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Medioambiente

El milagro del milano ‘Lázaro’

El Cabildo logra recuperar un joven ejemplar accidentado en su viaje al continente africano

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Suelta de milano negro en Valsequillo JC Castro

El pasado 18 de mayo caía abatido sobre un grupo de tuneras en Pozo Izquierdo un ejemplar juvenil de milano negro probablemente dañado tras chocar con algunos cables, quedando en un gravísimo estado físico, con unas lesiones tales en su ala izquierda que los huesos presentaban una fatal fractura abierta, con algunos de ellos a la vista, a lo que se añadía un cuerpo saeteado por las púas.

Fue localizado, y entregado al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo de Gran Canaria por una voluntaria del municipio de Valsequillo. Y su aspecto era el «de un drama», como lo califica el director del centro, el biólogo y veterinario Pascual Calabuig.

El trajín para aplicarle unos primeros auxilios era casi un imposible. «Primero hubo que limpiarlo bien, desinfectarle las heridas que además estaban llenas de tierra y arena, y al día siguiente procedimos a operarlo».

La presencia de Milvus migrans en los cielos del archipiélago canario es la de un visitante ocasional, que en sus migraciones anuales en primavera hacia el continente africano, preferentemente cruzando el Estrecho de Gibraltar, es empujado por los fuertes vientos del este, recalando sobre las islas más de manera fortuita que como objetivo de su destino, que sobre todo es el del África subsahariana.

El milano, que igual caza que ejerce de carroñero, es todo un atleta de los aires, «muy ágil, muy ligero y con una superficie alar impresionante para el peso que tiene», pero cuyo graves daños en el ejemplar abatido hacían presagiar al equipo del centro de recuperación que su viaje definitivamente había terminado de la peor forma posible.

El día 19 de mayo, ya con el ejemplar listo para entrar en quirófano comienza la relojería. «Se recortó el hueso saliente, eliminando los trozos que ya estaban secos y procedimos a introducirle un clavo intramedular para alinearlo», explica el veterinario. «Luego se suturaron las heridas, para proceder después a colocarle cinco hemifijadores, que son cinco barritas que atraviesan el hueso de lado a lado de forma transversal. Luego se doblan, se juntan todas por fuera y se amarran para soldarlas finalmente con una resina de forma que se mantenga todo estable y la transmisión de la fuerza se haga justo por esas cinco barras hasta que pega el conjunto». Todo ello ayudado por un sofisticado taladro de tecnología alemana específico para traumatología que trabaja con perforaciones de 0,8 milímetros.

El también veterinario Alberto Navarro, que bajo una beca del programa Inserto de la Fundación Universitaria de la ULPGC forma parte del que Calabuig denomina un «equipo que vale su peso en oro», era uno de los encargados junto con Esmeralda López, veterinaria en prácticas, de atender a un paciente de lo más delicado.

«Durante cinco días», explica Navarro, «estuvimos aplicando un tratamiento de antibióticos, y luego realizando las curas en la zona donde se había realizado la cirugía, que al ser un fijador externo hay que evitar que esos puntos se infecten para no comprometer la vida del animal».

De los poco más de 600 gramos que pesaba el milano al ingresar, terminó en báscula antes de emprender el vuelo con unos rotundos 850 gramos

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A eso se añadía un menú postoperatorio irresistible, al menos para los criterios de un milano que se precie, alternando rata con pollo, de forma que de los poco más de 600 gramos que pesaba al ingresar, terminó en báscula antes de emprender el vuelo con unos rotundos 850 gramos. «Tenía buen apetito», ilustra el veterinario.

Se portó como un campeón. Ni intentó desalmar el medio andamio que le aguantaba la cirugía, y su metabolismo, propio de los animales que carburan a 42 grados centígrados, permitió que a los 20 días, una cuarta parte de lo que tarde un cuerpo humano, tuviera soldado todo lo roto, resistiendo a las potenciales infecciones de las heridas por púas y la intrusión de tierra y arena.

Por el centro pasan cada año hasta 2.000 animales víctimas de accidentes o enfermos, «pero este es especial», asevera Calabuig, por el grave estado en el que llegó pero también porque «muestra el altísimo nivel y la capacidad de un equipo de becarios, cuidadores, operarios y veterinarios que están las 24 horas del días pendientes de cada uno de los animales que llegan y que, sin su trabajo, sería imposible» este milagro del milano llamado ‘Lázaro’.

De hecho calificaba la suelta «de mágica», cuando en manos de Alberto alzó el vuelo sobre Valsequillo para agarrarse de inmediato a una térmica y escalar en plena forma cientos de metros en un visto y no visto. Su próximo destino: África continental.

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