San Mateo

Esta escuela es mi casa: migrantes africanos en busca de oportunidades en San Mateo

Dieciocho alumnos procedentes de diferentes países africanos aprenden español y materias relacionadas con el medioambiente en el IES Vega de San Mateo  

En la imagen, cinco de los migrantes que estudian en el IES Vega de San Mateo y en frente, Dolores, la directora del centro educativo, ayer

En la imagen, cinco de los migrantes que estudian en el IES Vega de San Mateo y en frente, Dolores, la directora del centro educativo, ayer / Jose Carlos Guerra

Dieciseis nacionalidades, cursos que van desde primero de la ESO hasta segundo de Bachillerato, ciclos de Formación Profesional, diferentes vidas y un mismo objetivo: crecer aprendiendo. El instituto de educación secundaria Vega de San Mateoes uno de los centros educativos que cada año recibe a grupos de menores extranjeros no acompañados que, huyendo de la vida que tienen en sus países, llegan a Canarias en busca de un futuro mejor. Al llegar, la guardia y custodia pasa a ser del Gobierno de Canarias, siendo ellos quienes buscan los centros adecuados para cada uno de ellos, teniendo en cuenta el ratio según en qué centro de menores estén.

A partir de las pruebas óseas de cada alumno, que son las que en un primer momento dictaminan la edad de cada uno de ellos, es el Gobierno de Canarias junto a inspección educativa los que deciden a qué curso deben ir. Este año, el IES Vega de San Mateo ha recibido con los brazos abiertos por primera vez a una niña, que actualmente está cursando en segundo de la ESO. El resto está repartido en distintos cursos de la ESO y la gran mayoría en Formación Profesional Básica, aunque también los hay en grados medios. Con la llegada de estos menores a los centros educativos de las islas, el Gobierno ofrece a las escuelas el proyecto de apoyo idiomático, en el que cada alumno tiene a la semana cinco horas de clases de apoyo para aprender español. Un refuerzo con el que han conseguido que en tres meses ya entiendan y hablen algo del idioma local.

La barrera del idioma

Según la directora del centro, Dolores García, hubo una época en la que la mayor parte de menores llegaban de Marruecos, pero ahora, con la guerra de Mali se han intensificado los que llegan de esa nacionalidad, así como los de Gambia y Senegal. "El alumnado del centro educativo les recibe cada año con los brazos abiertos, saben que la mayoría de ellos son chavales que vienen escapando de cosas serias y lo único que quieren es buscarse la vida", explica García. Un desafío para todos los docentes, puesto que el primer objetivo es enseñarles español. "Es complicado porque muchas veces ni siquiera se entienden entre ellos, debido a que hablan diferentes lenguas según el país del que vengan", comenta la directora del centro. A pesar de la barrera del idioma, los estudiantes no dudan en tenderles una mano, mirarles a los ojos y decirles "ven, siéntate con nosotros".

Dos de los jóvenes migrantes del IES San Mateo ocultando su rostro con sus manos

Dos de los jóvenes migrantes del IES San Mateo ocultando su rostro con sus manos / Jose Carlos Guerra

Entre los ciclos que oferta el IES Vega de San Mateo destaca el de aprovechamiento y conservación del medio natural o el de aprovechamientos forestales. Un curso que destaca por las prácticas que los alumnos hacen en el propio huerto del centro y donde su rendimiento se ve más intensificado. Ahí, plantan calabacines, cebollas, pimientos, brócolis, lechugas, hacen sus propias plantaciones y realizan trabajos forestales con los troncos. Además, el centro cuenta con una 'joya', tal y como denominan los propios profesores, que no es otra que una finca donde pueden hacer prácticas, como la recolección de productos forestales o prevenciones de incendio. "En este sentido es mucho más fácil enseñarles, porque a pesar de la barrera del idioma, muchos de ellos vienen de aldeas y ya están familiarizados con el entorno", explica Ignacio Echevarria, profesor del ciclo de aprovechamientos forestales.

Una excelencia oculta

Rubén López, profesor de tecnología y anterior jefe de estudios, explica su experiencia con estos alumnos y asegura que se trata de "un mundo que ha venido para quedarse en el mejor de los sentidos", López no tiene dudas al confirmar que uno de los mayores retos de la docencia es dar respuesta a este tipo de alumnado, que llega con ganas de aprovechar las oportunidades a pesar de encontrarse en tierra hostil. "Es un potaje imposible y nos encontramos con varios tipos de enseñanza educativa", explica Rubén López. "Por un lado, está el alumno de 10, el que va a representar al centro, pero por otro lado está la excelencia que pasa oculta, que es la de conseguir que lo imposible se haga posible, sacándoles adelante, rescatándoles y dándoles una respuesta", comenta.

Huerto del IES San Mateo, en el que los alumnos plantan y recogen los frutos

Huerto del IES San Mateo, en el que los alumnos plantan y recogen los frutos / Jose Carlos Guerra

Aunque probablemente estos chicos migrantes tengan muchos héroes dentro de ese centro educativo, uno de los pilares fundamentales en su aprendizaje es Puri Estévez, profesora de lengua y encargada de impartirles el apoyo idiomático. Ella, les enseña desde cero, al principio con mímica y dibujos para más adelante comenzar con las palabras. "Llega un punto en el que hasta imitan el tono que le pones a las palabras, y como tienen tanto interés lo hacen más sencillo. No me escondo al decir que es la clase que más disfruto, y verles aprender es un regalo", comenta Estévez. La solidaridad va de la mano con Puri, puesto que a lo largo de su trayectoria como docente, sus ganas de ayudar a estos jóvenes ha superado barreras.

Aprender de la migración

Y es que tal y como explican los profesores de este centro educativo, todos estos alumnos que llegan desde otros países son una oportunidad y un regalo, y cuando llegan a España la mejor opción es aprender de ellos. Porque todos llevan a sus espaldas mochilas llenas de historias, un millón de motivos para huir de sus países y alejarse de sus familias y la gran ilusión de aprender gracias a una escuela que ahora es considerada como su casa. Ya lo dice uno de los murales que está hecho a mano justo a la entrada del instituto: "Nadie abandona su hogar a menos que el hogar sea la boca de un tiburón".

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