Mogán

Los Hernández vuelven a los fogones en Mogán

Moisés Hernández recupera la gestión del emblemático restaurante Acaymo del casco de Mogán, fundado por su padre en 1979, después de 35 en otras manos.

A sus 43 años, Moisés Hernández ha dejado un puesto de trabajo fijo en un hotel para embarcarse en la que probablemente sea la aventura de su vida: recuperar la gestión del restaurante familiar después de 35 años en manos de otros empresarios. Y lo ha hecho con vértigo, dice, porque pasar de tener un salario seguro cada mes a ser el responsable de las facturas y del personal es cuanto menos una odisea. «Estaba asustado, pero se me metió en cabeza coger el restaurante y convencí al cocinero Carmelo Bailés para que se viniera conmigo, y hasta ahora», sostiene. También ha contado con la colaboración de su prima Yaiza Hernández, con experiencia en el sector de la restauración, para montar el local.

Con Moisés, la familia Hernández vuelve a los fogones del mítico restaurante Acaymo del casco de Mogán, fundado en 1979 por José Hernández León, su padre, en las instalaciones de lo que años atrás fue una escuela. Ubicado en la GC-200, frente al barranco de Mogán, casi desde su apertura el establecimiento se convirtió no solo en un punto de encuentro para los habitantes del casco, sino en toda una referencia para los turistas que por entonces empezaban a llegar al municipio.

José Hernández León explotó el local unos siete años, hasta que luego decidió alquilarlo a los empresarios Pedro Gutiérrez y Juan Domínguez, quienes ya se han jubilado. «Yo no le miento, tenía muchos miedos, pero mi padre siempre dijo que cuando se jubilasen los arrendatarios quería que el restaurante fuese para los hijos», relata. Y así ha sido. El restaurante cerró sus puertas el pasado mes de mayo y fue entonces cuando Moisés, llave en mano, empezó a maniobrar.

Moisés Hernández en el comedor del restaurante Acaymo del pueblo de Mogán.

Moisés Hernández en el comedor del restaurante Acaymo del pueblo de Mogán. / Juan Castro

Experiencia

A su espalda lleva una mochila cargada de experiencias en el mundo de la hostelería, pues con apenas 18 años empezó a trabajar como camarero en un restaurante irlandés en el Puerto de Mogán durante nueve años, luego tuvo un impás como monitor deportivo durante otros cuatro, y después regresó a la hostelería como camarero en un hotel en el que permaneció 14 años. Pero pese a todo, lanzarse a emprender con 43 años no es baladí y Moisés lo ha hecho rodeándose de un equipo de ocho profesionales de la restauración. «Yo solo pensaba: echándole ganas y haciéndolo bien, esto tiene que salir adelante, pero siempre me quedó el remordimiento de dejar atrás un empleo fijo porque estaba muy bien visto por la propiedad después de tantos años y por si esto no salía bien», relata el empresario, «pero va estupendo».

El empresario deja un puesto de trabajo fijo en un hotel para emprender en el restaurante familiar

Antes de reabrir sus puertas el pasado mes de septiembre, Moisés realizó una reforma para modernizar el establecimiento, aunque en su interior permanecen muchos de los elementos identificativos del local durante las últimas cuatro décadas. Así, en su decoración ha mantenido un enorme mural repleto de tarjetas de visita -más de 300- que han ido dejando los comensales a lo largo de todo este tiempo, recortes de noticias de periódico sobre acontecimientos acaecidos en el municipio y elementos identitarios de las islas como un ídolo de Tara, tallas de barro, pintaderas o una plancha y una máquina de coser antiguas.

Una parte de la sala comedor del restaurante Acaymo.

Una parte de la sala comedor del restaurante Acaymo. / Juan Castro

Desde que reabriese sus puertas, por el restaurante han pasado ya decenas de turistas que durante años han pasado sus vacaciones en el hotel en el que Moisés trabajó durante 14 años y que ahora ha conseguido atraer hasta su establecimiento, así como clientes que antaño iban con sus padres y ahora lo hacen con sus hijos. «Para mi es muy importante mantener la actividad en un restaurante que durante tanto tiempo ha sido un emblema del pueblo de Mogán, un punto de encuentro y un atractivo para los turistas que visitan el municipio», cuenta Moisés.

«Yo solo pensaba: echándole ganas y haciéndolo bien, esto tiene que salir adelante»

Ahora lo hace, además, con una carta renovada que incluye, entre otros exquisiteces, carnes angus Uruguay, paletillas de cordero, chuletones, carne de cabra; tapas tan atractivas como una tosta de chorizo de Teror con queso ahumado herreño y savia de palma o langostinos salteados con savia de palma y mojo rojo; y hasta elaboraciones en las que incorpora productos del campo moganero como una mermelada de mango o una morcilla dulce con mojo de aguacate.

El rostro de Moisés delata el esfuerzo y también la alegría con la que cada día enciende los fogones de un restaurante a que acuden decenas de comensales, sobre todo durante los fines de semana. Y reflexiona: «¿quién me iba a decir a mi que tantos años después iba a terminar trabajando en el mismo lugar que mi padre compró y creó de la nada?