Restaurantes de Gran Canaria: El trópico al plato de La Norteñita de Moya

El centro histórico de Moya disfruta de una cancela culinaria que lleva al comensal a una fusión de la mejor de la cocina tropical de Ecuador y de Canarias con productos ‘metro cero’.

Restaurante La Norteñita, en Moya

La Provincia

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

Cuando el tiempo está de reboso y se enfila hacia Moya por la costa entra en juego un mixturado de salitre que emana de El Roque y El Pagador y que, a medida que el camino va entrando en medianías, salpica los espectaculares palmerales de Cabo Verde, para dar paso en una suerte de vuelta al mundo a un Tenerife que se abre por babor con tal la claridad que se diría que se ve la ropa colgando en las liñas de Santa Cruz y La Laguna. Si se sube al tiento, se descubre un paisaje que abre el apetito, cuando no el vértigo si el incauto se alonga al mirador de esa iglesia acantilada que la villa dedica a la virgen de La Candelaria.

Ese otero que se abre al abismo del barranco de Moya, está justo al final de la calle Miguel Hernández, arteria muy principal del centro urbano, un todo en uno que acoge la casa-museo Tomás Morales, el ayuntamiento, la farmacia, el herbolario, un banco, y entre otros establecimientos de buen comer, La Norteñita Eli y Reyes.

Es jueves y es la primera jornada de la XVI Ruta de Tapas, rebumbio que mantiene el centro histórico en un animado jaleo, con el jardinero municipal adecentando parterres, -y regalando el esqueje de un hierbo a una vecina-, personal menudo haciendo recados en la antiquísima tienda de aceite y vinagre Casa Juana, y el alcalde de la localidad, Raúl Afonso asomando por la ventana de la casa consistorial con un móvil en la oreja derecha. Tras dar su bendición municipal, justo enfrente ya están Elizabeth Becerra y Reyes Suárez en pleno frangollo preparando carpas y mostradores para lo que se viene del día.

De Esmeraldas

Ahí está La Norteñita, en el piso inferior de un inmueble de dos pisos y una anchura de 29 adoquines puestos de canto, en el que podría ser una de las casonas más estrechas de este lado de barranco Hondo, pero del que sale un repertorio gastronómico que arranca en Esmeraldas, el tropical norte de Ecuador y se remata con el saber tradicional isleño.

La primera ecuación de la fórmula la pone Eli y su madre Teotista Orovio, que traen de su país un reconocido acervo gastronómico famoso por los encocaos de pescado o marisco aliñados con leche de coco, los ceviches de mariscos con patacones o el pusandao de carne cochino, plátano y yuca.

Y la segunda parte del mixturado lo aporta Reyes, heredera del recetario familiar macerado en el recordado restaurante Casa Juanito, el del mercado, una institución de cuatro décadas en la que se empapó de los geitos de su abuelo y de su madre con la carne de cabra y el sancocho.

Ambas coincidieron en Lanzarote, en 2015, y a partir de ahí hilaron en dos proyectos previos hasta que en 2017 decidieron establecerse en Moya. Tiraron de brocha y carrucha, acicalando y renovando ellas mismas el local que en su tiempo albergaba la Cafetería Piscolabis de La Nuez, al que le sacaron una coqueta piedra vista.

Ensaladilla de La Norteñita de Eli y Reyes.

Ensaladilla de La Norteñita de Eli y Reyes. / José Carlos Guerra

Cochino con salsa de mango

Ejecutada la albañilería tocó fusionar en el plato el trópico ecuatoriano y el subtrópico canario, todo con materia local, buena parte de la propia Moya, explican mientras Teotista Orovio continúa montando tapas sin descanso.  

Un ejemplo del éxito de tales mixturados es solo digno del domingo, que es cuando preparan el cochino asado canario-ecuatoriano, «porque la materia prima es de aquí», detalla Eli, «un cochino negro, pero al que sazonamos como el de allá, con salsita de mango, algo de picante, papas adobadas y un encurtido de cebolla». «Cuando nos hacen la reserva siempre nos advierten, ‘y guárdanos carne cochino», apuntala Reyes.

Pero aún hay más, como las empanadas de plátano verde que se entregan rellenas de carne con verduras, acompañadas de una salsa de ají. En empanadas la cosa no acaba ahí, dado que las hay rellenas de pollo con salsa de maní con su adorno de cilantro y la sustancia de un buen sofrito de pimientos y cebolla.

Se puede dar un alto con el queso ahumado, «con ese turrón canario que es la pella de gofio», acompañado con mojo rojo y verde y miel de caña Virgen del Carmen, «una delicia», salta de nuevo Reyes privada de su juicio.

Ensalada de la Lola

Rianga ahora con la crema de tomate asado, con su cebolla caramelizada y que entra en categoría de plato vegano, sin gluten, con una cremosidad que aporta la leche de coco, «porque además aquí ofrecemos para vegetarianos, veganos y sin gluten».

Pero también albóndigas de la mama, es decir, de Teotista, de ternera, muy casera, y una salsa de tomate con un toque especiado con canela y anís.

Y vienen curvas, primero con la ensalada de la Lola, que viene con su tomate canario, unos pimientos asados, una vinagreta casera con pimiento asado y su cebolla. Lo conmemora todo unos filetes de caballa de Conservas Lola.

Y segundo con la suprema de ternera, un entrecot con salteado de chocol, un maíz andino de gran formato, que solo se produce en Los Andes, haciendo pandilla con cebolla encurtida, mahonesa de albahaca, salsa de queso, patacones y yuca frita.

En resumen, una fiesta con expedición a lo mejor de las dos orillas del Atlántico sin salir de la muy curiosa Norteñita.

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El equipo La Norteñita, capitaneado por Eli y Reyes, y que completa Pino Báez y Yesenia Alí, también se pone en modo piscolabis, que se disfruta especialmente los fines de semana cuando la calle se hace peatonal y se expande su terraza de doce mesas. Es momento de pedir una hamburguesa Moya Roll, «un espectáculo», que comienza con un pan de hojaldre hecho especialmente para este asunto por la panadería La Dama del Pan, de allí mismo, y que tiene como lema «los sueños son locos hasta que se consiguen». Dentro va la tonga, con 200 gramos de carne de ternera, champiñones naturales, pimiento asado, beicon, queso y salsa de trufa. Remátese con un Ron Pope, su licor casero, con huevo, ron de caña de La Aldea y «mucho hielo», tal cual en Ecuador.

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