San Mateo

Una alta demanda en la parrilla originó el fuego que provocó el 'simpa' masivo en el guachinche El Manicomio

Juan Arias dice que algunos acabaron la comida pero una pareja alarmó a todos al gritar «fuego»

Restaurante Guachinche El Manicomio

T. M. R.

El reloj no ha marcado la una del mediodía y los calderos ya están al fuego. La cocina del guachinche El Manicomio funciona con total normalidad. Sartenes con queso, las primeras tapas del día y los clientes que, hambrientos, se adentran en el local en busca de comida ‘buena, bonita y barata’, como suelen decir. No ha pasado ni una semana del desastre, pero tanto la clientela del guachinche como el personal ignoran lo sucedido.

El domingo 19 de mayo, un poco antes de las tres del mediodía, se incendió la parte inferior del tubo de la parrilla debido a la alta demanda. «Las chistorras y chorizos hizo que el fuego subiera, pero a los dos minutos estaba apagado gracias a un extintor que tengo», narra Juan Miguel Arias, dueño de El Manicomio. El caos total, tal y como explica Arias, lo formó una pareja que en ese momento entraba al local a comer. «Emperazon a gritar ¡fuego!, ¡fuego!, y alarmaron a todos los clientes que tranquilamente estaban almorzando».

15 mesas se fueron sin pagar

La situación pasó tan rápido, que a los pocos minutos ya estaban los bomberos y la Guardia Civil en la puerta. «Al llegar, entraron, vieron que todo estaba en órden y sobre la marcha nos dieron la autorización para que siguiéramos trabajando», explica Juan Miguel Arias. En ese momento, en el guachinche habían 34 mesas, y con la voz de alarma del fuego, 15 de ellas se levantaron y se marcharon sin pagar. Sin embargo, dos de ellas posteriormente se pusieron en contacto con el local para pagar. «Al tener el detalle de preocuparse les dijimos que no lo hicieran, que lo único que queríamos era que volvieran», dice.

El resto de mesas, esperó fuera a que todo volviera a la normalidad y a los pocos minutos ya estaban terminando de comer. «Yo en ningún momento vi el peligro, no iba a arriesgar, pero es que no pasó nada y en todo momento estuvo controlado», explica Juan Miguel. A sus 28 años y procedente de Tenerife, El Manicomio es su primer negocio. «Lo abrí porque al guachinche en el que trabajaba en la isla vecina siempre venían muchos canariones y preguntaban que cuándo íbamos a abrir ahí, por lo que junto con mi pareja me lancé», comenta.

Mentiras en el pueblo

Según afirma Arias, toda la cocina es nueva, e incluso en los tubos hay un apagado de incendio automático. Después del susto, han vuelto a revisar todo y han puesto una estructura nueva, cambiando todo lo averiado.

Con la vuelta a la normalidad, lo que más siente Juan Miguel es lo que se ha inventado la gente en el pueblo, llegando a decir que el parrillero y el cocinero se pelearon con cuchillos, que no había seguridad o que lo mejor que podían hacer era volver a Tenerife.