al Lazareto y esta vez sí que fue utilizado para el fin para el cual fue establecido, marcando uno de los episodios más dramáticos de la historia del singular edificio, tal cual fue la epidemia de la llamada “gripe española” que tantos estragos causó.

En su periplo hacia América desde Vigo, el buque de pasajeros Infanta Isabel, llegó a Gran Canaria el 3 de octubre de 1918 con bandera negra y amarilla en señal de contagio; a bordo, un pasaje donde la mayoría de los afectados eran emigrantes gallegos. Durante la travesía fallecieron 24 personas. La “gripe española” como fue conocida, era la peor de todos los brotes conocidos al estar acompañada de graves complicaciones toráxicas y ser poderosamente contagiosa.

Al ser insuficiente los “Hospitalillos” municipales y ofrecer peligro de contagio, se solicita al Cabildo facilitar el Lazareto de Gando para albergarlos. Prohibido su atraque en Las Palmas, el barco fue desviado a la bahía de Gando donde fueron desembarcados e ingresados en el Lazareto 200 enfermos. Hasta allí se trasladaron los médicos David Ramírez y Pablo León que quedaron autorizados para traer del Hospital de San Martín el material sanitario que estimaran necesario.

El Lazareto que se había convertido en una mansión veraniega para uso de los pueblos vecinos, había sido arrasado por los desaprensivos y por la acción demoledora del tiempo. Cuando se presentó en Gando el vapor con los enfermos ocurrió el fenómeno inverso al que se observa al encallar un barco, grupos de mujeres con sus proles huían desordenadamente en todas direcciones.

Se luchaba para que la epidemia no se extendiera, pero los medios eran limitadísimos. Los rumores hablaban del fallecimiento en un solo día a bordo y en Gando de trece personas, otras fuentes indicaban unos trescientos A la convocatoria del Delegado del Gobierno, Manuel Luengo, se reunieron nueve médicos de Las Palmas para acordar la organización de la asistencia a los enfermos del “Infanta Isabel”.

A pesar del obstinado secreto oficial, la alarma cunde. En una reunión posterior de médicos con el Delegado del Gobierno y Alcalde de Las Palmas, se ordena que marchen al Lazareto dos médicos que después serían relevados por otros dos, mostrándose muchos de ellos reticentes a la medida, aconsejando que fueran fijos pues el turno podía propagar la enfermedad. Junto a los médicos, fueron desplegados, practicantes, cocineros, capellán y un grupo de Hermanas de la Caridad, y para mantener el orden 16 guardias civiles, disponiéndose un cordón sanitario de 16 soldados de Caballería. A los cinco días ya habían fallecido 15 enfermos. Cada cierto tiempo desembarcaban nuevos contagiados.

Las noticias desde Gando eran cada vez más alarmantes, habían desembarcado unos 190 enfermos, sin que pudieran hacerlo más por falta de camas, casi todos no se movían ni contestaban a las llamadas, estando diez o doce en estado gravísimo,

El veterano médico Andrés Navarro que ofreció espontáneamente su generosa ayuda cuando muchos médicos negaron su cooperación, con el practicante Ignacio Rodríguez y dos enfermeros, expuestos al contagio, sin mascarilla, ni guantes de goma, ni blusa impermeable, trabajaban incansablemente. En el barco habían quedado más de cien enfermos al cuidado de un médico, el facultativo de a bordo y el personal del buque encargado del servicio sanitario. El material de desinfección enviado al Lazareto era escasísimo. Según los médicos del barco el promedio de infecciones era de unas treinta diarias. Con los servicios de aprovisionamiento poco organizados, se había recibido la visita del doctor Millares, una brigada de obreros y el alcalde Sr. Valle que regresó a Las Palmas con fiebre.

Desde Santa Cruz de Tenerife y a bordo de un cañonero llegan a las Palmas y desde allí en automóvil a Gando, el Gobernador Civil, el Inspector Provincial de Sanidad y otras personas que después de una noche de estancia partieron de nuevo para Santa Cruz.

En los primeros momentos tuvieron que intervenir fuerzas de caballería y de infantería de marina, con la misión de sofocar la sublevación provocada a bordo del “Infanta Isabel”, al pretender algunos pasajeros saltar a tierra. Las murallas del Lazareto estaban vigiladas por los guardias municipales.

El número de muertos contabilizados hasta el 13 de octubre, según datos oficiales, era de 46, entre ellos un violinista catalán con documento personal de un hermano suyo para no incorporarse a filas. Otros cuatro viajaban sin la documentación necesaria. El oficial de caballería que prestaba servicio en Gando hace un llamamiento para que manden ropa a cincuenta hombres, treinta mujeres y doce niños a los que no se les había desembarcado sus útiles.

En el desvencijado alojamiento del Lazareto se encontraron súbitamente domiciliados más de 400 enfermos con el personal facultativo y subalterno en aquel improvisado Hospital. Los médicos que fueron a la fuerza dormían en jergones y los enfermos tenían por almohada la maleta. Una única comida importante en 24 horas. Muchos médicos se contagiaron, entre ellos David Ramírez; algunas Hermanas de la Caridad y los practicantes, menos dos, lo mismo que el personal del servicio municipal de desinfección y guardias municipales destacados en el Lazareto; hasta el administrador fue contagiado; por no quedar uno, enfermó hasta el farmacéutico; muchos se recobraron. Los que enfermaban a bordo los bajaban a la enfermería. En el barco viajaban pasajeros de cierta relevancia social: el ex ministro plenipotenciario de Panamá en Londres y su hija de 16 años con su camarera; el Dr. Blanco, médico italiano que se dirigía a Venezuela; Mercedes de la Torre, una cupletista muy simpática que dejó en el barco todo su vestuario. Entre los fallecidos en el Lazareto se encontraba el prestigioso violinista S. Gorguet, cuyo equipaje fue custodiado por el Juez, siendo reclamado posteriormente por su familia.

Las Hermanas de la Caridad desarrollaron una encomiable labor de asistencia, alcanzando especial relevancia la Superiora del Hospital de San Martín, María Jesús Rodríguez Ramírez (Sor Jesús) que estaba informada por Sor Candelaria, superiora de Gando.

El terrible mal, coincidente con la terminación de la Primera Guerra Mundial, una época de grandes penurias para el archipiélago, da lugar a que la gente intente ganarse la vida como mejor puede; muchos vecinos de los lugares cercanos se aprestan a vender en Gando sus productos agrícolas y ganaderos. El pueblo del Carrizal sacó en procesión a su patrón San Roque y le hicieron novenarios para que se acabara la devastadora epidemia.

Por el mes de noviembre, habiendo remitido la epidemia, los enfermos fueron trasladados a Las Palmas a una casa alquilada que se encontraba vacía, corriendo el Cabildo con los gastos de instalación.

Desde Ingenio, su alcalde Bartolomé Espino Gil, que solía dar continuos paseos con su caballo a la playa de Gando, donde convivían una pequeña colonia de barqueros con veraneantes de Ingenio y Telde, manifiesta que las aves de rapiña se cebaban con los despojos de los cadáveres que habían quedado al descubierto en el cementerio del Lazareto, noticia que al ser difundida causó gran malestar .

El hospital de San Martín, establecimiento sanitario regentado por el Cabildo Insular de Gran Canaria tuvo una especial relevancia en la lucha contra la epidemia, donde dos destacados miembros de la institución vinculados a Ingenio, el médico David Ramírez Acosta y la monja María del Jesús Rodríguez Ramírez (Sor Jesús), fueron especiales protagonistas, coincidiendo ambos en el inicio de su labor en dicha institución en 1914.

La Hermana Sor Jesús

Hija de Francisco Rodríguez Pérez y Agustina Ramírez Ramírez, nació en Ingenio el día 13 de abril de 1866. Su padre fue alcalde del municipio entre 1859 y 1869, además de Juez Municipal y presidente de la heredad Acequia Real de Aguatona. Profesó en la congregación de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl. También fueron monjas sus hermanas: Josefa Ramona conocida por Sor Teresa, cisterciense en Teror y Rafaela de la Congregación de las Hermanitas de los Pobres, además de Bartolomé, sacerdote, canónigo doctoral de Canarias y arcipreste de la catedral de Segovia; Manuel, alcalde de Ingenio en el periodo 1887-1991 y 1904-1909; Catalina, Agustina María y Francisco, secretario del Juzgado de Paz y del Ayuntamiento de Ingenio entre 1908 y 1942, destacado líder político local en el primer cuarto del siglo XX.

Ingresó en el Hospital de San Martín a los 20 años en calidad de postulante para Hijas de la Caridad. Vestida de su hábito en el noviciado de Madrid, fue destinada a Cádiz donde permaneció 24 años en su Cuna, más 4 años en sus Escuelas Católicas, hasta su destino en 1914 en Las Palmas con el cargo de superiora a la vez que comisaria para Canarias, hasta el año 1924, donde demostró su dotes religiosas, administrativas y su especial carácter, mostrando predilección por los hospicios, prodigándose en regalos a las niñas pobres para las cuales mandó comprar una casa en Tafira, además de contribuir a la modernización del Hospital.

Su aportación al cuidado de los enfermos del Lazareto de Gando durante la epidemia queda patente, cuando, tras haberse reunido 100 duros mostró en una carta la necesidad de que se invirtiera cuatro veces más para poder cubrir todas las insuficiencias, además de la ropa enviada, prendas para 250 hombres, 50 mujeres, 20 niños y 20 niñas. Todos los días mandaba a la Junta la lista de enfermos atendidos y la leche suministrada. El hospital de San Martín que estaba administrado por el Cabildo Insular de Gran Canaria, recién creado, falto de recursos no podía acometer el arreglo de la Capilla interior que se venía abajo, por lo que Sor Jesús se vio en la obligación de financiarlo de su peculio particular, acción que quedó reflejada en una placa que se encuentra en la misma en la que se lee “alma de la beneficencia insular”.

Por 1923 fue enviada en visita canónica a los establecimientos de la Orden en Marruecos y de allí marchó a París en representación de las Hijas de la Caridad de España para la elección de directora general y luego a Roma al Congreso Eucarístico. Falleció en Madrid en 1824 a los 58 años de edad, dejando en su testamento 30.000 pesetas que se debían invertir en rayos X para el Hospital. Por iniciativa del Cabildo Insular se propone en 1924 reconocer su generosidad por haber legado a la beneficencia insular parte de sus bienes y darle su nombre a una calle que antes se conocía por “Hospital” en la parte naciente del mismo. En la actualidad dicha calle figura con el nombre de Sor Jesús.

El doctor David Ramírez

Hijo de Sebastián Ramírez López e Isabel Acosta Hernández, naturales de Ingenio. David Ramírez, nació en Las Palmas el 19 de julio de 1888. En casa de una tía en Ingenio, pasó los primeros años de su infancia. Estudia segunda enseñanza en el colegio de Las Palmas (D. Pedro Quevedo), obteniendo el título de bachillerato en 1904. Dos años después marcha a Barcelona para cursar en su Universidad el primer año de medicina. De clara inteligencia y perseverante voluntad se costea parte de sus estudios universitarios como dependiente en una farmacia, trabajando por la tarde y estudiando por la noche, siendo ayudado por el deán Pablo Rodríguez Bolaños. Terminó el último año en 1911 con sobresaliente y dos matrículas de honor, cursando en dos años cuatro de carrera, obteniendo el título de licenciado en medicina. Después de reñidas oposiciones, ese mismo año obtuvo la plaza de médico interno del Hospital de la Casa de Maternidad de Barcelona. En esa situación marcha a Madrid, donde, en 1812 supera el examen de doctorado con brillantes notas en la Universidad Central. Durante los tres años que ejerció en la capital catalana, visita Francia y Alemania y es nombrado socio corresponsal en Barcelona de la Real Sociedad de Amigos del País.

Regresa a Gran Canaria el joven doctor en enero de 1914 y abre consulta como especialista en partos y enfermedades de niños en la calle Castillo nº 3 de Las Palmas. Desde sus comienzos contó con una numerosa clientela. A finales de ese año, el Cabildo Insular de Gran Canaria le nombra médico gratuito del Hospital de San Martín. Contrae matrimonio en 1916 con Pilar Santana Suárez. Fueron sus hijos: Isabel que contrajo matrimonio con José Cárdenes Martínez, y Pilar, con Antonio Bravo Dunippe, teniente coronel de aviación.

En la relación de médicos de la beneficencia en 1917 consta como médico de maternidad e inclusa y como tal es designado médico civil suplente de la comisión mixta de reclutamiento. Como médico encargado de la cuna de expósitos, en tal estado y ante la alarmante mortalidad de los niños de la cuna propone un estudio en 1918 para determinar las causas. Es el año de sus reconocidas actuaciones en la lucha contra la epidemia de fiebre española. Formó parte de la Asociación médica (colegio de médicos) que inicia su andadura el 3 de agosto de 1919 donde alcanzó la vicepresidencia.

Participó en la política desde 1920 como concejal del Ayuntamiento de Las Palmas y en su calidad de edil y médico se ofrece a la comisión de Vegueta para asistir gratuitamente a todos los enfermos de dicho barrio. Por orden del alcalde es nombrado teniente alcalde. En las elecciones municipales de 1922 obtiene el acta de concejal por el distrito de San José en representación del partido romanonista, siendo nombrado teniente bajo la alcaldía de José Mesa. Por vacante, el Cabildo le asciende a médico de primera del Hospital de San Martín.

Estando vacante una de las plazas de médico retribuidas y al constar como médico honorífico más antiguo, la comisión permanente del Cabildo Insular acuerda nombrarlo médico retribuido en 1923 con 3.600 pesetas anuales. Ante la imposibilidad de recibir el sueldo por incompatibilidad con su cargo en el Ayuntamiento capitalino, solicita que pase su asignación al médico Pablo León mientras subsistiera la incompatibilidad. Como teniente, el 27 junio ostenta la alcaldía al causar baja José Mesa hasta el 3 de julio cuando se incorpora de nuevo Mesa. Cede su gratificación como médico retribuido del Cabildo Insular en el Hospital de San Martín, a favor de un fin benéfico.

El Cabildo acepta su propuesta como médico honorario de la beneficencia insular de ceder a favor del Cabildo 1.800 pesetas que tenía asignadas como médico más antiguo para su empleo en la casa de expósitos. Cesa como concejal en octubre 1923 en virtud de Real Decreto promovido por Primo de Rivera. Por 1928 fallece su protector el sacerdote Pablo Rodríguez, año que se reabrió la clínica de San Roque después de un año de inactividad, siendo uno de los médicos partícipes en la misma constando como vicepresidente del Colegio de Médicos El Cabildo aprueba la propuesta del cuerpo médico de nombrarlo vicedecano de la beneficencia en 1929, año en que es nombrado presidente accidental del Colegio de Médicos.

En 1930 se presenta al concurso promovido por el Ayuntamiento de Las Palmas para médicos tocólogos y se le nombra médico numerario en Vegueta con una retribución de 3.000 pesetas anuales. Se aprueba por el Ayuntamiento su renuncia al sueldo mientras desempeñe el cargo de concejal por incompatibilidad como médico tocólogo de la entidad, donde había obtenido el acta de concejal por el distrito de San José en las elecciones municipales . Se le designa médico más antiguo de los dos que figuraban en la Corporación para presidir el Tribunal de oposiciones a médico para la Casa de Socorro y se le nombra teniente alcalde de la comisión permanente, desempeñando por marzo y abril interinamente la alcaldía que presidía José Mesa, repitiendo en junio por ausencia, ocupándola de nuevo en septiembre y octubre como alcalde accidental. Forma parte del personal de la clínica de San Roque como administrador. Se le concede la excedencia en la plaza de médico de la beneficencia en abril de 1931. En las elecciones municipales del 12 de abril es elegido concejal por el distrito de San José por la concentración monárquica.

Con el advenimiento de la II República el 14 de abril de 1931, es nombrado concejal del Ayuntamiento de Las Palmas por el gobierno provisional. Llegados al 21 de abril, como médico adscrito al servicio de partos del hospital de San Martín solicita al Cabildo la excedencia sine díe por enfermedad. A propuesta de los médicos del Hospital de San Martín fue designado por el Cabildo en 1933 para el cargo de Director del Centro.

Por 1938 consta como director del Hospital de San Martín y en 1945 elegido por el Colegio de Médicos para formar parte de una terna para cubrir plazas de médicos de la beneficencia en el Hospital de San Martín y reelegido decano del Cuerpo Médico de Beneficiencia. En 1963 es galardonado como colegiado de honor por su dedicación a los enfermos .

Sus atenciones hacia los vecinos de Ingenio que acudían a su consulta hacen que en 1974 se rotulara una calle a su nombre. Ya en 1975, figuraba como el colegial más antiguo del Colegio de Médicos con el nº 3. Habiendo trabajado en el Hospital de San Martín durante gran parte de su vida llega su jubilación forzosa en 1971, continuando su consulta en la calle Castillo y su tertulia a las cinco de la tarde. Liberal según sus propias manifestaciones, falleció el 12 de marzo de 1979 cuando contaba 91 años.

Compartir el artículo

stats