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Agüimes.

Con varias pandemias a cuestas

Águeda López, de 92 años, perdió a dos hermanos de dos y seis años por tifus y tos ferina | Su fe religiosa y su optimismo le han ayudado «para tirar adelante»

Con varias pandemias a cuestas | JUAN CASTRO

«Es una desgracia que hayan tantas muertes por la pandemia del covid-19, demasiadas, aunque seamos muchos más que antes y, existan vacunas y más medios médicos y sanitarios que cuando yo era niña, joven o madre. Hay que vacunarse, y pensar en los demás si no se hace», afirma Águeda López Martel, que nació en 1928 en el pago de Pichón, en el municipio de Telde; se crió y pasó su juventud en La Pasadilla, en el término municipal de Ingenio; y a partir de la década de los años 50 del pasado siglo y hasta la actualidad vive, en Cruce Arinaga, Agüimes. «El otro día murió por covid una mujer embarazada [a la que se le tuvo que hacer la cesárea]. Qué pena», se lamenta Águeda López, quien en diciembre cumplirá 93, y continúa siendo una ávida lectora de la prensa cada día.

Con varias pandemias a cuestas

Ella vivió la desgracia de perder por dos epidemias a dos hermanos suyos en 1937, exactamente cuando tenían dos y seis años, cuando las Islas y gran parte de la geografía española eran sacudidas por la tos ferina y el tifus. También, enfermaron durante ese nefasto años otros dos vástagos, que tenían entre 10 y 11 años, «pero salieron adelante, se salvaron. No habían vacunas», apunta. Asimismo. Águeda López perdió a una hija en el parto.

«Su fe, su optimismo, su entereza y sus ganas de tirar para adelante», han sido los elementos que le han dado fuerza siempre para vivir y superar las numerosas adversidades que ha tenido en su larga vida, como mantienen sus hijas Fefa e Inés Guedes López. Aparte de sus fuerzas, ella es de una familia materna en la que varios de sus miembros han vivido más de cien años, como su madre, Águeda Martel Sánchez, que falleció a los 102; y varias de sus tías.

Los padres de esta nonagenaria eran primos: Pedro López Guedes, nacido en La Pasadilla y que fallecido a los 79 años; y Águeda Martel Sánchez, natural del pago La Morisca, cerca de Cazadores, en Telde. Ambos tuvieron siete hijos, además de los dos niños que murieron: Pedro, José, Águeda, Dorita, Fefina, Carmelo y Felipita López Martel, fallecidos los dos primeros y la última hija. El progenitor era medianero, cultivaba tomates y tenía una vaca y cabras.

Águeda López Martel conserva también buenos recuerdos de su infancia. «Cuando estuve en el colegio en Carrizal tenía de profesora a doña Paca. Yo ayudaba a las compañeras con las matemáticas. Se me daban muy bien», recuerda López Martel, quien le hubiera gustado haber sido profesora.

«No habían becas, ni ayudas en mi época. Muchas de mis compañeras fueron profesoras. No teníamos para pagarme los estudios», indica. Nunca olvidará que su infancia, juventud y ya casada fue viviendo «agrupados, durmiendo en el suelo, sin tener agua o luz en la choza o casa, y comiendo a veces del mismo plato. Mis propios suegros, Agustín Guedes González y Candelaria López Guedes, que ella vivió hasta los cien años, presumían de que estuvieron 70 años comiendo del mismo plato», manifiesta. Águeda López Martel se casó en 1952 con José Guedes López, que vivió hasta los 73, y tuvieron cinco hijos: Fefa; Pilar, Juan [fallecido], Carmelo e Inés. En la actualidad, cuenta con nueve nietos y seis bisnietos.

Al principio, este matrimonio residió en una choza un corto plazo de tiempo en Los Espinales (Agüimes), para luego instalarse en 1953 en el Uno, zona que está entre la Montaña de San Francisco y Arinaga, que se llamaba así porque detrás estaba el primer horno de cal creado en los años 40, junto a la montaña. En el Uno había una veintena de cuarterías rodeadas de tomateras. La economía de Arinaga se centraba en esa época en la pesca, el tomate y la cal.

Esas tres opciones de trabajo atrajeron a centenares de familias de muchos municipios de la Isla, no sólo del sureste, sino también del norte y del centro, así como a familias procedentes de Lanzarote y Fuerteventura.

Allí, José Guedes le puso la tienda a Águeda López, donde trabajaba sin horario y lo hizo entre 1953 y 1975, año en el que se trasladaron a una casa que construyó su esposo en Cruce de Arinaga, y donde lleva viviendo 46 años. Ella reside en la planta alta, y su hija Fefa en la planta baja. Ya en esa etapa, José Guedes trabajó como jardinero y guardián en el hotel Las Margaritas, en Playa del Inglés, en San Bartolomé de Tirajana. «En la tienda vendía de todo, además de comida, como material de colegio, hilo, petróleo y bebidas alcohólicas, entre otros. Cuando alguien venía con un chisme le contestaba ‘me estoy enterando por ti’, aunque ya lo supiera», recuerda. Fefa Guedes destaca que «mi madre, en la tienda, ayudó a muchas personas. Ella tenía mucha memoria y hacía las cuentas mentalmente».

«Estoy bien, aunque uso la silla de ruedas desde 2016. Estoy orgullosa de mis hijos. Soy de mente moderna, acepto muchas cosas, y otras cosas no, como la violencia de género, el libertinaje, y la falta de valores y de respeto. El consumismo y el egoísmo van de la mano y por mal camino. Me gusta mucho el fútbol», concluye.

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