Honores y distinciones del Cabildo (IV) | Roque Nublo Folclórico

Los custodios del folclore

El Cabildo de Gran Canaria distingue a la agrupación Roque Nublo por sus 70 años de vida velando por el rescate y la difusión internacional del acervo isleño

La agrupación folclórica Roque Nublo, en el Pueblo Canario. | | LP/DLP

La agrupación folclórica Roque Nublo, en el Pueblo Canario. | | LP/DLP / Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

El Cabildo de Gran Canaria ha otorgado el Roque Nublo de Folclore a la agrupación folclórica de idéntico nombre, la Roque Nublo, una auténtica institución de la música canaria, nacida a mitad del siglo XX cuando el cancionero tradicional languidecía relegado a los pagos y pueblos del interior. A lo largo de estas últimas siete décadas de vida, su trayectoria trasciende a buena parte del planeta.  

Hace exactamente 70 años un grupo de amigos cogieron bandurrias y guitarras para formar la Rondalla Española, en los tiempos en el que el folclore era poco menos que materia prohibida.

La nueva formación interpretaba a este lado del trópico bailes típicos de toda la geografía nacional, en un mixturado de polcas, sardanas y sevillanas, hasta que la autoridad les solicita centrarse en música de la tierra, como embajadores del acervo isleño ante la creciente entrada de turistas, y de hecho es la Agencia Canaria Express la que financia su primer atuendo, el que sigue distinguiéndoles, que es diseño y gracia de Néstor de La Torre, rebautizando la novedad como Rondalla Típica.

El trajín va a más, convirtiéndose en otro elemento más del puerto, una cancela viva de isas, folías y seguidillas, que es cuando aparece el británico Mr. Park, jefe de Miller y fundador de la Compañía Canaria de Remolcadores, y que aporta el presupuesto para un vestuario en propiedad y el que renombra al cada vez más afamado grupo como Roque Nublo.

Poco imaginarían esos primeros componentes, como Juan Lemes, Manuel Castillo, Pepe El Zapatero, y luego Dámaso Martínez, la impronta que han dejado en el acervo de una Canarias que hasta ese momento relegó el folclore a los pagos y pueblos de tierra adentro, para rescatarlo de su ostracismo y relanzarlo a los cinco continentes.

El hijo de Dámaso, Juanra Martínez Jorge, es su actual director, y dibuja unos años 60 en el que lo autóctono se resumía en lo parrandero, en el Somos costeros, Cambullonero y el Pobre Rafael, para poco a poco ir enriqueciendo un repertorio que los convierte en esas décadas en los mejores embajadores de las islas, al punto que en ya en pleno boom turístico Roque Nublo graba sus singles en Londres. Hay fotos de sus componentes bajo los grandes micrófonos de los estudios de la BBC. Es una época en la que recibe medallas de oro en los festivales internacionales y en la que, al final de la década, tocan la luna, como atestigua la maravillosa foto del astronauta Neil Armstrong, el primer ser humano en pisar el satélite, bailando en la capital grancanaria al son de Roque Nublo.

Un momento vertebrador se produce cuando irrumpen Los Sabandeños, que marcan el rumbo del nuevo folclore y Roque Nublo, con una potente vinculación con Elfidio Alonso, nutre y se nutre de ese impulso convirtiéndose en una formación innovadora que introduce nuevos aires, bailes y arreglos musicales que exhiben en el Pueblo Canario, donde llevan actuando más de 65 años.

De los 70 queda el recuerdo de la participación en los Carnavales en el extinto Festival de Habaneras de Rondallas, y de especial recuerdo el celebrado junto con Tenderete 71 del inolvidable Nanino Díaz Cutilllas. «Hicimos una macrorondalla con ellos disfrazados de Kabuki, pero fuimos incapaces de encontrar una talla de zapato para el gigante pie de Nanino. Lo solucionamos con una alpargata, que aún guardamos».

El grupo dignificó el cancionero isleño resucitando los aires canarios desde mitad del siglo XX

Es en los años 80 cuando además sus componentes se profesionalizan, e incorporan a personas con una gran formación musical, dando un renovado halo a la música tradicional y haciendo guiños a Latinoamérica, con el que recorren el mundo en giras de más de un mes de duración, y una actividad frenética en la que han recorrido toda Europa.

Son memorables viajes como el que emprenden en el 92 en barco a la península. «Actuamos a bordo, luego en Sevilla, en la Expo, y de allí en una guagua rotulada a las fiestas de Zaragoza, de donde salimos a inaugurar una línea de metro en Hamburgo. De vuelta para atrás participamos en un festival de cuatro días en Francia, para recalar luego en Vic durante las Olimpiadas de Barcelona para regresar en ferry por Sevilla».

Martínez ilustra «que todos los años eran así, un Gran Hermano de unas 40 personas durmiendo en residencias, colegios, albergues y conviviendo con otros quince o veinte grupos de muchos países: el paraíso». Esto, en este lado del charco, porque en de más allá han pasado por Estados Unidos, Canadá, Chile y otros países tanto de Latinoamérica como de África.

Fruto de esa actividad fue el creciente número de premios, reconocimientos y galardones, como entre otros muchos, la Medalla de Bronce al Mérito Turístico del Gobierno de España a principios de los 80; el primer Lauro de Turismo del año 1988; o la Medalla de Oro de Las Palmas de Gran Canaria. Amén de un sonado récord Guinness en 2013 al convocar la isa más multitudinaria, con casi 400 bailadores en el parque de Santa Ana.

Pero sobre todo es el reconocimiento a los que lo hecho posible la odisea Roque Nublo, desde cada uno de sus componentes a sus distintos presidentes, como Ian Kendall Park, Juan Lemes, Manuel Castillo, Juan Pérez, Eduardo Díaz, José Moreno, Domingo Pérez, Francisco Manzano y Dámaso Martínez, Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria, y que fuera director y luego presidente desde 1984 hasta su fallecimiento en 2017.

De Martínez el grupo distingue que «fue un defensor a ultranza del folclore canario y responsable de que nuestra agrupación no perdiera nunca su idiosincrasia, no solo como la más longeva sino como la defensora de las tradiciones y del folklore canario».

Su hijo, Juanra Martínez, recibe ahora en nombre de todos ellos el Roque Nublo de Plata del Cabildo como «el mayor de los reconocimientos. No hay más», exclama, para añadir que para la agrupación significa certificar que «eres parte de la historia de la isla y de la ciudad, y eso es tremendamente importante tanto para nosotros..., como para los que ya no están».

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