Tasarte, la sartén de España

Una ola de calor "peor que el covid"

Tasarte registró durante los últimos siete días las máximas temperaturas del país

Muchos vecinos perdieron sus cosechas y sus animales a consecuencia del calor

Ola de calor en Tasarte

C. G. A.

Es conocida por los grancanarios como la sartén de España debido a las altas temperaturas que registra al año, y esta vez no defraudó. Tasarte, una localidad en La Aldea de San Nicolás, vivió durante estos últimos diez días la peor ola de calor que recuerdan, llevándose por delante cultivos y animales. Unos termómetros que registraron la máxima del país durante los últimos siete días, por encima de los 37 grados.

Francisco Déniz lleva 74 viviendo en Tasarte. Toda una vida dedicada a esta localidad, ubicada en un barranco en el municipio de La Aldea de San Nicolás y conocida, desde hace un tiempo para atrás, en la sartén de España debido a las altas temperaturas que tienen que soportar sus habitantes. La última ola de calor que ha estado golpeando con fuerza al archipiélago durante los últimos diez días ha sido la más dura para los vecinos de Tasarte, que califican este fenómeno extraordinario en el mes de octubre como "lo nunca visto", y que incluso se atreverían a decir que ha sido "más duro que el covid".

Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología, la localidad de Tasarte ha registrado durante los últimos siete días las máximas temperaturas del país, ubicándose, dependiendo del día, en el primer o segundo puesto. Unos termómetros que no han bajado de los 37 grados y que han 'arruinado' a muchos vecinos de Tasarte, haciendo que las cosechas se hayan perdido por completo debido a las altas temperaturas, o que los propios animales hayan fallecido, como es el caso de conejos y gallinas de la zona que se vieron superados por esta intensa ola de calor.

"Nunca en mi vida había tenido una cosecha tan buena para recoger y se me echó toda a perder", explica Francisco Déniz. "He perdido más de mil kilos de aguacates, y esto me ha quitado la moral por completo", asegura abatido. Esta ola de calor, tal y como asegura Déniz, ha matado a todas las plantaciones y árboles, echando a perder las cosechas de todos los vecinos. Las puntas de las palmeras quemadas del sol y los terrenos secos por la escasez de lluvias y el exceso de calor han hecho que la imagen de los huertos y terrenos se vea superada.

Octubre ha sido un mes complicado en el archipiélago canario en general y en Tasarte en concreto, con termómetros que a las ocho de la mañana marcaban los 35 grados. "Jamás he visto estas temperaturas en este mes del año. Ha sido un infierno, peor que el último incendio que hubo y la famosa riada. No sé que le pasa a Tasarte, creo que nos miró un tuerto", confiesa Francisco entre risas.

Francisco Déniz: «Estos días han sido un infierno, peores que el último incendio y que la riada que hubo»

A ocho kilómetros del pueblo está la playa de Tasarte. Un espacio tranquilo sin apenas población donde destacan las casas vacacionales por un lado, y el hogar de Yonay Oliva por otro. A orillas del mar este tazartero habita con orgullo. Un espacio que antes destacaba por ser un bar, pero que ahora ha cerrado y lo conserva como su casa, el lugar en el que vive los 365 días del año. "Estos días han sido un infierno, era bestial el calor que hacía", explica. "Por las noches, era tan insoportable que incluso las personas mayores bajaban a la playa y dormían en el coche con las puertas abiertas, porque la brisa del mar aunque creas que no ayuda", asegura.

Yonay Oliva lleva toda su vida viviendo en este lugar de la isla, y no recuerda una ola de calor tan fuerte. "Teníamos que estar todo el día dentro de casa con el aire acondicionado, era la única manera de sobrevivir", expresa. Su punto a favor durante este fenómeno, sin embargo, es que según sale de su casa está el mar, por lo que un chapuzón cada hora le salvaba. "Desde mi casa incluso puedo ver delfines y ballenas, que frecuentan esta zona debido a la ausencia de barcos".

Yonay Oliva junto al muro de su casa

Yonay Oliva junto al muro de su casa / Jose Carlos Guerra

A pesar de las altas temperaturas que se registran en Tasarte durante determinadas épocas del año, Oliva, acostumbrado a ese estilo de vida, no lo cambiaría por nada. "Aquí me atrapa todo", confiesa. "Es lo que amo y lo que quiero, lo único que me faltaba era ir al cine pero me compré una tele grande y ya no me hace falta, la felicidad la tengo aquí". Cuestionado por sus salidas hacia la ciudad, Yonay asegura que aunque intenta no hacerlo, al menos una vez a la semana se desplaza para poder hacer la compra. "Cuando salimos es para gastar el dinero porque aquí dentro no hay gastos. Definiría mi vida como la mejor, y volvería a elegirla mil veces más".

En un lado de la playa, aprovechando uno de los espacios de arena disponible está la familia Falcón Santana. Sombrillas, cuatro sillas de playa para cada uno de ellos, una nevera y unas cañas de pescar. Lo suficiente para poder pasar cuatro días bajo la tranquilidad -y el calor- de Tasarte. Son de Moya, pero guardan un especial cariño a esta localidad de la isla, por lo que siempre que pueden se escapan. "Estamos enamorados de Tasarte, nos une la playa, la pesca, la tranquilidad y la naturaleza", comentan. Con la suspensión de las clases, esta familia con dos niños no dudó en desplazarse en la caravana hasta el camping para pasar unos días de desconexión. "Hace calor, pero se puede soportar si estás junto al mar", aseguran.

Por las noches, las personas mayores tenían que bajar hasta la playa para dormir en el coche con el aire acondicionado

Tomás Oliva es el panadero de Tasarte, aunque según explica, reparte incluso hasta en Arguineguín. Toda una vida dedicada a esta profesión, y aunque es un poco sacrificada, ha sido con las altas temperaturas cuando peor lo ha pasado. "Me tenía que levantar a la una de la mañana para empezar a trabajar, y a esas horas ya era insoportable", asegura. En su casa, se le quemaron todos los matos por el calor. "Llegamos a tener 47 grados, y los animales sobrevivieron gracias a dios, porque iba a mirarlos muchas veces al día para refrescarlos", explica.

Por su parte, Imanol Ojeda tuvo un poco más de suerte con las cosechas, pues justo antes de que comenzara la ola de calor, recogió todos los frutos y los salvó. "Las sandias y los aguacates no se vieron afectados, pero sí se nos estropearon los mangos", comenta. En la zona, es de los pocos agricultores que pudo salvarse, pues la mayoría de los vecinos tuvo pérdidas significantes durante estos infernales diez días. "Echamos mucho de menos las lluvias, ojalá lleguen pronto".

De este modo, entre pérdidas de cosechas y animales, supervivencia a los termómetros elevados, agua y baños en la playa, los vecinos de Tasarte pudieron superar una ola de calor que parecía interminable y que dejó sin aliento a muchos. Un fenómeno extraordinario que pasará a ocupar una página en el libro de estos habitantes, que aunque no es la primera vez que registran las temperaturas máximas del país, se han visto sorprendidos por ser en el mes de octubre. Ahora, entre deseos de que regresen las lluvias para intentar recuperar los terrenos, los tazarteros pasan los días con la esperanza de que la normalidad llegue cuanto antes.

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