El 1 de febrero de 1952, Matías Vega proponía como presidente del Cabildo insular la siguiente moción que fue aprobada por unanimidad del Pleno «proponiendo que el Cabildo asuma la protección y fomento de las fiestas patronales de Ntra. Sra. del Pino como las más representativas de las que se celebran en Gran Canaria y que al efecto se cree un Patronato presidido por el Sr. Alcalde de Teror y que estará integrado por un concejal de aquel Ayuntamiento, un representante del Cabildo Insular y un elemento conocedor de las distintas modalidades populares de la Isla e invitando al Rvdo. Sr. cura párroco de Teror, a que forme parte de dicho Patronato. Se aprueba por unanimidad». A partir de aquel momento, el Cabildo asumió las Fiestas del Pino como propias y comenzó a organizarse la primera romería-ofrenda a Nuestra Señora del Pino, que cumplirá este año sus siete décadas de existencia.

La representación de Gáldar, en la romería del Pino. | | LP/DLP

A principios de agosto de 1952, se informaba desde el ayuntamiento terorense que el programa estaría ultimado dentro de pocos días pues faltaban detalles que concretar. Uno de ellos era que en aquella primera romería a la Virgen del Pino, en aquel acto que simbolizaría la ofrenda de nuestra tierra a su Patrona; por distintas razones no iban a participar todos los municipios de la isla, a pesar de que José Hernández afirmara tajantemente hasta el final que concurrirían «grupos organizados de todos los pueblos de la isla y que constituirá una auténtica y unánime ofrenda de Gran Canaria a su excelsa patrona».

En este proyecto participaron además de Matías Vega y José Hernández; el obispo Pildain y el párroco de Teror, Antonio Socorro, que colaboraron aportando distintos puntos de vista, que se vieron concretados por el trabajo de investigación que el presidente encargó a Néstor Álamo. Éste contempló y analizó otros eventos de parecidas características (San Benito en La Laguna y San Isidro en La Orotava) y recreó con su desbordante imaginación lo que debía ser -excepción hecha de la procesión de la Santa Imagen - el principal acto de las fiestas de Teror.

La empresa Autobuses Interurbanos Canarios, S. A. (A.I.C.A.S.A.) preparó un servicio especial de guaguas y la Jefatura de Obras Públicas comenzó a elaborar asimismo una más compleja organización del transporte de viajeros, con carreteras de una sola dirección; dado que aunque hacía años que venía haciéndolo, querían procurar aún un mejor servicio por las previsiones de asistencia.

Las representaciones municipales en la primera romería del Pino eran las de Teror, Agaete, los roncotes de San Cristóbal, Gáldar, Moya, Tamaraceite, Guía, Santa Brígida, Telde y Valleseco.

El resultado superó todas las expectativas. Unos días más tarde, un cronista escribió «nada de cuanto se escriba podrá dar idea de lo que fue y significa para Gran Canaria la Ofrenda maravillosa que todos los hijos de la isla humillaron a los pies de la Patrona de Canarias el día 7, fecha imborrable en la historia del Pino».

Los años siguientes continuaron en la misma tónica y, dado el éxito de la convocatoria, se fue consiguiendo aquella primera aspiración: alcanzar que la isla entera viniera a Teror.

Mulas, trajes decimonónicos, parrandas aficionadas que se formaban ex profeso para el Pino y, poco a poco, la romería del Pino que se fue transformando en el acto donde Canarias -la singular, la distinta, la de mujeres campesinas con mantillas y hombres de la mar cantaban, se alegraban, rogaban o agradecían- se elevaba al evento más peculiar y atractivo de las Fiestas de Teror.

En 1957, asombraba la enorme caravana de automóviles que llegando desde Las Palmas convertían los alrededores de la villa en una exposición a la que acudía la chiquillería «a ver coches». A las banderas, arcos, gallardetes, se unió la iluminación eléctrica de frontis, cúpula y araucarias de la plaza. Aquel año, los grupos de Teror iban precedidos de ocho camellos, vistosamente enjaezados, cargados de frutos, y sobre los que venían muchachas luciendo trajes típicos y de Néstor; que, aunque es verdad que estaban presentes desde 1952, fueron paulatinamente convirtiéndose en exóticos, atractivos e indispensables elementos de la romería del Pino.

Tal como ocurrió con otros muchos, como el conjunto típico de viejos de Gáldar; las palomas mensajeras que por centenares se soltaban al llegar a la plaza; los enormes y vistosos racimos de plátanos; los bueyes del país; las agrupaciones folclóricas como Princesa Guayarmina o Tirma Guiense.

Y también las representaciones en maqueta u ofrenda de molinos de gofio; sacos de papas; cestería de palma, caña o mimbre; mazapanes y almendras de Tejeda; nasas, barquillos a vela, los pregones a la voz y al caracol; bizcochos de Moya; hilanderas; tomates, coles, plátanos, uvas, peras y peros; luchadores de lucha canaria; la U. D. Las Palmas; o los primeros ejemplares que muchos vieron de piña americana, procedentes la Granja Agrícola.

La romería del Pino se convirtió así en un auténtico muestrario de Gran Canaria, donde en unas horas podías ver y disfrutar en ofrenda a la Virgen, trajes antiguos, frutas, casas, patios, bailes y todo un registro de nuestras músicas más identitarias y representativas.

Canciones de la romería

El 26 de julio de 1934 se constituyó en Las Palmas el Sindicato de Iniciativas y Turismo que, conjuntamente con la Junta Provincial de Turismo, pretendía su fomento y auge por medio del desarrollo de actividades y proyectos encaminados al embellecimiento de la isla y la recuperación y recreación de los elementos primordiales de su cultura. De su primera junta directiva formaban parte personalidades de la sociedad isleña como José del Río Amor, Luis Doreste Silva, Fernando del Castillo o el polifacético artista Néstor Martín-Fernández de la Torre. Y sería este último quien, el 23 de noviembre de 1934, en una intervención importantísima expuso un proyecto en el que resumía cuáles eran, según su opinión, las líneas trascendentales de actuación y que fueron rápidamente asumidas por el resto de la junta. Pretendía Néstor de la Torre una «regeneración» total de todo lo canario, cara a ofrecer una imagen estereotipada pero atractiva a los visitantes. Propuso, junto a intervenciones arquitectónicas y paisajísticas, la invención de una nueva indumentaria típica que aunara trabajos de artesanía textil que como el calado jamás habían estado presentes en la vestimenta; planteando asimismo la necesidad de renovar parte de nuestra música folclórica y de sus bailes, recuperando o creando lo que hiciese falta ya que las consabidas isas, folías, malagueñas eran consideradas tristes y poco llamativas para los que venían desde fuera.

Inmersa la intelectualidad de la isla en este ambiente de recreación y reconversión de «lo canario», llegó a Gran Canaria en 1935 procedente de París la artista Encarnación López Júlvez La Argentinita, que de camino a América recaló en nuestra tierra. Con recomendaciones de García Lorca para Néstor de la Torre, quiso en unos días empaparse de la música canaria para incluir alguna canción en su repertorio, de lo que no encontró nada que le interesara en lo que en su estancia le mostraron. Y aquí hizo su aparición un joven que entonces colaboraba y apoyaba decididamente todas estas iniciativas, Néstor Álamo, quien años más tarde manifestó que si él era el creador de la canción canaria en parte pudo ser verdad, pero el origen de esta pasión mía hay que buscarla en La Argentinita. Sin formación musical se dirigió a la artista y resueltamente le manifestó: «yo te haré canciones canarias».

Forma ya parte de la historia de nuestro folclore los pasos posteriores de este movimiento. Cuando se creó la romería del Pino en 1952, uno de los cambios que se buscaban era el de renovar el repertorio musical y aportar nuevas canciones al mismo.

La apertura de estos cambios se realizó lo noche del viernes 5 de septiembre de 1952 con un acto musical, denominado Festival de Arte en los programas, que pretendía aglutinar toda la esencia de lo que se quería para el futuro las Fiestas del Pino. Después de una parte introductoria, de corte musical más clásico, la segunda, con toda intención, se dedicó a las canciones del país: el timplista Jeremías Umpiérrez, el barítono Tomás Pulido y la señorita María Sánchez -La Voz de Gran Canaria-, que interpretará aires canarios estrenando en esa noche la canción Telarito, con diversas creaciones de Néstor Álamo y otros para dar ese toque de esencial canariedad que se quería para las fiestas de la Patrona.

Por supuesto, lo mejor vino al final del acto cuando un coro de muchachos y muchachas terorenses, con la intervención como dúo solista de Carmina Estévez Quintana y José Luis Vallejo Cabrera -elegidos personalmente por Néstor Álamo- que cantaron, como destacaron las crónicas, con acendrado acento de la medianía a las cumbres estrenando el Ay, Teror, qué lindo eres, la primera de las tres canciones que Néstor Álamo dedicó a la Villa y que con los años ha venido en convertirse en himno del pueblo. Este grupo de terorenses y veraneantes, ya que Néstor deseaba que estas canciones fueran estrenadas en las fiestas como lo que eran, ranchos parranderos, ensayaban durante el verano en los locales de la Falange controlados por el mismo Néstor, que se acercaba al ensayo desde la casona de los Manrique de Lara, donde pasaba el estío. El popular José Santana García coordinaba todo y participaban Braulio Guevara, Treviño, los hermanos Dávila y otros muchos, con Tono Peña Álvarez al piano. Al año siguiente, en el Festival de Arte del 5 de septiembre de 1953 intervino el conjunto de Pulso y Púa del Real Victoria, los cantantes Pilar Alonso y Chano Gonzalo, con el correspondiente rancho que estrenó en esa ocasión P’al Pino. En 1954 el Salón Victoria vio estrenar oficialmente a Mary Sánchez el ‘Caminito de Teror’. Se dio la circunstancia de que, ese año, Néstor ensayó la canción también con el rancho y José Luis Vallejo, con la colaboración del sacerdote terorense Antonio Álvarez al armonio en los preparativos, para el día de la romería, con lo que en 1954 se produjeron dos estrenos del célebre Caminito. Se da la circunstancia de que como Néstor no la había pasado a partitura, don Antonio Álvarez iba sobre la marcha transcribiendo al pentagrama durante los ensayos las notas que Néstor le tarareaba. Y sería Mary Sánchez quien, a partir de 1953, grabaría en la casa Alhambra estas primeras canciones dedicadas a la Villa y a la Virgen del Pino.

A fines de los años 50, Herminia Naranjo, nacida en Las Palmas, compositora, poeta, afincada en los veranos terorenses, dio al pueblo canario otras composiciones que forman parte inseparable ya de nuestras parrandas festivas: de ella nacieron Si conmigo te vienes al Pino, Qué bonito es mi Teror o Carretera de Teror. Con el paso de los años vinieron otras muchas como Noche del Pino, Fuente de Teror, Fiesta en Teror o Virgencita de Teror. En 1995 el Ayuntamiento, para agradecer en parte esta dedicación, tuvo el honor de nombrarla Hija Adoptiva de la Villa. Herminia Naranjo, que afirmó encontrar su más íntima inspiración en la Virgen del Pino, estrenó en las fiestas de 2006 su tema Las campanas de Teror.

El músico y compositor Emilio Gómez Muñoz, acompañando a Mary Sánchez en una gira artística por América sobre 1960, compuso, en una noche de nostalgia y recuerdos de la tierra lejana, su canción Viva la Fiesta Mayor, que cantada por ella misma o por agrupaciones folclóricas como la Roque Nublo o la San Cristóbal, tardó muy poco en unirse a este incipiente acerbo patrimonial de músicas terorenses que en tan sólo una década llenó nuestras parrandas de tantas muestras de acertadas composiciones festivas.

El letrista, profesional radiofónico y folclorista acérrimo Juan Alberto Monzón, con la colaboración en la música de la pianista Celia González, unió a esta lista de canciones terorenses la acertada composición En la Fuente Agria. Juan Alberto Monzón cantó también para la Bajada de la Virgen en 1962 la plegaria para voz y piano u órgano Virgen del Pino del violinista Agustín Conchs. Monzón afirmaba años más tarde que de la gran riqueza de ritmos y matices que ofrece la música folklórica canaria, los compositores isleños extraen los motivos que les han de servir para crear la modalidad de la canción, que en unos pocos años han ido enriqueciendo el patrimonio musical del pueblo.

En los años noventa, y desde la dirección del grupo Los Paperos, el músico terorense Manuel Falcón Rosario también colaboró en el aumento de este patrimonio musical con tres canciones que ya han llegado en la actualidad a un alto nivel de popularidad: P’al Pino, Serenata a los balcones y Las calles de mi pueblo.

Asimismo, el compositor agaetense afincado en Teror, Santiago del Rosario, ha compuesto varios temas dedicados a las fiestas de la Patrona, a la que con tanto fervor se las ofrece. Son suyas canciones como Siona la del Cardonal, Para la ofrenda, La Bajada y Ocho angelitos y que fue estrenada por el barítono, natural de Teror, Vicente Domínguez. También Con una caña y sombrero. Ese mismo coro parroquial grabó en el 2005, con motivo del Centenario de la Coronación Canónica de la Virgen, la canción Aires de fiesta, con letra de la directora del coro, la terorense Pilar Domínguez, y música de Francisco Brito y posteriormente Junto a la Virgen del Pino, con letra y música de ella misma.

A esta relación hay que añadir además el excepcional bolero Virgen del Pino que el músico cubano Francisco Repilado, conocido como Compay Segundo, estrenó el año 1995 a raíz de su relación con la Villa y sus gentes a través del terorense Peyo Benítez. Este bolero, una diferente pero extraordinaria aportación a nuestras canciones, fue posteriormente grabado por Compay Segundo en su trabajo Duetos con la colaboración del cantante Santiago Auserón.

El año 2016 se estrenó el trabajo Canciones para una Noche del Pino, en el que con letras mías y arreglos de varios de los mejores músicos de nuestra tierra se estrenaron a la vez quince temas que se estuvieron repitiendo en distintos actos de las fiestas de aquel año. Los temas fueron Hago el camino a Teror por Medianeros de Gran Canaria; La promesa de la baifa por Los Guayres del Palmar; Por las calles de Teror por Jardín de Corvo; Cuando canta Alcaraván por Facaracas; Por los senderos del Pino por Amasijo; Polcas Piconas de la Fuente Agria por Camino Nuevo; Este año ya no hay Pino por Estrella y Guía; Noches de Luna y Parranda por La Parranda de Teror; Seguidillas Robadas del Puente del Pino por Labrantes; La Polca del Perenquén por La Parranda del Cura; Habanera del Romero Enamorado por La Trova; Folías Encadenadas al Pino por Cantares; De belingo hasta Teror por Surco y Arado; A la Parranda por Poliguanches y De Osorio camino al Pino por Araguaney.

Todas estas músicas, unidas para siempre a nuestra cultura, pierden un poco el nombre de quien la creo en aras de hacerse populares y cantarse en cada una de las esquinas de la isla con motivo de cualquier festejo; pero quizá es en ese justo momento cuando se convierten en verdaderos símbolos, en emblemas de la cultura del pueblo que las canta.