La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los anfitriones del turismo (V)

Marina Muñoz, la vida bajo el agua

La instructora del centro Buceo Norte deSardina Gáldar ofrece desde hace ocho años las claves de la biodiversidad marina - Atiende a público local y turistas al 50%

Marina Muñoz, instructora de buceo. ANDRES CRUZ

Desde muy pequeña, Marina Muñoz supo que lo suyo era el mar. O mejor dicho los fondos marinos y la biodiversidad que aguarda. Se formó como bióloga y luego como instructora de buceo y en la actualidad hace inmersiones guiadas de buceo consciente. Además, colabora en distintos proyectos de conservación medioambiental y ahora participa en la elaboración de un mapa del hábitat de los tiburones.

Tiene la oportunidad de nadar frente a grandes bancos de sargos, jureles o barracudas y también de contemplar al tiburón angelote, rayas, caballitos de mar y peces esponja en su hábitat natural. Y esa experiencia no solo se la queda para ella sino que la muestra al mundo a través de inmersiones guiadas por los fondos marinos del litoral grancanario. Como bien le reconoce su padre, Marina Muñoz Gonzalo casi aprendió antes a nadar que a caminar, una pasión que le llevó a ser hoy instructora de buceo y apnea en su centro de Gáldar. «Los fondos marinos de Sardina del Norte son un auténtico paraíso para el buceo», relata, y así se lo transmite a las decenas de personas, tanto locales como nacionales y extranjeros, que cada año pasan por su establecimiento para iniciarse en sus primeras experiencias bajo el mar. Marina es una de esas personas que cada día se levanta para ofrecer lo mejor de sí misma para sacar adelante al principal sector de la economía de las islas.

Marina Muñoz, instructora de buceo. ANDRES CRUZ

Marina nació en Madrid hace 37 años, pero su relación con el mar comenzó desde que era muy pequeña porque su familia paterna es de Alicante y pasó largas temporadas en Torrevieja donde, ataviada con unos manguitos infantiles, se inició en sus primeros intentos de conocer los secretos que guardaba el fondo del mar. Y a eso su suma que su abuelo materno era marino, por lo que ella casi estaba destinada a disfrutar de una vida bajo el agua.

Ese interés por el mar la condujo, ya de adulta, a estudiar biología con una especialización en zoología y geología, y además a formarse en comportamiento animal. Como bióloga tuvo «trabajillos, pero ninguno serio», y hace nueve años decidió formarse como instructora de buceo y apnea e hizo su primera inmersión en Cartagena. Un año después ella y su marido se trasladaron a Gran Canaria, donde compraron el centro Buceo Norte, ubicado en la playa de Sardina de Gáldar, donde impulsaron la filosofía de buceo consciente. «Como usuarios de buceo, notamos que a las inmersiones les faltaba la aportación del conocimiento biológico de las especies animales que encontramos y su comportamiento, y queríamos ofrecer eso, no solamente formación de buceo y guiar inmersiones, sino contarle a los usuarios algo más y que además de una experiencia en el mar se lleven a casa más conocimiento sobre los ecosistemas», cuenta la instructora. Es decir, que los usuarios no solo bajen al fondo marino sino que aprendan de él.

Turismo imprescindible

«Entendemos que es la única forma para que la gente se conciencie un poco más para así poder conservarlo; si entienden en valor de las especies y comprenden lo que están viendo, se involucran mucho más en la conservación», añade. Y se consigue, puntualiza Marina, «se está generando una comunidad y todo buceador que pasa por aquí siente que forma parte de algo mayor».

«Los usuarios salen a la superficie sorprendidos por la cantidad de vida marina que observan tan cerca de la costa»

decoration

Marina reconoce que el centro pone a Gran Canaria en el mapa como destino turístico para practicar el buceo; y de hecho el 50% de su clientela es turista nacional y extranjero que llega a la isla en la búsqueda de experiencias de turismo activo, mientras que el otro 50%, es el público local. «Nosotros adquirimos el centro por la calidad de las aguas de la zona, porque Sardina del Norte está considerado como uno de los 10 mejores puntos de buceo de España y se encuentra dentro de una Zona de Especial Conservación por la Red Natura 2000», señala, «y eso lo reconocen y agradecen muchos de los usuarios».

Para esta instructora, el turismo es «imprescindible» pues la mitad de su negocio depende de este sector, pero explica que durante la pandemia, cuando el turismo extranjero ha sido más escaso, el público local ha sido su gran baza. «El buceo es un reclamo importante y durante toda la etapa Covid nos ha salvado el tener clientes locales», apunta la empresaria. Todo este público le llega al centro buscando experiencias de buce genéricas, explica, pero «poco a poco hemos logrado definirnos tanto que ya la gente viene buscando inmersiones de buceo consciente».

Marina Muñoz, instructora de buceo. ANDRES CRUZ

Los usuarios salen a la superficie «sorprendidos», dice Marina, «por la cantidad de vida que observan tan cerca de la costa, algo que no ocurre en otros lugares del mundo, pero aquí sí porque está bastante preservada y es donde se acumulan los nutrientes». Además, les sorprende la infantería, que es como se denomina a acceder al agua a pie de costa y no desde un barco.

Marina pasa gran parte de su jornada laboral bajo el agua, no sin antes comprobar, en las inmersiones en grupo, que cada integrante cuenta con el material necesario y comprobar que la operación de buceo está bien planteada. Tras salir del agua, la bióloga repasa con los buceadores cuáles han sido las especies animales que han observado. 

Pero esta zoóloga no solo se dedica a guiar inmersiones de buceo, sino que también colabora con proyectos medioambientales. El último en que colabora es con la Red Promar, un programa del Gobierno de Canarias para el seguimiento y vigilancia de la vida marina en la Macasonesia, en su caso para estudiar las poblaciones de tiburones. «Para poder conservar un área hay que demostrar que hay especies afectadas; ahora intentamos elaborar un mapa donde se refleje las zonas de presencia o paso de varias especies», cuenta Marina, «en Sardina hay un refugio de angelotes, una especie muy amenazada que se encuentra dentro del segundo mayor grupo de tiburones con mayor peligro de extinción».

El mar le ha dado a Marina la mayor parte de su felicidad. «Todas las cosas buenas de mi vida me han pasado debajo del agua», cuenta. De hecho, su ahora marido le pidió matrimonio durante una inmersión. Entre tantas anécdotas, Marina destaca su «extrañeza» por el comportamiento animal en las aguas canarias. «Cuando vine no entendía absolutamente nada de lo que estaba viendo, no tenía ningún sentido, de repente me vi ante un ecosistema extraño porque aquí se pueden mezclar especies de aguas calidas con las de aguas más frías y profundas».

Por contra, y a pesar de la gran conservación de la costa y la diversidad marina, la instructora lamenta que a menudo tiene que liberar a animales de las mallas que acaban en el fondo por la pesca fantasma. 

Con todo, Marina está satisfecha por su contribución social, al medioambiente y al sector turístico en una actividad a la que no ve fin alguno. Dice la instructora que no hay diferencia alguna entre la Marina de dentro y fuera del agua más allá de que «la Marina que está fuera está deseando estar bajo el mar otra vez».

Compartir el artículo

stats